Fases de la Escritura

Ferreiro y Teberosky desarrollaron una teoría que describe en cinco niveles el proceso de descubrimiento del código escrito. Esta teoría evolutiva, estudiada desde el punto de vista de la psicología, sirve a la didáctica para situar las producciones de cada niño en alguno de los niveles y poder comprender y acompañar su proceso de aprendizaje.

Primer Nivel

En este nivel los niños reproducen los gestos del acto de escribir y algunas de las características gráficas formales, como la ausencia de elementos figurativos, la linealidad y la separabilidad de los elementos gráficos. Las producciones que imitan de los adultos serían círculos, palos, ganchos… Los niños combinan las actividades gráficas con la escritura y el dibujo. Escrito es todo lo que no es dibujo. Lo que el niño identifica como escrito resulta todavía indiferenciado en el resultado gráfico. Escrituras indiferenciadas. En este nivel los niños atribuyen a la escritura la función de designar. Cuando se le dice que ha escrito dice un nombre como “casa”. Para los niños pequeños la escritura es una escritura de nombres. Esta relación entre los signos escritos y el nombre del objeto al que se refieren opera de manera global y las unidades gráficas producidas para escribir este nombre no son diferenciables ni analizables.

Segundo Nivel

Se centra más en las características específicas del producto y las formas gráficas se acercan a las letras convencionales. Se interesa por las propiedades formales de los textos escritos. Pasa de percibir las características generales de linealidad, unión y separabilidad a las más específicas de la escritura de su lengua: número de caracteres, variedad interna y externa.

  • Hipótesis de cantidad: tiene que haber una cantidad mínima de caracteres para tener algo escrito.
  • Hipótesis de variedad interna: variación en las letras.
  • Hipótesis de variedad externa: diferencias objetivas como el orden de las letras.

En el uso de la hipótesis de cantidad, el niño puede no diferenciar entre distintos signos gráficos. Para la hipótesis de variedad es imprescindible que sea capaz de diferenciar entre distintos caracteres gráficos. El repertorio que reproducen acostumbra a ser el de las letras de su nombre. Es capaz de reproducir muchas letras e incluso se conocen los nombres de algunas de ellas, pero no se les atribuye aún un valor fónico. Los niños adquieren la estructura de los elementos gráficos, antes de entender la lógica interna del sistema de escritura, antes de saber que los valores de las letras corresponden a unidades fónicas de la lengua. Al igual que en el anterior, los niños continúan atribuyendo la función de designación a la escritura. Interpretan lo que está escrito como nombre.

Tercer Nivel

El niño entra en este nivel cuando descubre algún tipo de relación entre la escritura y la pauta sonora.

  • Hipótesis silábica cuantitativa: a cada sílaba que el niño reconoce le hace corresponder una representación gráfica.
  • Hipótesis silábica cualitativa: añaden a la hipótesis anterior el valor convencional de las grafías; para cada grafía escriben un símbolo y este coincide con una de las letras que representa alguno de los sonidos que componen la sílaba.

Se desarrolla el conocimiento de la escritura, puesto que el niño empieza a analizar los elementos sonoros de la palabra y a establecer una relación entre estas unidades y las letras que las representan. La escritura pertenece a un segundo nivel de análisis, analizando elementos sonoros que componen la palabra que representa estos objetos. Los niños regulan su escritura según la segmentación silábica que son capaces de realizar, pero también persisten las restricciones de cantidad y variedad del nivel superior, lo que ofrece contradicciones. El alumno soluciona estas añadiendo letras o cambiándolas.

Cuarto Nivel

En este nivel se empieza a escribir más de una grafía para cada sílaba. El paso del análisis silábico al análisis secuencial de fonemas supone nuevos retos en la escritura de sílabas inversas, trabadas y complejas. Las producciones se caracterizan porque al lado de una palabra escrita correctamente, según las convenciones del sistema, podemos encontrar alguna parte que le falten letras. En el transcurso de esta etapa puede suceder que operen en una misma palabra correspondencias alfabéticas y correspondencias silábicas, añadan letras al final, y puede que aparezcan alternancias grafo-fónicas. En esta etapa el número de letras para cada palabra es menor al convencional. El niño que está en este nivel ha escrito más de una letra para cada sílaba, ha seleccionado los elementos sonoros más pronunciables y, al no tener otras restricciones que lo obliguen a poner más letras, la palabra está completa según el nivel silábico-fonético.

Quinto Nivel

En este nivel el niño realiza un análisis alfabético estricto y estabiliza la correspondencia entre sonidos y grafías. Se generaliza la relación sistemática entre las unidades mínimas de la lengua oral y las grafías que representan. Hay un buen dominio del código de la escritura, plasman en el papel todo lo que saben pronunciar, también analizan fonéticamente hasta las unidades más mínimas y le atribuyen el signo gráfico convencional que la representa. No significa necesariamente una escritura ortográficamente correcta, pero sí del todo comprensible.

Etapas de la Escritura

Ferreiro y Teberosky desarrollaron una teoría que describe en cinco niveles el proceso de descubrimiento del código escrito. Esta teoría evolutiva, estudiada desde el punto de vista de la psicología, sirve a la didáctica para situar las producciones de cada niño en alguno de los niveles y poder comprender y acompañar su proceso de aprendizaje.

Momentos iniciales del descubrimiento del código

Aunque los niños aprendan a reconocer y a escribir las vocales y progresivamente las consonantes, difícilmente conectan este aprendizaje con el análisis fónico del habla. Aprenden el inventario de letras e incluso el sonido que les corresponde como piezas sueltas. Se acostumbran a representar los objetos con letras variadas, pero no entienden que las letras representan la secuencia sonora del nombre del objeto. Un ejemplo sería utilizar letras para representar objetos, escribir letras variadas para representar el objeto que se ha propuesto, poner como mínimo tres letras para que una serie sirva para leer, alinear las letras horizontalmente para escribir. Cuando el alumno descubra que para representar los objetos debe elegir las letras que corresponden a los sonidos producidos al nombrar dichos objetos, diremos que ha entrado en la siguiente etapa. Atender a los sonidos implica segmentar el habla y la primera segmentación natural es la sílaba. Tenemos que conocer en qué momento del aprendizaje del código alfabético se encuentran los alumnos y, en consecuencia, planificar actividades que les permitan descubrir poco a poco su funcionamiento. Conversar e interpretar lo que los niños manifiestan es la mejor manera de llevar a cabo la evaluación continua de los aprendizajes.

La primera correspondencia fonográfica: la sílaba

Uno de los momentos destacados en el proceso de conceptualización de la escritura es el descubrimiento de la segmentación silábica del habla y su relación con símbolos que la representan. Releen lo que han escrito y señalan una letra para cada sílaba que van pronunciando. Dejan de escribir letras para representar objetos para escribir letras que representan sonidos que se producen para nombrar a estos objetos. En la etapa anterior el escrito era como el dibujo. A cada sílaba le corresponde alguna o algunas letras, cada niño da su respuesta cuando le aparecen nuevos retos, intuye la secuencia segmentada por sílabas, recurre a algo más intuitivo. Ante cada nueva necesidad de escritura se ponen en juego las hipótesis que uno tiene, con reestructuraciones constantes.

Poco a poco se estabiliza la relación fonográfica

Descubren la necesidad de una segmentación más afinada. Poco a poco llegan a la segmentación por sonidos y escriben con seguridad palabras con sílabas directas (casa, pelota). Pero hay conflicto cuando se trata de escribir sílabas inversas, trabadas y complejas, hasta que se generaliza la relación sistemática entre las unidades mínimas de la lengua oral (fonemas) y las grafías que las representan. Hasta que son capaces de analizar exhaustivamente los sonidos dentro de cada sílaba es cuando la frontera de cada sonido desaparece. La maestra no tiene que insistir para conseguir una escritura perfecta, sabe que no se llega a ella ni en un día ni en dos y tiene que respetar los intereses. El punto más delicado es saber cuándo es conveniente y oportuno volver sobre la escritura para seguir reflexionando y cuándo es mejor no seguir por el momento. Los conocimientos sobre el proceso señalan hacia dónde es más conveniente dirigir la reflexión en cada momento y se cuenta también con la capacidad de escucha de la maestra que permite interaccionar con cada alumno de manera amorosa y respetuosa.