Literatura española de posguerra
LA POESÍA DE POSGUERRA
El franquismo
La Guerra Civil (1936-1939) acabó con la dictadura de Franco (1939-1975). La derrota en la Segunda Guerra Mundial dejó aislada a España del plano diplomático, económico y cultural.
Los años sesenta fueron años de crecimiento económico, transformaciones sociales y cambio en las mentalidades.
En los últimos años del franquismo aumentaron las luchas sociales por el declive del régimen y la crisis económica. En 1975 murió el general Franco y Juan Carlos I fue proclamado rey.
La poesía durante el franquismo
Existió una ruptura entre la literatura anterior de la Guerra Civil y la literatura durante el franquismo.
La Guerra Civil cerró la etapa cultural anterior ya que los escritores más relevantes murieron durante la guerra, otros muchos se exiliaron y los que permanecieron en España quedaron silenciados.
Los años cuarenta y cincuenta
La poesía arraigada y desarraigada
La poesía arraigada, cultivada por adeptos al régimen, tiene una ideología conservadora y una visión optimista y esperanzada del mundo. Se centra en temas intemporales alejados de la realidad social del momento y propugna una vuelta a las formas clásicas.
Destacan Leopoldo Panero, Dionisio Ridruejo, Luis Rosales y José García Nieto.
Frente a esa postura conservadora, los poetas desarraigados manifiestan angustia ante una realidad inhóspita, incapaz de ofrecer consuelo. Sus poemas hablan de las miserias sociales y de la injusticia. Cabe mencionar como iniciador de esta corriente a Dámaso Alonso cuya obra Hijos de la ira tiene una perspectiva nihilista y un tono desgarrador.
La poesía social
Esta poesía denuncia las desigualdades sociales y la falta de libertades políticas; se considera como una herramienta capaz de transformar la realidad política y social.
El principal precursor de la poesía social fue Miguel Hernández. Con poemas como Viento del pueblo donde dominan tonos épicos y elegíacos; y El hombre acecha que consta de 19 poemas en los que se expresa el odio, la crueldad, la presión y la muerte que conlleva la guerra.
Destacan los poetas:
Blas de Otero cuyas primeras obras (Ángel fieramente humano y Redoble de conciencia) tienen temas como la figura de un dios culpable distante y la presencia de la mujer. Más adelante, su poesía tuvo temas sociales como la injusticia, la miseria o la violencia en obras como Pido la paz y la palabra y Que trata de España.
Gabriel Celaya cuyos libros más importantes (Las cartas boca arriba y Cantos iberos) se inscriben en la poesía social y en ellos sostiene que la poesía es una herramienta de transformación social.
José Hierro muestra interés en la poesía social en sus primeros libros (Tierra sin nosotros, Quinta del 42). Pero posteriormente, en obras como Libro de las alucinaciones y Agenda, deriva hacia una lírica muy personal.
La generación de los 50
Esta generación cree en una poesía como medio de conocimiento y una forma de indagar en la propia experiencia. Con temas como la juventud, la amistad, el amor… y un lenguaje coloquial y sencillo que utiliza la ironía. Destacan los siguientes autores:
Claudio Rodríguez tiene un lenguaje de resonancias rurales y indaga en el misterio de la propia existencia y celebrar la belleza del mundo y la vida. Su obra más destacada es Don de la ebriedad.
Jaime Gil de Biedma explora la experiencia cotidiana con ironía y tono confesional y narrativo. Destaca Las personas del verbo.
José Ángel Valente del realismo evoluciona a la reflexión de la esencia y la función de la poesía. Su obra poética de recopila en Punto cero.
Ángel González muestra preocupación ética y con ironía el autor critica la hipocresía de la sociedad. Su obra se recoge en Palabra sobre palabra.
Los Novísimos
En 1970 José María Castellet publicó Nueve novísimos poetas españoles y marcó el inicio de los Novísimos, una generación que rompe con la poesía precedente y se caracteriza por el carácter experimental, la perfección formal y la presencia de numerosas referencias culturales.
Pertenecen a esta generación Félix de Azúa, Guillermo Carnero, Ana María Moix, Leopoldo María Panero y sobretodo destaca Pere Gimferrer.
LA NOVELA DE POSGUERRA
La novela de los años cuarenta
En esta década se impone una visión pesimista y una orientación realista que ofrece la cara más sórdida de la realidad, con personajes inadaptados, solitarios y frustrados que buscan una salida a su vacío existencial.
La familia de Pascual Duarte
Camilo José Cela escribió esta novela en 1942 con la que crea una corriente narrativa nueva: el tremendismo, una reflexión profunda sobre la condición humana en la que se insiste en los aspectos más brutales de la realidad. Trata de un asesino que confiesa sus crímenes muy detalladamente antes de ser ejecutado de forma objetiva y neutral sin extraer conclusiones morales.
Nada
Carmen Laforet publicó esta obra en 1945 que refleja el pesimismo existencial. Trata de Andrea, una joven universitaria que va a Barcelona para estudiar letras; recoge hechos cotidianos de la vida de Andrea, llena de incomunicación y desencanto.
La novela social de los años cincuenta
La novela de esta década se centra en los conflictos sociales y la denuncia de la injusticia. Presenta las siguientes características: técnicas realistas y el enfoque objetivo de los hechos; el desinterés por el análisis psicológico de los personajes; un personaje colectivo; la concentración temporal y espacial; y la sencillez y claridad de lenguaje.
La colmena
Publicada en 1951 originó la novela social. Posee una estructura original basada en el cruce de las historias que se tejen entorno a los distintos personajes que frecuentan un café madrileño. No tiene personajes individuales porque el autor quiere presentar de forma fragmentaria y discontinua la vida los personajes, así formando un mosaico de la realidad.
El Jarama
Esta novela de Rafael Sánchez Ferlosio del 1955 muestra la técnica objetivista, el narrador se limita a registrar los hechos como si de una cámara cinematográfica se tratara, sin valorarlos ni comentarlos en ningún momento.
Narra la excursión de unos jóvenes al río Jarama a través de las conversaciones que mantienen los grupos de personas: los jóvenes excursionistas procedentes de un barrio obrero de Madrid y los adultos que se reúnen en un merendero próximo al río.
El habla coloquial y lo insustancial de los hechos narrados muestran la falta de sueños, de aspiraciones y de ilusión de ambas generaciones.
La novela experimental de los años sesenta
En esta década los escritores comienzan a jugar con la forma del relato, alterando diversas maneras su estructura y el lenguaje. Así el lector debe participar activamente en la interpretación de la obra.
La novela experimental tiene estas características: la multiplicidad de puntos de vista, la destrucción de la linealidad temporal del relato, el tratamiento es innovador del lenguaje y la ruptura de la lógica y de la sintaxis.
Tiempo de silencio
En 1962 Luis Martín-Santos publica esta novela utilizando el monólogo interior, en la que los personajes expresan sus sentimientos y pensamientos de forma libre; altera el lenguaje con estilos muy distintos que a menudo contrasta con el tema del ambiente. Con este contraste, el autor busca resaltar el sinsentido de la existencia.
Cuenta la historia de Pedro, un médico que vive en Madrid y que es detenido a causa de un aborto clandestino en el que se ha visto involucrado. Después de descubrir su inocencia, pierde su trabajo y abandona la ciudad.
Cinco horas con Mario
Escrita por Miguel Delibes en 1966. La historia reproduce el monólogo de Carmen mientras vela el cuerpo de su esposo, Mario. El texto enfrenta dos ideologías: una visión conservadora y convencional, representada por Carmen; y una visión liberal e idealista, representada por Mario.