l 1.- LA POESÍA MODERNISTA Y GENERACIÓN DEL 98

LA LÍRICA DEL Siglo XX HASTA 1939

A finales del Siglo XIX, los gustos estéticos se ven modificados debido a un cambio de mentalidad artística, que recupera principios del Romanticismo, como la originalidad o la libertad creadora.


La situación de crisis en la cultura occidental a finales del Siglo XIX, agravada en España, por el fin del imperialismo colonial, provocó un cambio en el rumbo artístico. El movimiento literario correspondiente a este período se denomina Modernismo, que se inspira en dos movimientos del Siglo XIX:

  • Parnasianismo (tendencia formalista, partidaria del arte por el arte)

  • Simbolismo (intimista, pretende encontrar la realidad que se esconde tras las apariencias a través de un nuevo lenguaje sugerente basado en símbolos.

El Modernismo surge en Hispanoamérica y es difundido en España por el nicaragüense Rubén Darío, que evoluciona de una estética parnasiana en Azul o Prosas profanas hacia temas más graves y trascendentes en Cantos de vida y esperanza. Su importancia fue decisiva para la evolución de la poesía española, ya que supuso una renovación total.


La soledad, el escapismo (en el tiempo −Edad Media− o en el espacio −mundo oriental), el cosmopolitismo, el amor y el erotismo, serán los temas básicos. Formalmente, la nueva estética se caracteriza por el afán de innovación, la originalidad, y la búsqueda de la perfección formal.


Antonio Machado, con influencias modernistas escribíó Soledades, galerías y otros poemas, donde             predomina el intimismo, el tono melancólico y el simbolismo. En su obra, Campos de Castilla, aparece  el tema de España, preocupación que tendrán los noventayochistas.


Juan Ramón Jiménez se inicia en la estética modernista (Arias tristes), para ir fraguando a lo largo de su vida un estilo propio, evolucionando hacia la poesía pura, despojada de elementos sensoriales, convertida en forma de conocimiento (Eternidades).


LAS VANGUARDIAS


Desde 1905, se sucede una serie de movimientos artísticos, las denominadas vanguardias, que proponen concepciones creativas renovadas y suponen la deshumanización del arte. Decaerán ante la necesidad de compromiso frente a los problemas sociales y económicos.  Futurismo, Expresionismo, Dadaísmo, Cubismo, Surrealismo… El motor de estas vanguardias es el afán de originalidad, la voluntad de hacer un arte nuevo que sea capaz de reflejar el nuevo espíritu de la época. En España sólo triunfarán Creacionismo,  Ultraísmo y Surrealismo. Ramón Gómez de la Serna, será el máximo impulsor de estos movimientos en España.


GENERACIÓN DEL 27


Esta generación de grandes autores surge a raíz del homenaje que el grupo hizo a Luis de Góngora en el año 1927 en Sevilla, al conmemorarse el tercer centenario de su muerte. Los poetas del 27 conciben la poesía como un arte capaz de interpretar y renovar la realidad; se dedican intensamente a su labor, buscando siempre la perfección formal y conceptual. Por eso Góngora es el modelo común. Emplean tanto formas métricas tradicionales como otras innovadoras, especialmente  el verso libre; alternan lo culto y lo popular, la poesía para minorías con la que se dirige a la mayoría. Estos autores, por lo general, evolucionan desde una poesía pura, vital e idealista, a una poesía social y  comprometida. Durante la Guerra Civil, esta vertiente se acentúa. Tras la misma y, muerto Lorca en 1936, el grupo se dispersa: la mayoría marcha al exilio por motivos políticos.


Los principales representantes del grupo son Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre, Federico García Lorca, Luis Cernuda y Rafael Alberti.


Nos centraremos en los poetas andaluces del grupo del 27


Vicente Aleixandre

Nacido en Sevilla, premio Nobel de Literatura en 1977. Sus temas son variados: el amor como impulso erótico que lleva a la destrucción; la naturaleza como fuente de vida. Posee una primera etapa de corte surrealista con imágenes oníricas e irracionales; el poeta se funde con la naturaleza. Pertenecen a esta etapa Espadas como labiosy La destrucción o el amor.


Federico García Lorca

Sus primeros libros suponen una fusión de lo tradicional con la vanguardia y la poesía pura. Destacan Poema del cante jondo y Romancero Gitano; son piezas de tema andaluz con elementos oníricos y mezcla de tradición y Surrealismo.

Más tarde compone  Poeta en Nueva York, obra donde  refleja con técnica surrealista el impacto que esta gran ciudad le produjo: imágenes irracionales, enumeraciones caóticas…, reflejan una civilización materialista y una crítica a la deshumanización, la pobreza, la insolidaridad de las grandes aglomeraciones urbanas.

En su obra Llanto por Ignacio Sánchez Mejías aúna amor, erotismo, angustia y trascendencia.


Rafael Alberti

El gaditano se inicia en la estética neopopulista con métrica tradicional (Marinero en tierra), recuerda el paraíso perdido de su infancia en Cádiz.

Le sigue una etapa gongorina (Cal y canto) trata temas del mundo moderno: un billete de tranvía, un portero de fútbol. El lenguaje es muy elaborado y los poemas resultan difíciles.

De su etapa surrealista (Sobre los ángeles): reflejo de una crisis personal experimentada hacia 1929, el poeta expulsado del Paraíso, vaga sin esperanzas por un mundo sin sentido, acosado por “ángeles malos o buenos” que representan sus obsesiones.

Con la llegada de la República y la Guerra, hace una poesía más comprometida social y políticamente.


Luis Cernuda

Sus obras principales son:

Placeres prohibidos(1931): se nota el influjo del Surrealismo en las imágenes oníricas;   expresa sus problemas íntimos, derivados de su condición de homosexual, y su ansia de amor sin trabas. 

-Donde habite el olvido (1934):  presenta una poesía intimista y austera, con escasa adjetivación y en busca de la naturalidad.

En 1936 reúne toda su poesía bajo el título: La realidad y el deseo, palabras que recogen el conflicto central de su vida, el anhelo de realización personal y libertad amorosa frente a las limitaciones impuestas por el entorno social.


LA NARRATIVA DEL Siglo XX HASTA 1939

  1. – LA NOVELA DE LA GENERACIÓN DEL 98

Durante los primeros años del Siglo XX, continuaron las tendencias narrativas de finales del XIX. Muchos de los escritores de la novela realista prolongaron su labor literaria en estos años, como Galdós o Emilia Pardo Bazán. Sin embargo, en esta época se produce una reacción contra el Realismo y el Naturalismo. Se observa en los novelistas jóvenes una firme voluntad de innovación tanto en los temas como en las formas narrativas. La llamada Generación del 98 surge como consecuencia de tres circunstancias:

– La crisis política, económica y moral de España a finales del Siglo XIX, agudizada por la   pérdida de las últimas colonias en 1898. Este acontecimiento dio nombre a la generación.

– El agotamiento de las formas narrativas del movimiento realista y naturalista.

– El influjo extranjero en el pensamiento de los nuevos escritores, especialmente el de los autores como Schopenhauer, Nietzsche, Ibsen o Kierkegaard.

Por estas razones, los escritores del 98, entre los que se incluye a Unamuno, Azorín, Baroja, Maeztu, Antonio Machado (destaca como poeta) y Valle-Inclán (teatro)
, manifiestan su protesta contra las costumbres decadentes de la sociedad española y proponen una reforma total de las conductas sociales y morales de los españoles.

Los dos asuntos que más inquietaron a los autores del 98 son:


  1. El tema de España: buscan una imagen de España diferente a la reflejada en los tópicos y en las tradiciones. Esta búsqueda se centra en el descubrimiento del alma de España y, para conseguirlo, escogen:

  • El paisaje, en especial de Castilla, mediante el cual tratan de captar el alma de sus gentes.

  • La historia del hombre anónimo, de los pequeños hechos que suceden en la vida cotidiana, a la que Unamuno llamó intrahistoria.

  1. El tema existencial: preocupación por el sentido de la vida, el papel de la religión en la sociedad, las dudas sobre la existencia del más allá, los conflictos psicológicos y morales del ser humano.

La técnica estilística también se vio afectada por el talante reformador:

  • Proclaman la necesidad de un retorno a la sencillez y a la claridad, pero sin perder la fuerza expresiva.

  • La presencia de un estilo personal muy diferenciado de los demás autores.

  • Articulación de la trama en torno a un único personaje.

  • Preferencia por la oración breve, el párrafo corto y la expresión natural.

Miguel de Unamuno (1864/1936)


Es el autor más peculiar del 98 por su carácter crítico e independiente. Su producción literaria está impregnada de un fuerte contenido filosófico. Sus novelas son una proyección de sus inquietudes personales; en ellas indaga en las complejidades espirituales y psicológicas de sus protagonistas.


Toda su obra se basa en su preocupación por España y en su preocupación por la existencia y la muerte, por la relación entre Dios y los hombres, y por el conflicto entre la razón y la fe.


Estos temas aparecen ya en sus primeras novelas, como Paz en la guerra (1897) y Amor y pedagogía (1902), pero es Niebla (1914) la que refleja mejor las carácterísticas temáticas y formales de sus nivolas, como él las llamaba. El tema de la relación entre el creador y sus criaturas, junto con la angustia de la propia existencia, cobran particular interés en el protagonista de la obra, Augusto Pérez, quien se rebela contra su creador, el mismo Unamuno. La confusión entre sueño y realidad, entre razón y fe, son los temas derivados de ese otro principal: la angustia de la existencia humana.

Esa lucha agónica es llevada a sus últimas consecuencias en la novela San Manuel Bueno, mártir (1933), en la que el protagonista, un sacerdote admirado y querido por todos sus feligreses, guarda en secreto su drama: la falta de fe. La novela trata sobre la fe y la inmortalidad junto con dos temas importantes: el dilema entre la verdad dolorosa y la felicidad ilusoria, y la abnegación y el amor al prójimo como actitud vital.


Pío Baroja (1872/1956)

Pío Baroja mostró desde su juventud un gran interés por las más diversas cuestiones intelectuales. Estudió Medicina, pero decepcionado, emprenderá su actividad como escritor. Consideraba la novela como un género abierto que admitía gran cantidad de técnicas diferentes. Plantea una libertad absoluta y una natural espontaneidad. Su influencia ha sido decisiva en el Siglo XX.

Sus novelas se caracterizan por los siguientes rasgos:

  1. Novelas centradas en un personaje

  2. Acción y diálogos abundantes

  3. Marcada presencia del narrador

  4. Descripciones impresionistas a base de pincelada o pocos detalles físicos y psicológicos.

  5. Estilo preciso, sencillo y sobrio.


Su extensa producción novelística puede dividirse en trilogías que siguen un tema común:

  • La lucha por la vida (La busca., Mala Hierba., Aurora roja)

  • Terra vasca (La casa de Aizgorri, El mayorazgo de Labraz, Zalacaín,  el aventurero)

  • La raza: (La dama errante,  La ciudad de la niebla.
    , El árbol de la ciencia
    )


José Martínez Ruiz, “Azorín”

En sus novelas se anula el movimiento y el tiempo, y la narración se fragmenta en breves capítulos. Azorín congela el momento y capta el instante.

Entre sus novelas, destacan: La voluntad, Antonio Azorín  y Las confesiones de un pequeño filósofo.


Valle-Inclán

Su trayectoria novelística comienza por una etapa de Modernismo inicial (Sonatas); continúa con una fase intermedia (ciclo de la Guerra Carlista) y, por último, la etapa del esperpento con el ciclo de novelas tituladas “El ruedo ibérico”

  1. NOVELA NOVECENTISTA (GENERACIÓN DEL 14)


Los autores de esta generación procuraron renovar las técnicas novelísticas de su tiempo. Se decantan por una novela deshumanizada, alejada del sentimiento; pretenden reflexionar sobre la inteligencia creadora del hombre.

  • Gabriel Miró. Destaca por su cuidada expresión, su exquisito estilo y por su excepcional capacidad de captar sensaciones: luz, color, aromas, sonidos, colores….En sus novelas se observa la prioridad de la forma sobre el contenido. Por su lirismo, se le ha denominado “gran poeta en prosa”. Entre sus obras destacan: Nuestro Padre San Daniel,  El obispo leproso.

  • Ramón Pérez de Ayala. Se caracteriza por su intelectualismo, lirismo, reflexión crítica, estilo retórico. Su mejor obra es quizásBelarmino y Apolonio. Lo importante de sus novelas no es la trama sino las reflexiones diversas (filosóficas, literarias, estéticas)

  • Ramón Gómez de la Serna. Es conocido por ser el creador de la greguería, frase o apunte breve que encierra una pirueta verbal o una metáfora insólita: “Humorismo + Metáfora = Greguería”.

Como novelista, rompe los moldes del género. En sus obras cabe de todo. La más famosa es El torero Caracho. No podemos olvidar El Novelista, historia de un autor en busca de motivos para sus novelas.


EL TEATRO DEL Siglo XX HASTA 1939

A principios del Siglo XX seguían triunfando las tendencias teatrales de finales del Siglo XIX. El teatro neorromántico de Echegaray y el teatro realista de Galdós tenían un gran apoyo popular y triunfaban por encima de las tendencias renovadoras de otros autores. El denominado teatro comercial contaba con la burguésía como público fiel y su finalidad era distraer sin más, es decir, los autores de este tipo de teatro no planteaban grandes conflictos morales en sus obras, sino argumentos más o menos amables dirigidos a la elegante clase media de principios de siglo. El público mostraba preferencia por el costumbrismo, representado por la alta comedia o por el sainete (madrileño o andaluz). Además, en esta época se desarrolla un teatro poético de tendencias evasivas cuyo argumento estaba completamente alejado de los problemas contemporáneos.

Los intentos renovadores más serios vinieron de los hombres del 98 (Unamuno, Azorín y Valle-Inclán) y en los años treinta de los poetas de la generación del 27, de García Lorca. Pocas obras pudieron ser representadas.

Los diferentes grupos y tendencias del teatro español anterior al 36 pueden agruparse en los siguientes apartados:

EL TEATRO TRIUNFANTE


  1. Teatro continuador del Realismo del Siglo XIX, renovando algunos aspectos. Su principal representante es Jacinto Benavente, ejemplo claro de concesiones al público burgués. Su primera obra (El nido ajeno) fue bien recibida por los jóvenes intelectuales, pero mal por la burguésía. Ante esta disyuntiva (ser autor de minorías o de mayorías) Benavente optó por amoldarse a los gustos mayoritarios, y se limita en sus obras a censurar pequeños vicios, sin hacer críticas totales. Sus mejores obras son Los intereses creados y La Malquerida. Recibíó el Premio Nobel

  2. El teatro en verso. Supone ante todo la presencia en los escenarios del arte verbal modernista. Destacan  Francisco Villaespesa y Eduardo Marquina con En Flandes se ha puesto el sol. Podríamos incluir también a los hermanos Machado, que triunfaron con La Lola se va a los puertos.

  3. El teatro cómico, intrascendente, cuya intención es hacer pasar un buen rato. Es un teatro muy reiterativo en las formas de conseguir el humor: equívocos, juegos de palabras, regionalismos… Destacamos a los  hermanos Álvarez Quintero (representantes del teatro regionalista andaluz, que escriben obras agudas e ingeniosas, con un claro dominio de la técnica: El genio alegre, La puebla de las mujeres), Carlos Arniches (pintor de las costumbres madrileñas y creador de la  “tragedia grotesca”, en las que se mezcla lo risible y lo conmovedor: La señorita de TréVélez)y el gaditano Pedro Muñoz Seca, inventor de un nuevo género, el “astracán”, una parodia, en verso, del teatro posromántico: La venganza de don Mendo.


EL TEATRO INNOVADOR

Muchos son los autores que pretenden hacer un teatro diferente en estos años, y en la mayoría de los casos cosecharon un rotundo fracaso con sus obras.

  1. El teatro en la Generación del 98. Estos autores (Unamuno, Azorín, Valle-Inclán) pretenden hacer un teatro que sirva como cauce para la expresión de sus conflictos religiosos, existenciales y sociales.  


  • Miguel de Unamuno se acerca al teatro para expresar los conflictos humanos que le obsesionaban. Sus obras eran dramas de ideas expuestas a través de diálogos, en que la acción es prácticamente inexistente. Podemos destacar Fedra.

  • Azorín rompe con la realidad y apuesta decididamente por el Surrealismo. Los temas principales son el paso del tiempo, la muerte y la felicidad. Destacan la trilogía Lo invisible.  

  • Gómez de la Serna escribíó obras   teatrales impulsado por un deseo antiteatral, obras para “el que no quiera ir al teatro”. Destaca Los medios seres.

  • Alejandro Casona pone en escena un teatro más renovador que los anteriores. Destacan La sirena varada y Otra vez el diablo.

  • Valle-Inclán. A pesar de que sus obras permanecieron fuera de los escenarios de su tiempo, relegadas a ser teatro para leer, se le considera un autor que supo ver más allá de su tiempo, por la originalidad de sus obras, sus planteamientos radicales, la riqueza y expresividad de su lenguaje y lo distinto de sus temas.

Su obra teatral suele agruparse en los ciclos de mito, farsa y esperpento
. En el primero, se agrupan varias obras bajo los títulos de Comedias bárbaras y Divinas palabras, cuya acción transcurre en una Galicia mítica e intemporal. El ciclo de la farsa consta de cuatro piezas situadas en un espacio más “ridículo” propio del Siglo XVIII (jardines, rosas, cisnes): La marquesa Rosalinda, Farsa y licencia de la reina castiza. Por último, en el ciclo del esperpento se incluye su obra maestra Luces de Bohemia (1920), la cual define este género: la tragedia es un género demasiado noble para recoger aquel ambiente; de ahí que ―el sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética “sistemáticamente deformada”: ese es el fundamento del esperpento. Este es un teatro de crítica de una realidad falsa y de unos valores que ya no tienen sentido.  

b) El teatro en la Generación del 27. Varios componentes de la generación se vieron tentados por el teatro. Son interesantes las obras escritas por Salinas (El dictador), Rafael Alberti (El adefesio), Miguel Hernández (El labrador de más aire).

Será Federico García Lorca el mayor representante de la tendencia teatral de esta generación y una de las más altas cumbres de la dramática española moderna.

Su obra puede agruparse en tres bloques:

Primeras piezas teatrales: En 1920 estrena El maleficio de la mariposa, obra de influencia modernista sobre el amor entre una cucaracha y una mariposa, que inaugura ya el tema fundamental de la dramaturgia lorquiana: la insatisfacción amorosa, obra con la que fracasó. Tuvo más éxito con Mariana Pineda. A estas dos obras se unen las farsas trágicas sobre amores desgraciados  (La zapatera prodigiosa).

Teatro vanguardista: La técnica surrealista le vale para explorar en los instintos ocultos del hombre. Así en El público (incompleta) Lorca defiende el amor como un instinto ajeno a la voluntad, que se manifiesta de formas muy diversas, entre ellas, la homosexual; y critica a una sociedad que condena a todo el que es diferente.

Etapa de plenitud: Lorca escribe durante los años treinta obras teatrales que sí alcanzan el éxito comercial. El tema de la frustración es una constante: Bodas de sangre (amor frustrado), Yerma (maternidad frustrada) y La casa de Bernarda Alba (amor y libertad frustrados).


En conjunto, la obra de Lorca supone un intento constante de depuración, de búsqueda del restablecimiento  de la pureza original de la palabra evocadora, connotativa, alejada del servicio utilitario pero sin olvidar su función comunicativa. Como dramaturgo, muestra un concepto renovador del arte escénico que ha convertido a Lorca en el dramaturgo español más conocido de todos los tiempos.