La orgía perpetua: ensayo sobre Madame Bovary.

Vargas Llosa toma de Flaubert aquello que tenía de renovador. Distingue: escritor y escribidor. El escritor es múltiple, produce saber y reclama libertad, mientras que la idea de “escribidor” tiende a ser un sujeto único, portador de un saber establecido y que se somete a este, no lo crea. La novela realista como utopía y tentación constante. Para el realismo ortodoxo la historia tiene un fin en sí mismo, para el realismo, en cambio, es inconclusa y una parte del todo aunque tenga un orden y cierre formal.  Uno de los conceptos más importantes de la teoría de la novela de Vargas Llosa es “realidad ficticia” frente a la realidad real. Realidad ficticia es un producto literario que se construye a partir de las ruinas de la realidad. Niega lo que afirma el realismo ortodoxo, para él la realidad literaria siempre añade algo a la realidad; no es su reflejo sino su complementación. El escritor es un representante de la ideología mientras que el escritor moderno, en el que se incluye V. Llosa, produce ideología porque incorpora en la ficción categorías que modifican la percepción de las cosas.

Dice de Flaubert que produce escritura porque no construye modelos que perpetúen el mundo burgués, sino que algo en Flaubert lo conduce a variar el imaginario burgués, es infiel a la estructura imaginaria de la clase dominante. Para ambos, todo lo que existe tiene un opositor en la realidad; el arte es donde eso se pone en escena, lo que es y no es, la conciencia ideal y la degradada, etc.  Flaubert es un simulador de realidades, saquea el mundo de la percepción y lo reorganiza.  Extrae de Flaubert la autonomía, no hay un fin pedagógico ni ejemplar; se trata de mostrar y no de demostrar.

V. Llosa insiste en una elaboración técnica y racional: divide en consciente e inconsciente. El impulso siempre es irracional y está ligado a los demonios del autor. En cambio, el éxito de la obra dependerá siempre del método y las técnicas narrativas. Hacer brotar la vida es la labor fundamental de la elaboración de la materia prima. Dijo que los temas lo habían elegido a él; sus obsesiones y la insatisfacción de la realidad sociopolítica fueron estímulos que alimentaron su imaginario.  En los 60 todo el que no se adhería a la problemática social era considerado un individualista.

Otro aspecto que le interesa de Flaubert es que no comunica ideas sino que las produce a partir del lenguaje, de ahí su idea de escritura como orgía perpetua: con metáforas, sin finalidad biológica, con metáforas ininterrumpidas.

García Márquez, historia de un deicidio

El escritor crea vida ilusoria porque no acepta la vida y el mundo como son. Responde a una ambición desmedida,  los deicidios buscan crear con sus novelas una realidad total.  Novelismo voraz, crea a partir de todo y sin escrúpulos. Este escritor y narrador Dios es desinteresado: muestra, no demuestra. Es el requisito indispensable. Este tipo de escritor instala la duda. La verdad de la realidad tiene el poder de persuasión. Rebelión a Dios como una confirmación del orden. El novelista impone un orden más cercano a la utopía y a esa realidad a la que no está conforme. Considera que como García Márquez, Joyce, Faulkner, etc (y él mismo), son suplantadores de Dios. Para escribir contra la realidad hay que convertir el lenguaje en símbolo. El símbolo presenta como tangible y concreto algo abstracto. El novelista camina desde sus obsesiones hasta los símbolos, que captan la totalidad de la realidad. Y esta realidad total es la que le interesa a Vargas Llosa.

La verdad de las mentiras

Ahonda en la relación dialéctica entre literatura y realidad que le obsesiona. La verdad de la novela no depende de su relación con la realidad sino de su capacidad de persuasión.  La verdad de la novela es hacer vivir la ilusión que proyecta. Las novelas ofrecen una visión falaz de la vida, mienten, pero así expresan una verdad encubierta. Las ficciones nacen para atrapar el inconformismo de los hombres. Protesta del deseo truncado y fracasado. No se escribe para contar la vida, sino para transformarla: una rectificación.  Incluye:

  • Teoría apocalíptica. El novelista deicida se alimenta de la carroña de una época (escritor-buitre). Las mejores novelas se crean donde hay crisis de fe (ruptura del mundo espiritual).  Incertidumbre y escepticismo. Visión apocalíptica latinoamericana: realidad amenazada por la extinción, esta amenaza es la que nutre la visión totalizante y la suplantación de la realidad en la literatura hispanoamericana.
  • Idea de que los materiales de la fabulación parten siempre de un lugar concreto. Hechos y deseos subjetivos.
  • Una ficción lograda encarna siempre los deseos de una época.

Carta de batalla por Tirant lo Blanc (leer para el examen)

Considera el Tirant como la novela y realidad total. Todas las clasificaciones le convienen pero ninguna es capaz de abarcar y considerar su totalidad. Admite múltiples lecturas, incluso antagónicas. Comunica la misma impresión de pluralidad que da la realidad: acto y sueño, razón y maravilla, subjetividad y objetividad. Encarna el realismo total que proponía Llosa. Expone un concepto de realismo mucho más amplio que los autores posteriores. El elemento legendario y mítico se relaciona con el elemento histórico y racional (aunque en general en las novelas de caballerías prima el elemento mítico).

Hace un desglose de la obra. Habla de una acumulación de procedimientos, tiempos, temas, planos, teorías, etc. Todas ellas son fuerzas totalizadoras que se dirigen a mantener la ambigüedad necesaria, a integrar la labor, la subjetividad y la objetividad (novela totalizadora).

Una de las técnicas que destaca es la de los “cráteres activos”, que consiste en la alternancia de episodios con vida propia con los de tiempos muertos que también son necesarios porque cumplen una función relacional o esclarecedora. La grandeza de esta novela consiste en que se citan un mayor número de cráteres activos en el espacio narrativo. Cada cráter activo es una imagen reducida de una complejidad, cada episodio ofrece un fragmento con sus ambigüedades de esa realidad total.

La otra técnica es el salto cualitativo y los vasos comunicantes. Una misma materia se desglosa en planos cualitativos que se desglosan y mezclan hasta constituir una perspectiva múltiple.

3 niveles:

  • Plano retórico. Es abstracto y hace aparecer los planos impersonales, cuando la narración es pura voz y discurso. Los personajes se individualizan y pierden su carnalidad, para abrazar una dimensión más general. Es  como la voz de una época,  el dogma de un momento histórico, la ideología de un mundo que se está narrando, etc. El lenguaje de este nivel tiende a la inmovilidad, es el nivel menos vital pero es necesario porque funciona como telón de fondo contra el que se van a dibujar las individualidades y se van a diferenciar del resto.
  • Plano objetivo. La narración describe lo real como una exterioridad; el mundo se reduce a lo visual, se trata de una realidad sensorial y compacta, es un mundo de seres que son solo formas.
  • Plano subjetivo. Es la dimensión íntima, la vida interior, que refleja los sentimientos y las emociones. Una técnica de este nivel es el flujo de conciencia.
  • Plano mítico. Añade intemporalidad. Son actos, saberes, emociones sublimadas, etc., a un estatuto eterno. Por ejemplo el amor.

El paso de un plano a otro es el salto cualitativo. Se usa junto a los vasos comunicantes, una técnica que tiene como antecedente a Flaubert y Faulkner.  Consiste en asociar dentro de una misma unidad narrativa episodios que entienden tiempos y espacios distintos; planos que circulan de un plano a otro.

Los ensayos suponen una teorización propia de su experiencia literaria.