Romanticismo Español: Poesía, Teatro y Prosa del Siglo XIX
3. Rosalía de Castro (1837-1885) y el Rexurdimento
La figura más importante de la lírica del Rexurdimento gallego fue Rosalía de Castro (1837-1885). Su obra literaria comprende libros en gallego, como Cantares galegos, y un libro en castellano, En las orillas del Sar. Su poesía, al igual que ocurre con la obra de Bécquer, se inscribe dentro de la poesía intimista de la segunda mitad del siglo XIX. Rosalía de Castro adoptó un tono sencillo, directo y sentimental, y despojó al Romanticismo español de los excesos altisonantes y exaltados que lo habían caracterizado en sus inicios, dando un nuevo aliento más sincero y moderno a los poemas, tomando muchos elementos de la poesía popular y del folclore gallego.
El Drama Romántico
El período del drama romántico en España es de corta duración: se inicia en 1834 con La conjuración de Venecia de Martínez de la Rosa y con El Macías de Larra y finaliza en 1849 con Traidor, inconfeso y mártir de Zorrilla.
El tema principal de las tramas románticas es el amor, un amor absoluto e ideal, que está por encima de las convenciones sociales, más allá del bien y del mal, lo cual es un imposible que conduce a la muerte. A menudo se suelen desarrollar en un marco histórico, normalmente de la historia nacional, aunque captando solo la anécdota y el detalle pintoresco.
Formalmente, estas obras comparten muchos rasgos con el teatro barroco:
- Mezclan tragedia y comedia, pero no como el barroco para imitar la naturaleza, sino para realzar los contrastes entre la realidad y los ideales.
- También como en la comedia del XVII, y frente al teatro neoclásico, no se respetan las reglas de las tres unidades, sobre todo las de tiempo y lugar.
- Los espacios en los que se desarrolla la acción son muchas veces conventos, mazmorras, paisajes abruptos y salvajes, cementerios, ambientes lúgubres y retirados. Las acotaciones cuidan especialmente la ambientación y los efectos escénicos sirven para dar al teatro carácter de espectáculo. Había decorados múltiples, efectos sonoros, fantasmagorías, para ambientar las obras de forma espectacular. En el desarrollo de los espectáculos es fundamental la intriga, se incluyen elementos melodramáticos para conmover (es muy frecuente el uso de la anagnórisis o reconocimiento). Así se manifiesta la finalidad del drama romántico: emocionar al espectador, no enseñar.
- El número de actos o jornadas varía entre 3, 4 y 5.
- Hay mezcla de tono y estilo: lo grotesco convive con lo sublime, el lenguaje elevado con el coloquial.
- Los dramas románticos introducen, por su parte, la innovación de mezclar verso y prosa, aunque a la larga se impone el verso con polimetría, aunque no para responder al decoro poético.
Los dramas románticos conocerán un éxito de público muy rápidamente.
1. El Duque de Rivas (1791-1865) y Don Álvaro o la Fuerza del Sino
En 1835, el éxito correspondió a Don Álvaro o la fuerza del sino de Ángel Saavedra, duque de Rivas, que simboliza la lucha del individuo contra las convenciones sociales y el destino. Tanto por su tema como por su construcción, sintetiza las características del drama romántico: la aparición de la muerte y del amor apasionado; la combinación de verso y prosa, lo cual no obedece a un cambio en la situación dramática ni se adecúa al contenido de la escena, sino que es algo caprichoso; la división en jornadas y no en actos; el dinamismo de la acción; los ambientes, etc.
2. Zorrilla (1817-1893) y Don Juan Tenorio
Comenzó su carrera dramática, por la que principalmente es conocido, gracias a Don Juan Tenorio, cuya popularidad ha perdurado a lo largo del tiempo. En esta obra desarrolla el famoso mito del don Juan, presente en la literatura de todos los tiempos. El autor, con el desarrollo que plantea, da un tono tradicionalista y conservador a la historia, a través de la conversión religiosa del seductor y su salvación cristiana a través del amor.
La obra está dividida en dos partes, de cuatro y tres actos, respectivamente. La gran contribución de Zorrilla al tema donjuanesco es, sin duda, la creación del personaje angelical de doña Inés, que hace posible la salvación del libertino. Aquí radica la principal diferencia con El burlador de Sevilla de Tirso de Molina y así consigue Zorrilla satisfacer la moral tradicionalista y reaccionaria de su tiempo, a través de la conversión religiosa del impío calavera y su salvación cristiana por medio de un amor sublime y sacrificado. Zorrilla convierte al burlador en un enamorado y, además, es lógico que se produzca su salvación, pues don Juan llama a Dios y es impensable que Dios no le escuche. En las obras románticas anteriores, el ideal del amor total entraba en conflicto con la religión. En cambio, en Don Juan Tenorio se destruye esta oposición y el amor se convierte en camino para el perdón de Dios.
3. Otras Obras Teatrales Románticas
Otro título importante es El trovador de García Gutiérrez, que fue la obra más representada en 1836. La consagración del drama romántico se producirá en 1837, cuando se estrenaron muchas obras nuevas y con títulos tan populares como Los amantes de Teruel, de Hartzenbusch.
La Prosa Romántica
Distinguimos dos direcciones temáticas: la evocación histórica y la pintura de costumbres.
A la primera corresponde la novela histórica, de mucho éxito en Europa gracias a las narraciones del escocés Walter Scott. Son novelas ambientadas en la Edad Media, melodramáticas, superficialmente históricas y comprometidas, que buscan iluminar el presente a través de ejemplos pasados como Los bandos de Castilla de Ramón López Soler, El doncel de Don Enrique el doliente de Larra en 1834, o El Señor de Bembibre de Gil y Carrasco en 1844.
Por otro lado, se cultivó el regionalismo novelesco, derivado del sentimiento nacionalista del romántico. La novela social y de costumbres se inicia así en la década de 1830, sobre la base de traducciones de Balzac o Dumas. El género se define como una descripción inmovilista de una realidad social típica, sin desarrollo dramático. De breve extensión, el cuadro de costumbres recrea temas de la actualidad del momento y busca la amenidad con un lenguaje popular. Entre los españoles destacan Panorama matritense de Mesonero Romanos, Escenas andaluzas de Estébanez Calderón y un libro colectivo: Los españoles pintados por sí mismos, de 1834-44. La importancia del costumbrismo romántico fue determinante, porque con sus métodos de observación de la realidad abrió el camino a la novela realista.
1. Mariano José de Larra (1809-1837) y el Mal du Siècle Español
Aunque Larra no se identificó plenamente nunca con el Romanticismo, lo cierto es que suele ser considerado como el prototipo del literato romántico español por cuanto simboliza perfectamente el rechazo de la realidad y el espíritu combativo. Su vida y su obra estuvieron unidas y marcadas por los desengaños.