Conceptos Filosóficos Fundamentales

Empirismo

Doctrina que sitúa la experiencia como el origen del conocimiento. Empirista es todo planteamiento que afirme la experiencia sensible como única fuente posible de conocimiento para el hombre. Su origen podemos encontrarlo en la filosofía de Aristóteles, quien utiliza el término griego empeiria, del que procede el concepto empirismo, para designar un conocimiento derivado de la experiencia. En la historia de la filosofía se denomina “empirismo”, en sentido estricto, a una corriente filosófica que nace en las Islas Británicas como crítica al racionalismo, que alcanza su mayor desarrollo en los siglos XVII/XVIII, y que influirá decisivamente en la mentalidad positivista e ilustrada del XIX. Sus máximos representantes son Bacon, Locke, Berkeley y David Hume.

Para el empirismo, el único conocimiento posible va a ser el que nazca de la experiencia sensible. Y dado que todo conocimiento proviene de la experiencia, esto supone que habrá de ser adquirido. La mente no posee ningún contenido innato, sino que es como una “tabla rasa“, un receptáculo vacío que debe “llenarse” a partir de la experiencia. Por todo ello, el único método de la ciencia es el método inductivo, y las leyes científicas no son, para el empirismo, nada más que probables. Tampoco hay fundamento racional para la moral: solo queda el “sentimiento” subjetivo y el criterio de lo útil; el utilitarismo y el hedonismo se abren paso. Tendrá gran influencia en el idealismo trascendental kantiano, y será el precursor del positivismo de Comte y del positivismo lógico del siglo XX.

Existencialismo

Como movimiento filosófico, el existencialismo se desarrolló en Europa a principios del siglo XX, primero en Alemania y luego en Francia (aquí a consecuencia de la tremenda crisis provocada por las dos guerras mundiales). Movimiento poco sistemático y muy heterogéneo, los existencialistas respiran una atmósfera común de pesadumbre y desasosiego. Se sienten arrojados a un mundo que ya no ofrece seguridades, sino catástrofes. Las fuentes de las que brota la temática existencialista se encuentran en Kierkegaard, en el vitalismo de Nietzsche y en la fenomenología de Edmund Husserl. Martin Heidegger y Jean-Paul Sartre son sus más importantes representantes.

El hombre no tiene una esencia que le determine a ser o a comportarse de una manera concreta, sino que él mismo es su propio hacerse, su propio existir. Existir es sinónimo de hombre, y desde la existencia humana (de la de cada uno), es desde donde se establece el valor y sentido de todo lo real. Los sentimientos, al igual que la razón, desvelan nuestra existencia y nos ponen en contacto con ella, de manera más íntima y radical que la razón. La angustia nace de un futuro indefinido, al que el hombre debe enfrentarse sin ninguna garantía, asumiendo plenamente su libertad de “construirse a sí mismo a cada instante”. En este sentido, el existencialismo abruma al ser humano con una pesada carga de responsabilidad, pero también le muestra un camino individualmente creativo de hacerse a sí mismo. El existencialismo se convertirá en un pensamiento muy influyente en numerosas corrientes artísticas de las últimas décadas, tanto en la pintura o el cine y especialmente en la literatura.

Idealismo

Doctrina que señala que el conocimiento del mundo parte del análisis del Yo o de la razón misma. El idealismo designa las teorías que sostienen que la realidad extramental no es cognoscible tal como es en sí misma, y que el objeto del conocimiento está preformado o construido por la actividad cognoscitiva. Propiamente, la tesis idealista tiene su origen en Descartes, en el siglo XVII, y su afirmación de la conciencia como criterio de verdad; la verdad pasa a ser un rasgo de determinadas ideas, las ideas evidentes. Esta afirmación de la subjetividad como criterio de verdad adoptará un siglo después en Kant la forma de Idealismo Trascendental.

Para Kant, nosotros conocemos lo dado en el espacio y el tiempo, es decir, el fenómeno, lo que aparece. Sin embargo, no conocemos el noúmeno, es decir, la cosa en sí; nosotros no tenemos más que intuiciones sensibles y, por tanto, nuestro conocimiento está limitado al mundo de las intuiciones sensibles, de los fenómenos. Finalmente, se denomina idealismo alemán a la corriente filosófica entre los siglos XVIII y XIX representada por Fichte (idealismo subjetivo), Schelling (idealismo objetivo) y Hegel (idealismo absoluto). Este último desarrolla una concepción dialéctica de la historia en la que esta es entendida como desarrollo de la Idea o Espíritu Absoluto. La inversión de este planteamiento por Marx, es decir, la comprensión de que el pensamiento es efecto de los procesos materiales, está en el origen del materialismo histórico. La historia de la filosofía puede entenderse como un constante enfrentamiento entre idealismo y materialismo.

Materialismo

Doctrina que plantea que la materia es el elemento constitutivo de la realidad, de la que se derivan las configuraciones espirituales. El materialismo plantea la preeminencia del ser sobre el pensar, tal como se sintetiza en la siguiente frase de Marx y Engels: “No es la conciencia la que determina el ser, sino el ser el que determina la conciencia”. Es decir, para el materialismo, nuestros pensamientos son una consecuencia, un efecto, del mundo material que habitamos.

A lo largo de la historia, el materialismo se ha manifestado en diferentes escuelas: en la Antigüedad, en el atomismo de Demócrito y Leucipo y en el epicureísmo; y en las tesis de los materialistas franceses del XVIII cuando se desarrolló como doctrina a la vez metafísica y ética, especialmente con autores como La Mettrie. Sin embargo, su expresión más contundente aparece en el siglo XIX con la filosofía de Marx, quien desarrolló el materialismo histórico, que sostiene que el motor de la historia es la lucha de clases. Este último, denominado materialismo dialéctico y materialismo histórico, forma la base de la teoría marxista, y que fue elaborado por Engels y Marx, respectivamente y en colaboración. Ambos entienden que el motor de la historia es la lucha de clases. El materialismo se contrapone al idealismo, que defiende que la realidad material, así como su evolución histórica, tienen un carácter lógico o eidético.

Nihilismo

Concepto propio de la filosofía de F. Nietzsche (siglo XIX). Procede de la palabra latina nihil (nada), posee dos sentidos en su obra. Por un lado, el nihilismo pasivo, como resultado del proceso de decadencia de la cultura Occidental, denuncia que, a consecuencia del predominio del platonismo y de su versión religiosa, el cristianismo, el pensamiento occidental es la constante repetición de unos contenidos ya absolutamente agotados. Por lo tanto, incapaz de producir ninguna novedad, al tiempo que el mundo y la vida son devaluados hasta devenir nada. A partir de la afirmación “Dios ha muerto”, niega, pues, la existencia de los valores clásicos de la cultura y tradición europea, considerada en términos cristianos e ilustrados. Esta negación critica el engaño en que la filosofía tradicional ha mantenido engañado al ser humano durante siglos, desde Platón. El nihilismo representa, pues, la negación radical de todo lo suprasensible, la negación de todos los ideales, normas, fines y valores que han sido levantados en torno a la idea de Dios.

Frente a esa situación, Nietzsche reivindica un nihilismo activo, que consiste en, desde la negación de los valores tradicionales, producir nuevos valores. La muerte de Dios que teoriza Nietzsche abre la puerta a la desaparición de la moral tradicional y coloca al individuo ante la necesidad de crearse sus propios valores y recuperar el “sentido de la Tierra”.

Positivismo

Doctrina filosófica que consiste en no admitir como válidos científicamente otros conocimientos sino los que proceden de la experiencia, rechazando, por tanto, toda noción a priori y todo concepto universal y absoluto. El positivismo es la negación de todo lo ideal, de los principios absolutos de la razón, es decir, de la metafísica. El término positivismo fue utilizado por primera vez por el filósofo y matemático francés del siglo XIX Comte, pero algunos de los conceptos positivistas se remontan al filósofo británico David Hume, al filósofo francés Saint-Simon, y al filósofo alemán Kant. Su lema es “ver para prever”, es decir, conocer la realidad para anticipar sus posibles desarrollos. Por ello, puede entenderse que el positivismo está en el origen del nacimiento de la sociología como disciplina de estudio y control de la sociedad.

Comte desarrolla una teoría de los estadios, en la que argumenta que a lo largo de la historia las sociedades pasan por tres períodos:

  • Estadio teológico: en el que, para explicar la realidad, la humanidad recurre a entidades sobrenaturales, como dioses y espíritus.
  • Estadio metafísico: en el que dicha explicación se realiza a través de conceptos abstractos de carácter no científico.
  • Estadio científico o positivo: en el que los seres humanos somos capaces de dar una explicación científica de la realidad.

En su evolución psicológica, el individuo también pasa por estos tres estadios, según Comte. Se reelaborará posteriormente en el Positivismo lógico, que intentará desarrollar el proyecto de Comte.