1. Introducción

La figura de Nietzsche es una de las más polémicas de la historia de la filosofía, especialmente por las contradictorias interpretaciones de su pensamiento. Nietzsche critica al pensamiento occidental: la vida, la realidad, el mundo, etc. son pura contradicción. Las interpretaciones de su obra son plurales y polémicas. Su obra ha sido caracterizada como irracionalista, vitalista y nihilista.

Nietzsche denuncia:

  1. Por un lado, la metafísica, el cristianismo y la ciencia pretenden poseer la capacidad para producir un discurso verdadero, se ven obligados a inventar una “realidad”. La Verdad es imposible: todo discurso racional es una metáfora, una mentira nacida de determinado interés.
  2. La metafísica, el cristianismo y la ciencia, se sostiene sobre un monoteísmo, hay un solo sentido, un solo significado (un solo Dios) para la vida.

2. La crítica a la filosofía y a la ciencia como discursos contrarios a la vida

Nietzsche no cree que el concepto racional sea la mejor manera de atrapar lo real, pues el ser es cambio y devenir y se resiste a ser atrapado en unas redes como las del concepto que son fijas. La meta de la filosofía es hacer ese olvido completo, es suplantar completamente la experiencia vital y originaria, por ello dice Nietzsche que la razón mantiene una lucha con la vida: el espíritu filosófico es un espíritu antivital se ha hecho es una desvalorización del mundo material, dándole todo valor a ese mundo “verdadero” de la razón que no existe. Por eso Nietzsche, identifica con un modo de tiranía y fanatismo a la razón y el ideal de racionalidad. Lo real es un conjunto de fuerzas desiguales, cualitativamente distintas entre sí, que dominan y son dominadas, en una lucha incesante en la que nunca alcanzan el equilibrio. La naturaleza no es una realidad acabada.

Según Nietzsche, la más perfecta manifestación de “la mentira de la razón”. Nietzsche reivindica la sensorialidad: los sentidos “no mienten”, “no mienten en absoluto”, si lo sensible es apariencia todo lo que existe es apariencia. Y no, por ello, hay que inventarse otro mundo que no lo sea. El mundo aparente es el único y el mundo “real” o “verdadero” (de la metafísica, ciencia o del cristianismo) es sólo mentira.

3. Apolo y Dionisos: El arte como salvación

Nietzsche introduce una gran sospecha: todo el edificio del pensamiento occidental ha sido construido sobre una enorme falsificación, ya que la razón es incapaz de dar cuenta de la vida y del mundo. El paso del mito al logos no significó el paso del error a la verdad. Si el ser es sólo una ficción vacía (apariencia) todo intento de reducirlo a un único discurso, no es otra cosa que autoengaño. El discurso racional esconde su propia mentira con adornos (hablando de esencias, substancias, principios, leyes matemáticas o físicas,…) y acaban hablando de estos. La vida y el mundo son algo carente de sentido y completamente incomprensibles, pero no porque nosotros seamos incapaces de conocer la realidad en sí misma, sino porque carece de tal sentido y significado. La realidad es pura apariencia. Según Nietzsche, la vida es desmesura, caos, desorden e irracionalidad. El orden y el equilibrio. Aquel que asume el sinsentido que es vivir, convierte su vida en una obra de arte (creando su propio sentido para su existencia), con ello conjuga los dos instintos humanos: el dionisiaco (que acepta el vacío de la existencia) y el apolíneo (que crea y embellece su existencia). Nietzsche denuncia que la cultura occidental ha quedado reducida a lo apolíneo, este olvido de lo dionisiaco nos ha llevado a la decadencia y al nihilismo.

4. La crítica a la noción de verdad y a los presupuestos metafísicos del lenguaje

El pensamiento de Nietzsche propone un radical cuestionamiento de la noción de verdad que ha caracterizado al pensamiento occidental. Según Nietzsche, no se trata de que la razón sea impotente para conocer, sino de que no hay nada que conocer. Su pensamiento se cuestiona el fundamento ontológico de la verdad: el ser es sólo ficción. Esto es lo que se ha llamado nihilismo ontológico (el ser está vacío).

La exactitud no es posible, porque la realidad no es exacta. De aquí, que Nietzsche, sólo admita como válido un discurso sobre la realidad que se caracterice precisamente por la renuncia explícita a toda exactitud. Por eso dice Nietzsche que no hay grados de verdad (no hay discursos más verdaderos que otros), pero sí de mentira. Lo que hace que un discurso sea más o menos mentiroso es justamente su pretensión de ser verdadero, de estar en posesión de la verdad, es decir, el no reconocer su carácter ficticio, no hay discursos más verdaderos que otros, pero sí los hay más falsos o mentirosos. Nietzsche habla del fetichismo del lenguaje, el lenguaje se convierte en un vehículo de la razón para dar exactitud.

5. La crítica a la moral y al cristianismo: la decadencia de Occidente

La crítica al cristianismo de Nietzsche se basa en que es una religión que se ha dedicado a negar la vida, con su negación sistemática de los sentidos y los instintos. Representa una enfermedad para la vida porque pervierte al ser humano. El cristianismo introduce, además, el concepto de pecado que “es un crimen contra la vida”, ya que el cristianismo considera pecado todos los valores y placeres vitales.

Los instintos han sido reprimidos por las normas y los valores, han sido inhibidos o reprimidos quedándose dentro y dando lugar a la conciencia. La moral occidental es una moral de esclavos, porque hace del ser humano un esclavo de unos valores que se ha encontrado dados. Aquellos que son incapaces de crear sus propios valores (de ejercer una moral noble), se defienden creando una moral de débiles negadora de la vida y se la imponen a los fuertes como venganza.

6. El poder como prueba de validez: la voluntad de poder

Nietzsche no quiere extraer la conclusión de que todo vale: no da igual un discurso que otro, un juicio o discurso es válido si favorece a la vida. La vida es, básicamente, libre creación de un juego de voluntades contrapuestas que se mueven en el ámbito del azar y lo imprevisible, pero no voluntades para querer, sino de poder. Por tanto, la voluntad de poder no es querer tener poder, sino que es desarrollar al máximo el poder que ya se tiene.

A nivel físico la voluntad de poder se manifiesta en las diferentes fuerzas que rigen el universo y que lo mantienen en un incesante movimiento. A nivel biológico, la vida es pura lucha por la existencia en la que se exhibe la propia vitalidad, fuerza, belleza,… A nivel humano todos pretendemos afirmar nuestra voluntad. Hay dos formas: activa (afirmativa) y reactiva (negativa):

  • Voluntad de poder reactiva (negativa): es el poder de los débiles, la impotencia. Quien manifiesta así la voluntad de poder tiene miedo a la vida, no es capaz de afirmarse a sí mismo se manifiesta en la moral tradicional donde se predica la debilidad, la sumisión.
  • Voluntad de poder activa (positiva): El sujeto se afirma a sí mismo sin culpas, se expresa sin convenciones o miedos, creando sus propios valores. De esta nace la alegría y felicidad, generosidad y amor.

Por lo tanto, los valores y los discursos válidos son aquéllos que favorecen la vida (la voluntad de poder activa).

7. El Nihilismo

Existen dos formas de nihilismo:

  • Nihilismo pasivo (reactivo): es una consecuencia natural de nuestra tradición moral. Nuestra cultura ha generado valores contrarios a la vida. El nihilismo pasivo es un síntoma de la decadencia de nuestra cultura, asumiendo de manera pesimista la falta de sentido de la vida,… en lugar de vivirla con más fuerza.
  • Nihilismo activo: es la destrucción de los valores mentirosos de la cultura occidental. El nihilismo activo es alegría, todos los horizontes están abiertos y no hay ningún impedimento para crecer, para afirmarse, para ejercer la propia voluntad de poder.

El superhombre, dice Nietzsche, que es un niño inocente que juega con la vida porque ésta es un juego. El superhombre es aquél que vive sin esconderse en otros mundos donde consolar la angustia por el miedo que pueda generar vivir.

El mundo no avanza en línea recta hacia un fin como pretende el cristianismo y mucho menos progresa como pretende la filosofía o la ciencia, sino que el mundo está constituido por energías que se expresan en fuerzas contrapuestas y que continuamente luchan.