Problema Filosófico

El problema central que aborda Descartes en este texto es el de la búsqueda de un fundamento seguro para el conocimiento. Descartes se enfrenta al escepticismo y busca establecer una base sólida y segura sobre la cual construir su sistema filosófico.

Tesis

La tesis principal que sostiene Descartes en este pasaje es que la única verdad indudable es la existencia del pensamiento que duda. La famosa frase “Cogito, ergo sum” (Pienso, luego existo) resume esta tesis. Descartes sostiene que incluso si duda de todo, incluso de la existencia del mundo externo, no puede dudar de que está pensando y, por lo tanto, de que existe como un ser que piensa.

Argumentos

Descartes argumenta que la única cosa de la que no puede dudar es de su propia existencia como un ser pensante. Incluso si todas las percepciones sensoriales fueran ilusorias o engañosas, el hecho de que esté pensando en la posibilidad de que sean falsas implica necesariamente su propia existencia como un ser pensante. Descartes concluye que esta verdad es tan firme y segura que puede aceptarla como el primer principio de su filosofía.

Relación con la Filosofía del Autor

Este texto está intrínsecamente relacionado con la metodología filosófica de Descartes, específicamente con su duda metódica. Descartes utiliza la duda como un instrumento para llegar a una verdad indudable y establecer un fundamento seguro para el conocimiento. Además, este pasaje establece la base para la metafísica cartesiana, que distingue entre diferentes tipos de sustancias, como la mente y el cuerpo, así como la existencia de Dios como una sustancia infinita y del mundo material como sustancia extensa.

Evidencia

En la primera regla del método, Descartes establece que solo admitirá como verdadero lo evidente, es decir, lo indudable, lo que es claro y distinto, evitando prejuicios y precipitaciones. Y la primera evidencia que encuentra, a partir de la cual puede empezar a reconstruir el conocimiento es la evidencia del pensamiento. Una vez puesto todo en duda, de lo que no puedo dudar es de que yo, como sujeto, dudo. Ese es el significado de la expresión “Pienso, luego existo”.

Cogito

Tras el proceso de la duda, Descartes encuentra una primera verdad que le parece absolutamente indudable y que considera que puede convertirse en la base sobre la que edificar todo el conjunto del saber. Se trata del conocido “Pienso, luego existo”. A partir de esta certeza inicial, extraerá dos consecuencias fundamentales: la distinción entre la sustancia pensante y la sustancia extensa o corpórea, y los rasgos que han de caracterizar y permitir reconocer las verdades indudables, ciertas y evidentes: la claridad y la distinción.

Certeza

La certeza según Descartes se produce cuando resulta imposible que algo sea diferente a como nosotros lo juzgamos. Esta certeza depende para Descartes de Dios, puesto que es infinitamente bueno y nos ha dado la razón para distinguir lo verdadero de lo falso. Si usamos la razón correctamente (según las reglas del método), es capaz de mostrarnos como evidentes algunas verdades, entre ellas las de las matemáticas.

Razón

Descartes define la razón, o buen sentido, como la facultad de juzgar y de distinguir lo verdadero de lo falso. Como tal, él considera que es la diferencia específica de los seres humanos: de tal manera que todos disponemos de ella por igual y, en cambio, no la posee ningún otro animal. La filosofía cartesiana dio lugar al racionalismo, y supuso un punto de inflexión en la apuesta por la razón como guía del conocimiento, imponiéndose en la disputa que mantenía desde la Edad Media con la fe e impulsando el camino de la ciencia.

Sustancia

Se trata de aquello que no necesita de otra cosa para existir. En este sentido, si hablamos de manera estricta, solo habría una sustancia que es Dios (sustancia infinita o res infinita), puesto que ninguna sustancia podría existir si no hubiera sido creada por el poder divino. Pero la consecuencia fundamental de la definición cartesiana de sustancia es la distinción entre sustancia pensante (res cogitans) y la sustancia corporal o extensa (Res extensa). Descartes sostiene que ambas son completamente independientes entre sí.

“En lugar del gran número de preceptos de que está compuesta la lógica, estimé que tendría suficiente con las cuatro siguientes con tal de que tomase la firme y constante resolución de no incumplir ni una vez su observancia.

  1. La PRIMERA consistía en no admitir cosa alguna como verdadera si no la había conocido evidentemente como tal, es decir, con todo cuidado debía evitar la precipitación y la prevención, admitiendo exclusivamente en mis juicios aquello que se presentara tan clara y distintamente a mi espíritu que no tuviera motivo alguno para ponerlo en duda.
  2. La SEGUNDA exigía que dividiese cada una de las dificultades a examinar en tantas parcelas como fuese posible y necesario para resolverlas fácilmente.
  3. La TERCERA requería conducir por orden mis reflexiones comenzando por los objetos más simples y más fácilmente cognoscibles, para acceder poco a poco, gradualmente, hasta el conocimiento de las más complejas y suponiendo también orden entre aquellos que no preceden naturalmente los unos a los otros.
  4. La CUARTA y última de las reglas dice que debería realizar recuentos tan completos y revisiones tan amplias que pudiera estar seguro de no omitir nada

Comparación con otros autores

Descartes, al igual que Platón, valora la razón y la reflexión filosófica, pero se enfoca en establecer verdades fundamentales a través de la razón y la duda metódica, centrándose en la individualidad del sujeto.

Aunque comparte preocupaciones con el estoicismo, Descartes busca un fundamento epistemológico sólido mediante la duda metódica, en contraste con el énfasis estoico en el dominio de uno mismo y la razón sobre las emociones.

Descartes y Anselmo de Canterbury abordan la existencia de Dios, pero mientras Anselmo defiende su existencia con argumentos ontológicos, Descartes llega a la conclusión de que la existencia de Dios es una verdad indudable a través de la razón y la duda metódica.

Aunque influenciado por la escolástica medieval, Descartes se distancia de sus ideas al adoptar un enfoque más secular y centrado en la razón individual, mientras que la escolástica integra la fe y la razón de manera diferente.