El Desarrollo del Sentido del Deber

1. La Razón como Criterio Moral

Una serie de filósofos propusieron la utilización del principio de la razón como criterio moral. Según este principio, el criterio que debe guiar moralmente nuestra conducta no es la búsqueda del placer, ni de la utilidad, ni siquiera de la autorrealización. La razón es algo que tenemos en común todos y nos indica lo que debemos hacer y lo que no debemos hacer.

2. Teorías Éticas que se Apoyan en este Principio

A. La Ética Estoica

Para el estoicismo, el ser humano se comporta de forma virtuosa cuando, en lugar de dejarse llevar por sus pasiones, actúa de acuerdo con los dictados de su razón. Es la razón la que dicta cuál es su deber en cada momento y el cumplimiento de ese deber le proporciona la auténtica felicidad.

Los estoicos sostienen que el ser humano es realmente feliz cuando llega a dominarse por sí mismo por medio de la razón y de su voluntad. Los fines en la vida son diferentes para cada individuo, mientras que la razón es la misma para todos.

B. Doctrina Ética de Kant

Kant y el Deber

Kant propuso una doctrina ética fundamentada en la razón y la idea del deber. Para Kant, lo que convierte una acción en moralmente buena es que sea una acción realizada por el deber. Así, lo que justifica nuestras acciones desde un punto de vista moral es que la realicemos con respeto a la ley moral. Una ley que la razón misma es capaz de descubrir y que constituye nuestro deber.

El Imperativo Categórico

El fundamento de esa ley es un principio general que Kant llama imperativo categórico, incondicionado y que resulta válido en toda circunstancia (a diferencia de los imperativos hipotéticos o condicionados que solo son válidos si se cumplen ciertas condiciones:

  • Los imperativos hipotéticos expresan un deber de tipo condicional.
  • Los imperativos categóricos son imperativos que expresan un deber absolutamente incondicional, porque no presupone ningún querer.

El imperativo categórico que propone Kant es el siguiente: “Obra solo según una máxima tal que puedas querer, al mismo tiempo, que se torne ley universal”.

Lo que viene a decir este principio es que nuestras normas morales son buenas solo si resultan aplicables universalmente.

2. La Dignidad Humana como Fin

a. Cómo Fundamentar la Idea del Deber

Con independencia de los fines concretos que persigamos y de nuestra propia forma de entender la felicidad, es necesario que dispongamos de un fin que sea de carácter general y con un objetivo claro con el que nos podamos identificar.

Ese fin racional y universal para todos no es más que el respeto a la dignidad humana.

b. En qué Consiste el Respeto a la Dignidad Humana

Respetar la dignidad humana es actuar teniendo siempre en cuenta la condición racional, libre y responsable. Respetar la dignidad humana es lo mismo que respetar nuestra propia humanidad, la de cada uno y la de todos porque:

  • Esa condición nos obliga a respetar el derecho de todo ser humano a buscar por sí mismo su propia felicidad.
  • A diferencia de las otras propuestas filosóficas, el principio de respeto a la dignidad humana no depende de nuestros gustos particulares.
  • Ese principio señala lo que tenemos en común.
  • Al ser libres, todo ser humano tiene el derecho y el deber de elegir su propio camino en la vida.

3. En qué Sentido Somos Moralmente Autónomos

Las leyes que determinan nuestros impulsos y deseos no las creamos nosotros por entero, pero las leyes regidas por nuestra voluntad que las decretamos nosotros mismos.

a. Quién ha de Decidir Cuál es Nuestro Deber

Podemos decidir, por ejemplo, tratar a los demás con consideración independientemente de que nos apetezca o no hacerlo y en la medida en que transformamos esa decisión en un hábito moral, la convertimos en una ley de nuestra conducta y creada por nosotros mismos.

Estas leyes que elegimos nosotros mismos configuran nuestro carácter moral y nuestro sentido del deber.

Hacer las cosas por sentido del deber no es hacerlas por obligación externa sino hacerlas porque nosotros mismos somos la fuente de obligación que nos señala cómo debemos actuar.

b. Cuándo Somos Moralmente Autónomos

La autonomía es la capacidad que tiene el ser humano para darse a sí mismo las leyes que deben regir su conducta y de respetarlas por respeto a sí mismo.

Somos moralmente autónomos en la medida en que regimos nuestra conducta según leyes o principios que nosotros mismos hemos elegido haciendo uso de nuestra razón y nuestra voluntad.

c. Cuándo Somos Moralmente Heterónomos

La heteronomía consiste en que nuestro comportamiento sigue principios ajenos a nuestra razón y a nuestra voluntad y, entonces, nos comportamos según unas leyes que no proceden de nuestra propia conciencia moral.

Ocurre cuando seguimos las leyes de nuestros impulsos y deseos.

Nuestra razón y nuestra voluntad son las que nos hacen libres en un sentido propiamente humano. Son ellas, en definitiva, las que nos convierten en seres moralmente autónomos.

d. ¿Somos Libres Frente a las Normas Sociales?

A pesar de que las normas y valores sociales que adquirimos en nuestro entorno influyen en nuestra conducta, esta no está necesariamente determinada por ellas. Nuestra conciencia moral y nuestra libertad no consisten en actuar al margen de toda norma social, sino en la posibilidad de elegir cuáles son las que vamos a seguir.