Mente

Igual que ocurre con la sustancia, para Hume es algo de cuya existencia no podemos estar seguros. La mente o el yo es la ficción que crea la razón para atribuir unidad y continuidad a todas nuestras ideas y reflexiones, pero de la cual no tenemos impresión alguna, por lo que cabe dudar de su existencia. Podríamos entenderla como sinónimo de conciencia o pensamiento.

Sustancia

En la tradición metafísica anterior a Hume, sería un soporte de las cualidades sensibles. Sin embargo, para Hume es algo inexistente. Para Hume, la sustancia sería un invento de nuestro pensamiento, una ficción de la imaginación por la que presuponemos un sustrato oculto más allá de las cualidades que percibimos y que sostiene la multiplicidad de impresiones que nos llegan de los objetos.

Percepciones

En palabras del propio Hume, la percepción sería “todo lo que puede estar presente en la mente, sea que empleemos nuestros sentidos, o que estemos movidos por la pasión o que ejerzamos nuestro pensamiento y nuestra reflexión”. Sería, por tanto, todo contenido de nuestra mente, tanto aquello de lo que recibimos una impresión actual como aquello sobre lo que pensamos o que recordamos.

Idea

En palabras de Hume, es una clase de percepción en la que “reflexionamos sobre una pasión o sobre un objeto que no está presente”. Las ideas son las percepciones más tenues y más débiles. Es decir, sería el recuerdo o la reflexión ejercida sobre las impresiones, que son las percepciones más intensas y vivas.

Cualidades

Son las propiedades sensibles de los objetos. Para Hume es lo único de cuya existencia podemos estar seguros, pues tenemos una impresión inmediata de ellas: el color, olor, sabor o textura de los objetos nos son dados directamente, sin mediación del pensamiento, y por ello serían los datos primordiales del conocimiento. Las cualidades, la experiencia, es el punto de partida del conocimiento humano.

Teoría del Conocimiento

I. Principios esenciales de su pensamiento

1. Principio empirista

La experiencia sensible es el origen, el límite y la fuente de validez y legitimidad de nuestro conocimiento. El ser humano conoce a partir de la experiencia y no puede ir más allá de la experiencia. En último término, ésta se convierte en el criterio último para separar al conocimiento verdadero, el que está bien fundado, del conocimiento falso, que sería aquel que va más allá de la experiencia o incluye conceptos de los que no cabe una impresión inmediata. Aunque nuestro pensamiento aparente ser capaz de ir más allá de lo que los sentidos nos ofrecen, en cuanto rebasa esta frontera cae en el error. Por eso afirma Hume en la Investigación sobre el conocimiento humano: “todos los materiales del pensar se derivan de nuestra percepción interna o externa”.

2. Principio de inmanencia

Aunque Hume no llega a utilizar este término, sí que defiende en sus obras que cualquier dato de la realidad permanece dentro del sujeto. A partir de este principio se deriva una consecuencia muy importante: el sujeto pierde el contacto con la realidad misma, con los objetos, y debe conformarse con tener impresiones sensibles de los mismos. La realidad queda así mediatizada para siempre por nuestros sentidos. Si Descartes subjetiviza el mundo convirtiéndolo en una representación mental, Hume lo subjetiviza también al interpretarlo como un dato de nuestra experiencia. Hume llamará a los contenidos de nuestra experiencia percepciones y distinguirá dos tipos: las impresiones, que serían nuestras percepciones más intensas: cuando oímos, o vemos, o sentimos, o amamos, u odiamos, o deseamos, o queremos”, y las ideas que serían “menos intensas”. A su vez, mostrando aquí la influencia de Locke, Hume dividirá las impresiones en impresiones de sensación (las que se refieren a la experiencia externa) y en impresiones de reflexión (aquellas en las que el sujeto “se siente” a sí mismo, propias de la experiencia interna).

Hume define estos conceptos esenciales de la siguiente manera:

  • Percepción: todo lo que puede estar presente a la mente, sea que empleemos nuestros sentidos, o que estemos movidos por la pasión o que ejerzamos nuestro pensamiento y nuestra reflexión.
  • 1. Impresión: aquella percepción en la que sentimos una pasión o una emoción de cualquier clase, o cuando las imágenes de los objetos externos nos son traídas por nuestros sentidos. Son nuestras percepciones vivas y fuertes.
  • 2. Idea: es una clase de percepción en la que “reflexionamos sobre una pasión o sobre un objeto que no está presente”. Las ideas son las percepciones más tenues y más débiles.

3. Principio de copia

Las ideas son copias que dejan las impresiones en nuestra memoria. Evidentemente, se levanta una crítica contra el innatismo de Descartes o Platón: no existen ideas innatas, sino que cualquier idea, incluida la más abstracta que se pueda pensar, no es más que una creación de la mente humana a partir de las impresiones concretas. Además, Hume utilizará este principio como criterio de discriminación, para separar aquellas ideas legítimas (fundadas en la experiencia sensible) de las que son simples creaciones humanas: “Cuando una idea es ambigua, siempre se puede recurrir a la impresión correspondiente que la puede convertir en clara y precisa. Así, cuando sospecha que un término no está aparejado a ninguna idea, se pregunta siempre: ¿de qué impresión deriva esta idea? Y si no puede remitirse a ninguna impresión, concluye que el término en cuestión carece de significado. De esta manera ha examinado la idea de “sustancia” y de “esencia”.

4. Principio de asociación de ideas

Según Hume, las ideas no aparecen de un modo aislado, sino que la imaginación se encarga de enlazar unas con otras, estableciendo diferentes conexiones. Pero además, las ideas mismas ejercen entre ellas una cierta fuerza de atracción que introduce un cierto orden en nuestro pensamiento. La naturaleza de las ideas es la que provoca que éstas se relacionen de un modo determinado y ordenado. Hume habla de 3 leyes distintas:

  1. Semejanza: tendemos a asociar aquellas ideas que guardan una cierta semejanza o parecido entre sí. Un cuadro o una fotografía dirige nuestra mente al original que trata de representar o incluso a la vivencia que la fotografía haya podido captar.
  2. Contigüidad: tendemos a agrupar aquellas ideas cuyas impresiones ocurrieron cercanas en el espacio y en el tiempo. Asociamos, por ejemplo, las ciudades con sus monumentos, y a menudo recordamos hechos del pasado enlazándolos con otras actividades realizadas en la misma época.
  3. Causa-efecto: nos es inevitable pensar de un modo conjunto aquellas ideas entre las que establecemos nexos causales. Así, por ejemplo, el humo nos obliga a pensar inmediatamente en el fuego.

5. Principio de negación de las ideas abstractas

Conectando con toda la tradición empirista y nominalista, negará la validez y legitimidad de las ideas abstractas. Estas son complejas creaciones de la mente humana, que en cuanto se le deja una mínima libertad tiende a generalizar los datos concretos y particulares. Así lo defiende Hume en la Investigación: No existen las ideas generales y abstractas, sino que todas las ideas generales son, en realidad, ideas particulares vinculadas a un término general, que recuerda en determinados momentos otras ideas particulares que se asemejan en ciertos detalles a la idea presente en la mente. Así, estas ideas son fácilmente recordadas, y nuestro razonamiento y conclusión proceden como si estuvieran actualmente presentes.