El Pensamiento de Hume

Problema del Conocimiento en Hume

Hume, principal representante del empirismo junto con Locke, sostiene que la única fuente válida del conocimiento es la experiencia a través de los sentidos. Rechaza las ideas innatas y considera la mente como una tabula rasa. Para él, todo contenido mental son percepciones, divididas en:

  • Impresiones: experiencias directas.
  • Ideas: copias debilitadas de las impresiones en la memoria.

También distingue entre percepciones simples (indivisibles) y complejas (combinaciones de simples). Las ideas se organizan según tres principios:

  • Causalidad
  • Contigüidad espacio-temporal
  • Semejanza

Hume clasifica el conocimiento en:

  • Relaciones de ideas: propias de la lógica y las matemáticas, universales pero sin ampliar el conocimiento.
  • Cuestiones de hecho: basadas en la experiencia, pero nunca absolutamente verdaderas.

Critica la causalidad, afirmando que la conexión entre causa y efecto no es observable, sino una costumbre derivada de la repetición. Solo percibimos la sucesión constante de eventos, pero no una relación necesaria entre ellos. Por ello, la certeza sobre el futuro basada en el pasado es solo una creencia basada en el hábito.

Como consecuencia, Hume rechaza el valor absoluto del principio de causalidad y critica la metafísica, incluyendo conceptos como Dios, alma y mundo. Su empirismo lo lleva al fenomenismo (solo conocemos percepciones) y al escepticismo (no podemos asegurar la existencia de objetos fuera de nuestras percepciones).

Moral en Hume

Para Hume, la moral se fundamenta en el emotivismo, es decir, en las emociones que nos provocan los actos y no en la razón. No consideramos algo bueno porque sea racionalmente verdadero, sino porque nos genera una emoción positiva, mientras que lo malo es aquello que nos produce una sensación negativa. La moralidad, por lo tanto, no se basa en principios universales ni en razonamientos lógicos, sino en la naturaleza emocional del ser humano.

Hume sostiene que la moral surge de las impresiones de reflexión, que incluyen pasiones, emociones y afectos derivados del placer o el dolor. Estas pasiones pueden ser:

  • Directas: cuando surgen inmediatamente ante una experiencia (como el miedo o la esperanza).
  • Indirectas: cuando dependen de una relación más compleja entre impresiones e ideas (como el orgullo, la humildad, el amor o el odio).

Dentro de esta teoría, introduce el concepto de simpatía, un sentimiento universal que nos inclina a preocuparnos por la felicidad de los demás y que constituye el verdadero fundamento de la moral. Aunque el placer y la utilidad juegan un papel importante en la valoración moral, no son su base última, ya que lo que realmente nos mueve a actuar es la emoción que sentimos ante los actos.

Además, Hume rechaza que la razón pueda ser el origen de la moral. La razón solo nos permite conocer hechos y establecer relaciones de ideas, pero no puede impulsarnos a actuar ni determinar qué es bueno o justificar racionalmente lo que nuestras emociones ya han decidido.

Por último, su pensamiento tiene influencias utilitaristas y hedonistas, ya que considera que lo bueno suele estar asociado a lo útil y a lo placentero. Sin embargo, el criterio último de la moralidad no es la utilidad ni el placer en sí mismos, sino el sentimiento que nos generan los actos. Para Hume, la moral no es un conjunto de reglas universales, sino una expresión de nuestra naturaleza emocional y social.

El Pensamiento de Rousseau

Antropología en Rousseau

Rousseau desarrolló su pensamiento en torno al contractualismo, una teoría que plantea cómo debería organizarse la sociedad si los seres humanos, en su origen, existieran fuera de ella y decidieran unirse mediante un pacto. Para él, el ser humano es bueno por naturaleza, con una bondad innata, pero la sociedad lo corrompe, generando desigualdades y opresión.

Distingue entre el estado natural y el estado social. En el primero, el hombre vivía libre, autónomo y feliz, sin estar sometido a normas o jerarquías injustas. Sin embargo, con el paso del tiempo, las personas comenzaron a colaborar por necesidad, formando vínculos como la amistad y el amor familiar, pero también aparecieron emociones negativas como los celos y la envidia. El gran cambio llegó con la aparición de la propiedad privada, que generó desigualdad entre ricos y pobres y dio origen a la injusticia. Según Rousseau, esta desigualdad llevó a la creación de sociedades injustas y gobiernos opresivos, donde las leyes favorecen a unos pocos.

A pesar de que la humanidad ya no puede volver al estado natural, Rousseau sostiene que es posible recuperar la libertad y la igualdad mediante un nuevo pacto social. En su obra El contrato social, afirma que “el hombre ha nacido libre y en todas partes se encuentra encadenado”, haciendo referencia a cómo la sociedad lo ha sometido. Su propuesta es la creación de un sistema donde los derechos de todos sean respetados, garantizando la justicia y la equidad.

Desde la educación, Rousseau defiende un modelo neutral, en el que el niño crezca en contacto con la naturaleza y desarrolle su sensibilidad, evitando el individualismo y aprendiendo a pensar en términos colectivos. Para él, esta transformación es esencial para construir una sociedad más justa y libre.

Política en Rousseau

Rousseau desarrolló una teoría política basada en el contractualismo, planteando que el ser humano es bueno por naturaleza, pero se corrompe en la sociedad. Para solucionar esta corrupción y la pérdida de libertad, propone la soberanía popular como remedio. Rousseau distingue entre el estado natural, donde el hombre vivía libre y feliz como un “buen salvaje”, y el estado social, que surge por la necesidad de cooperación y trae consigo desigualdades debido a la propiedad privada, la cual separa a ricos y pobres y genera injusticia.

Con la creación de Estados opresivos, el hombre pierde su libertad. En su obra El contrato social, Rousseau afirma que “el hombre ha nacido libre y en todas partes se encuentra encadenado”, explicando que el estado civil es irreversible, pero puede reformarse a través de un nuevo pacto social. Propone una organización política que mantenga las ventajas de la vida en sociedad sin destruir la libertad humana. Este contrato social consiste en la cesión total de los derechos individuales a la comunidad, formando un cuerpo social y moral que actúa bajo la voluntad general. Así, se logra la igualdad absoluta, ya que lo que conviene a uno también beneficia a los demás. La libertad ya no es la simple búsqueda del interés personal, sino la aspiración al bien común.

Rousseau rechaza la representación de la soberanía, ya que considera que la responsabilidad política es intransferible. Sin embargo, distingue entre poder legislativo y poder ejecutivo: el pueblo decide las leyes, pero no las aplica. Esto diferencia la forma de Estado (que siempre debe ser democrática) de la forma de gobierno, que puede variar según el tamaño del Estado. Para Rousseau, la democracia directa es ideal en territorios pequeños, la aristocracia en Estados medianos y la monarquía en grandes naciones. No obstante, acepta que, en la práctica, un sistema como la monarquía parlamentaria puede ser la mejor opción para Estados grandes y ricos, siempre que exprese la voluntad general del pueblo.