El pensamiento de Nietzsche: Apolo, Dionisio y el Nihilismo
El Pensamiento de Nietzsche
Apolo y Dionisio
Según Nietzsche, en el espíritu griego existieron dos tendencias contrapuestas:
- Apolínea (del dios Apolo): favorable a la luz, la claridad y la armonía. Cuando nos dejamos llevar por el punto de vista apolíneo, atribuimos al mundo un orden y un sentido.
- Dionisíaca (del dios Dionisio): asociada con la oscuridad, la noche y el caos. Cuando domina en nosotros lo dionisíaco, vemos que el mundo no es más que caos y azar.
Para Nietzsche, el arte era algo más que un entretenimiento; era una forma de descifrar la verdadera realidad del mundo. Una de las formas artísticas más admirables para él era la tragedia griega: un género que mezclaba teatro, música, danza y sabiduría.
La Tragedia Griega
En El nacimiento de la tragedia, Nietzsche afirma que en la tragedia el espíritu supo equilibrar las tendencias apolínea y dionisíaca. Partiendo del hecho de que el Universo es un caos dionisíaco, en el que el destino del hombre depende del azar y carece de sentido, los griegos, mediante la tragedia, supieron crear belleza y armonía.
La decadencia del espíritu y del pensamiento griego llegó cuando Platón negó la realidad del mundo sensible (el dionisíaco) y se inventó otro aparte, el verdaderamente real, donde todo respondía a los ideales apolíneos de perfección, inmutabilidad, orden y eternidad.
Inocencia del Devenir
La inocencia del devenir es una concepción del mundo opuesta a toda la interpretación moral cristiana, más allá del bien y del mal. Tanto los griegos como el cristianismo juzgaron la existencia como culpable. La diferencia es que, para los griegos, la responsabilidad es de los dioses, mientras que para el cristianismo es de los hombres.
Nietzsche se enfrenta a la cuestión de si la existencia es culpable o inocente. En este caso, Dionisos ha hallado su verdad múltiple: la inocencia es pluralidad, la inocencia es devenir y de lo que es.
El Mundo Aparente
Nietzsche llama “platonismo” a toda teoría para la que la realidad está escindida en dos mundos: un mundo verdadero y uno aparente. Al mundo verdadero, en Platón, le corresponde la eternidad y se relaciona con el bien y el alma, mientras que al mundo aparente le corresponde el nacimiento y la muerte, y se relaciona con el mal y el cuerpo.
El platonismo es una filosofía producto de una nefasta influencia del lenguaje. Busca siempre sustancias donde solo hay devenir. Solo un individuo con un tono vital bajo puede creer en un mundo trascendente: la cultura occidental se inventa un mundo verdadero para encontrar consuelo ante lo terrible del único mundo existente: el mundo dionisíaco.
El Nihilismo
El nihilismo es una actitud vital y filosófica que niega todo valor a la existencia. La idea nietzscheana de nihilismo es compleja:
Nihilismo como Decadencia Vital
Toda la cultura occidental es nihilista, pues dirige toda su pasión y esperanza hacia algo inexistente, despreciando de forma indirecta la única realidad existente: la realidad que nos ofrecen los sentidos. En Así habló Zaratustra, Nietzsche representa este modo de mostrarse el espíritu con la figura del camello, símbolo de la aceptación resignada de las mayores cargas.
Nihilismo Activo
También es nihilista la filosofía que intenta mostrar los valores dominantes como invenciones. Es nihilista pues propone la destrucción completa de todos los valores vigentes y su sustitución por otros radicalmente nuevos. Este nihilismo es necesario para la aparición de un nuevo momento en la historia de la cultura, para el reencuentro con el “sentido de la tierra”, la aparición de una nueva moral y de un nuevo hombre: el superhombre. En Así habló Zaratustra, Nietzsche representa esta figura del espíritu con la metáfora del león, por su agresividad y su capacidad destructiva.
Nihilismo Pasivo
El nihilista pasivo no cree en ningún valor, porque considera que todo valor es posible solo si Dios existe, y Dios no existe. Termina en la desesperación, la renuncia al deseo y el suicidio. Es el “último hombre” de Así habló Zaratustra.
Moral Contranatural
La moral tradicional (la cristiana) es antinatural. Presenta leyes que van en contra de las tendencias primordiales de la vida. Es una moral de resentimiento con los instintos y el mundo biológico y natural. Esto se ve en la obsesión de la moral occidental por limitar el papel del cuerpo y la sexualidad. Ha inventado las ideas de pecado y libertad.
La idea de pecado es una idea inventada por la cultura occidental. Con ella, el sujeto sufre por algo ficticio. No existe ningún Dios al que tengamos que rendir cuentas de nuestros actos, ni nos observa, ni debemos esperar un castigo de él por nuestra conducta.
El cristianismo tiene también la necesidad de la noción de libertad para poder hacer culpables a las personas. Es necesario, antes, hacerlas responsables de sus acciones. El cristianismo cree en la libertad de las personas para poder castigarlas.
A la moral contranatural se opone la moral sana, que es la que se guía por los valores que dicen sí a la vida, a las pasiones, lo corporal y lo instintivo. La moral sana no trata de aniquilar las pasiones como la moral contranatural, sino la espiritualización de las mismas. Frente a la moral contranatural, cuyo ideal es el castrado, el ideal en la moral sana es la afirmación de la vida.