TEXTO DE LAS IDEAS EN CLAVE COSMOPOLITA

Para Kant, la Historia (como cualquier manifestación humana) se halla determinada por leyes constantes y universales de la naturaleza. Es por tal motivo que entiende la Historia como finalidad y progreso. Este progreso consiste en un aumento global de libertad, pero no de felicidad humana. Ahora bien, la finalidad de la naturaleza (entendida como progreso de la libertad) no es segura, porque puede ser muy bien un espejismo de nuestra visión de la naturaleza, que está regida por nuestros fines. Sin embargo, la finalidad de la naturaleza que Kant le atribuye a la Historia no es de gran utilidad para organizar los hechos históricos en ella.

PRINCIPIOS

1– Es decir, que la naturaleza tiene un fin, tiene un telos que persigue. Es la causa final aristotélica. Kant tiene una concepción teleológica de la naturaleza, afirma que es un principio del que no nos podemos apartar porque estaríamos ante una naturaleza no legal, una naturaleza sin finalidad.

2– La razón necesita ensayos y errores para aprender y para poder desarrollarse plenamente en el máximo de sus capacidades, y eso requiere un tiempo del que un único individuo no dispone. Es por eso necesario que los hombres se transmitan de generación en generación lo que han aprendido, de esta forma la ilustración de cada uno se va acumulando a la de sus antepasados, ganando así la razón mucho más tiempo para su pleno desarrollo. En este sentido, afirma Kant que la razón debe desarrollarse en la especie y no solo en el individuo.

3– La naturaleza le ha dado al hombre la razón, y esto en lugar de zarpas, cuernos o colmillos; tan solo la razón y sus manos para que sea el hombre por sí mismo el que se gane la felicidad. La felicidad no le viene dada por naturaleza, sino que ha de conseguirla. Para subsistir, defenderse y alimentarse, el hombre ha de arreglárselas de forma que lo que consiga sea obra de sus manos y “obtuviera él solo todo el mérito y no debiera agradecérselo sino a sí mismo” (En defensa de la ilustración, pág. 77).

Es cierto que en el hombre hay una dosis de esfuerzo que en los animales no hay. El hombre, para hacer algo, tiene que empeñarse en hacerlo y, si se presentan dificultades, hacer un esfuerzo de voluntad. Al contrario que los animales, el hombre no tiene ninguna herramienta natural específica para su supervivencia. Sin embargo, como dice Kant, lo que le viene dado por naturaleza es la razón, que podríamos equiparar a los cuernos o colmillos de otros animales. La razón es superior, pero viene dada en cualquier caso, por lo que no se entiende del todo que Kant afirme que el hombre solo deba agradecérselo a sí mismo. El hombre debe dar gracias a la naturaleza por la razón tanto como el oso por sus zarpas. Es claro que aquí Kant está defendiendo la idea de la autonomía del hombre y la razón, tan querida en la modernidad.

4– El autor explica que, cuando habla de antagonismo, se está refiriendo a la insociable sociabilidad del hombre. Con esta expresión paradójica se está refiriendo a que el hombre, por un lado, siente la inclinación a juntarse en sociedad con otros hombres, pues es más cómodo y seguro. De hecho, es una inclinación que está en su naturaleza, es decir, que es la ley natural la que lo impulsa a entrar en sociedad. Pero, por otro lado, el hombre siente cierta repulsión por los demás y se ve inclinado a aislarse solitariamente del mundo. Sin embargo, el hombre vence su pereza movido por el deseo de sobresalir por encima de entre los demás hombres, se une en sociedad por el ansia de honor, de poderes o bienes (En defensa de la ilustración, pág. 78), y se sociabiliza a pesar de no aguantar a los demás. Los necesita y, por ello, entra a formar parte de la sociedad. Es la oposición con los demás hombres lo que hace que cada uno saque a relucir sus talentos, y es por eso por lo que este antagonismo o insociable sociabilidad del hombre constituye la causa del orden legal, pues sin él los hombres no se juntarían unos con otros. Así lo celebra Kant: “¡Dense gracias a la naturaleza por la incompatibilidad, por la vanidad envidiosamente porfiadora, por el ansia insatisfactoria de poseer o de dominar!” (En defensa de la ilustración, pág. 79).

Esta insociable sociabilidad del hombre, según como la describe aquí el autor, parece insociabilidad más que sociabilidad. Parece que la inclinación más natural es la de alejarse de los demás, y lo que empuja al hombre a entrar en sociedad y salir del estado de naturaleza es el ponerse por encima de los demás, o bien el adquirir bienes para uno mismo, lo cual está muy lejos de un querer estar con los demás. El “lado social del hombre” tal y como lo describe Kant parece más egoísmo que sociabilidad. El fundamento, por tanto, del orden legal no es ningún antagonismo, sino el interés propio. Encontraríamos muchos parecidos en el Leviatán de Hobbes.

5– La idea que tiene Kant en mente es la de una sociedad que determine con precisión los límites de la libertad de cada uno, de forma que puedan coexistir las distintas libertades de los distintos individuos sin pisarse unas a otras. Esto se hace mediante la instauración de unas leyes exteriores. Para Kant, la libertad de cada uno termina donde empieza la del otro, y por eso es necesario una buena administración del derecho.