Epistemología y ética kantiana: Un enfoque sobre la razón pura y práctica
Teoría del Conocimiento
Introducción
Por influencia de Hume, Kant defenderá el criticismo: el análisis crítico de las posibilidades y los límites de la razón.
Aunque en oposición a Hume, defenderá que sí existen ideas como causa o sustancia, ya que en ellas se fundamenta la física.
En Crítica de la Razón Pura fundamentará la posibilidad de hacer ciencia y explicará las ilusiones de la metafísica.
Para desarrollar su crítica de la razón, Kant hará las siguientes distinciones:
- Juicio analítico: se afirma una propiedad en el predicado que ya está contenida en el sujeto. No amplía nuestro conocimiento. Ejemplo: Un soltero es un no casado.
- Juicio sintético: afirma en el predicado una propiedad no incluida en el sujeto. Amplía nuestro conocimiento. Ejemplo: La mesa es verde.
- Juicio a priori: es necesario e independiente de la experiencia. Ejemplo: Un triángulo tiene tres lados.
- Juicio a posteriori: surge de la experiencia, por lo tanto, es contingente. Ejemplo: Hoy hace sol.
Parece que hay un vínculo entre los juicios analíticos y a priori (serían las relaciones de ideas de Hume), porque una definición no depende de la experiencia; así como un vínculo entre los juicios sintéticos y a posteriori (serían las cuestiones de hecho de Hume), porque aportan información nueva y provienen de la experiencia.
PROBLEMA: Si solo podemos obtener información nueva a posteriori, recurriendo a la experiencia, los juicios sintéticos siempre serán contingentes y no podrán dar capacidad predictiva a nuestro conocimiento (= escepticismo de Hume).
Kant va a buscar juicios sintéticos a priori: que aporten conocimiento nuevo, pero no dependan de la experiencia.
Kant supone una síntesis entre el racionalismo y el empirismo: considera que ambos tienen algo de razón, y ambos se equivocan en algo. Defiende que tanto la percepción (los sentidos y la experiencia) como la razón juegan un papel importante a la hora de percibir el mundo: nuestros conocimientos parten de la experiencia, pero las percepciones son captadas de un modo determinado por la razón.
NO PODEMOS CONOCER EL MUNDO EN SÍ, SÓLO COMO LO PERCIBIMOS.
Las disposiciones de nuestra razón marcan el modo de percibir el mundo. Nuestros límites son el tiempo y el espacio: las formas de la sensibilidad del hombre, que son anteriores a nuestra experiencia, ya que todos los hombres, en cualquier momento de la historia y en cualquier parte del mundo, intuyen las cosas en el tiempo y en el espacio.
El tiempo y el espacio no están fuera de nosotros, según Kant, son cualidades de nuestra razón.
Frente a Hume y a Locke, defiende que la conciencia del ser humano no es una “pizarra pasiva” que recibe sensaciones de fuera, sino que moldea activamente y contribuye a formar nuestro concepto del mundo. Las sensaciones se adaptan a nuestra forma de sensibilidad → es el denominado giro copernicano de Kant: son los objetos los que se adaptan a la conciencia y no al revés.
Frente a Hume, defenderá la ley de causa-efecto: aunque no percibamos esa relación necesaria, el hombre la capta de ese modo, porque es una cualidad de la percepción de la razón humana. Todos los seres humanos tendemos a buscar la causa de los efectos porque forma parte de nuestra manera de percibir el mundo.
Kant señala que es posible el conocimiento, pero no de las leyes de la naturaleza, sino de las leyes del conocimiento humano.
Distinguirá entre:
- Material del conocimiento: la información que recibimos de la experiencia.
- Forma del conocimiento: el modo de percibir dicha información, como sucesos en el espacio y el tiempo.
La razón limita nuestro conocimiento.
El giro copernicano: El idealismo trascendental
Kant aplicará la racionalidad a:
- El ámbito del conocimiento: la razón nos sirve para conocer (razón pura o teórica).
- El ámbito de la acción: la razón guía y dirige nuestra acción (razón práctica).
Kant supone una síntesis entre el racionalismo y el empirismo: nuestro conocimiento comienza con la experiencia, pero no todo es experiencia, ya que el sujeto no se limita a recibir información, sino que él mismo construye su imagen del mundo.
Las teorías de Kant fueron tan revolucionarias que él mismo las denominó como un giro copernicano: no es el conocimiento el que ha de regirse por los objetos, sino que son los objetos los que se adaptan a nuestro modo de conocer. El sujeto impone sus estructuras o formas a priori al objeto. (Si llevásemos unas gafas rojas desde el nacimiento, el color rojo no sería una propiedad de las cosas, sino un filtro que nosotros ponemos).
Esta importancia que Kant otorga al sujeto y a las formas a priori en el proceso del conocimiento ha hecho que su filosofía se conozca como idealismo trascendental:
- Idealismo: porque sólo las ideas o estructuras mentales del sujeto (espacio, tiempo y categorías) permiten el conocimiento.
- Trascendental: porque estas ideas son trascendentales, es decir, son universales y trascienden los casos concretos, ya que tienen carácter a priori.
En el Idealismo trascendental de Kant:
- Los objetos aportan el contenido del conocimiento.
- El sujeto aporta la forma del conocimiento.
La posibilidad de hacer ciencia
En Crítica de la Razón Pura, Kant establecerá los requisitos necesarios para construir juicios científicos: juicios sintéticos a priori, que sean universales y necesarios, y que amplien nuestro conocimiento del mundo.
Partes de Crítica de la Razón Pura:
- Estética trascendental: analiza la facultad de la sensibilidad. Establece si son posibles los juicios sintéticos a priori en las matemáticas.
- Analítica trascendental: analiza la facultad del entendimiento. Establece si son posibles los juicios sintéticos a priori en la física.
- Dialéctica trascendental: analiza la facultad de la razón. Establece si son posibles los juicios sintéticos a priori en la metafísica.
Kant establecerá una diferencia entre:
- Nóumenos: las cosas en sí.
- Fenómenos: las cosas como se nos manifiestan.
Estética trascendental
En la estética trascendental, Kant analiza la primera facultad que interviene en el conocimiento: la sensibilidad. Esta representa la capacidad de abrirnos al mundo.
Cada especie posee un aparato sensorial que le hace percibir el mundo de una manera que no siempre coincide con las percepciones de un animal de otra especie (por ejemplo, nosotros vemos las amapolas rojas y las abejas las ven de color violeta. Ni nosotros ni las abejas podemos captar cómo son las amapolas en realidad).
La naturaleza y el funcionamiento de nuestra sensibilidad nos condiciona a ver el mundo de una determinada manera.
La sensibilidad está constituida por unas estructuras que nos capacitan para recibir impresiones, pero que a la vez nos limitan a recibirlas de una determinada manera: son el tiempo y el espacio, las formas a priori de nuestra sensibilidad, porque son anteriores a la experiencia. Es imposible representarnos nada si no lo situamos en un lugar y un momento concretos. Son intuiciones puras porque carecen de contenido empírico.
Las impresiones del mundo que nos proporciona la sensibilidad son una síntesis de:
- El material sensorial.
- Las estructuras internas (espacio y tiempo) del propio sujeto.
En las matemáticas son posibles los juicios sintéticos a priori: poseen carácter a priori y de universalidad, porque tanto la aritmética como la geometría se ocupan de las formas a priori de la sensibilidad:
- La geometría estudia las relaciones espaciales. Ejemplo: La recta es la distancia más corta entre dos puntos.
- La aritmética se ocupa del tiempo, ya que la serie numérica es para Kant una sucesión temporal. Ejemplo: 2 + 3 = 5. Son sintéticos, porque lo que se afirma en el predicado no está contenido en el sujeto, y a priori.
Analítica trascendental
Las intuiciones que nos aporta la sensibilidad no constituyen conocimiento. Son impresiones estructuradas y ordenadas en el espacio y el tiempo, pero aún inconexas y carentes de sentido. Es necesario interpretarlas y entenderlas para que proporcionen conocimiento. Esto es tarea del entendimiento.
En la analítica trascendental, Kant analiza la segunda facultad que interviene en el conocimiento: el entendimiento. Es la facultad de pensar o establecer juicios a partir de las intuiciones de la sensibilidad.
Estos juicios se llevan a cabo a partir de conceptos: estos agrupan la multiplicidad de impresiones, dotándolas de sentido. Son los instrumentos necesarios para pensar la realidad.
Tipos de conceptos:
- Conceptos empíricos: provienen de la experiencia. Tras observar y comparar, se extraen los rasgos comunes de diversos objetos y se forman conceptos (como el concepto de animal, casa o ser humano).
- Categorías: o “conceptos puros”, ya que son conceptos vacíos de conocimiento: necesitan el material que aporta la sensibilidad para llenarse y producir conocimiento. No provienen de la experiencia: son estructuras a priori del entendimiento y proporcionan 12 modos distintos de emitir juicios, a partir de las impresiones de la sensibilidad:
- Unidad
- Pluralidad
- Totalidad
- Realidad
- Negación
- Limitación
- Sustancia
- Causalidad
- Comunidad
- Posibilidad
- Existencia
- Necesidad
El espacio, el tiempo y las categorías son las formas trascendentales: las condiciones a priori del sujeto, que hacen posible el conocimiento.
Las categorías son la forma en que el mundo se hace comprensible para los seres humanos. Sólo la conjunción de las categorías y del material que aporta la sensibilidad permite entender un fenómeno u objeto de conocimiento.
Cabe destacar la categoría de causalidad, porque en ella se fundamenta la ciencia empírica. Kant está de acuerdo con Hume en que no podemos tener experiencia del concepto de causalidad entre fenómenos, pero podemos establecer relaciones de causalidad porque disponemos de un concepto a priori de causa. Disponemos en nuestra razón de una estructura que nos permite conectar fenómenos y que forma parte de nuestro modo de conocer la realidad.
En la física son posibles los juicios sintéticos a priori. A diferencia de los empiristas, Kant señala que los principios de la física no derivan de la experiencia, sino de las categorías del entendimiento, que son a priori. Por ejemplo, el principio de causalidad, según el cual entendemos que todo fenómeno tiene una causa, es una consecuencia del hecho de que nuestro entendimiento interpreta los fenómenos aplicándoles la categoría de causa.
Dialéctica trascendental
En la dialéctica trascendental, Kant analiza la tercera facultad que interviene en el conocimiento: la razón.
- La sensibilidad nos ha suministrado impresiones de la experiencia.
- El entendimiento ha agrupado y relacionado dichas impresiones a partir de los conceptos y categorías, en forma de juicios.
- La razón relaciona los juicios anteriores en razonamientos que buscan proporcionar conocimientos cada vez más generales.
La razón reduce la enorme variedad del conocimiento al menor número de principios.
La búsqueda de estos principios viene marcada por las formas a priori de la razón: las tres ideas trascendentales o ideales de la razón:
- Idea del alma: engloba a todos los fenómenos subjetivos procedentes de la experiencia interna, a los que unifica bajo la idea de “yo”. Ideas como la libertad o la inmortalidad del alma sobrepasan el campo de la experiencia. No se pueden demostrar por carecer de las intuiciones necesarias para adquirir significado.
- Idea de mundo: engloba a todos los fenómenos de la experiencia externa. Hay cuestiones relacionadas con el mundo que también resultan indemostrables: si el universo es finito o infinito; si las cosas que ocurren en el mundo tienen una causa o suceden por azar; si fue o no creado por un ser necesario.
- Idea de Dios: engloba tanto los contenidos de la experiencia interna como los de la experiencia externa. Es, por lo tanto, el principio más general. La idea de la existencia de Dios tampoco es demostrable ni tiene una validez objetiva.
Los ideales de la razón constituyen herramientas para ordenar el conocimiento, pero no tienen una existencia objetiva.
Existe un uso fraudulento de los ideales de la razón que no contribuye al avance del conocimiento, sino que conduce a contradicciones e ilusiones. Cuando se considera al yo, al mundo y a Dios como realidades objetivas y que podemos conocer, como si estas tuvieran un referente o correlato con la realidad, caemos en las ilusiones metafísicas. Tratamos al yo, al mundo y a Dios como objetos de la sensibilidad, aplicándoles categorías.
Las preguntas sobre Dios, el alma o el mundo no se pueden contestar científicamente. La razón pura, como fuente de conocimiento, no las puede resolver, por ello Kant las remite a otro ámbito: el de la razón práctica.
En la metafísica no son posibles los juicios sintéticos a priori. Aunque la metafísica se encuentre más allá de las posibilidades del conocimiento, responde a una tendencia natural del ser humano, que consiste en avanzar hacia principios cada vez más generales.
LAS TRES GRANDES PREGUNTAS DE KANT SON:
- ¿Qué puedo conocer? → Responde la razón pura.
- ¿Qué he de hacer? → Responde la razón práctica.
- ¿Qué puedo esperar?
Según Kant, las tres quedan englobadas en una única pregunta: ¿Qué es el hombre?
Ética
Kant señala que el ser humano no solo vive de conocimientos, también hace un uso práctico de la razón. No es solo un ser que conoce, sino que es un ser que actúa y que utiliza su razón para guiar y orientar su acción.
En su ética responderá a las preguntas “¿Qué he de hacer?” y “¿Qué puedo esperar, si hago lo que he de hacer?”.
Las respuestas las encontramos en Crítica de la razón práctica y en Fundamentación de la metafísica de las costumbres.
Para Kant, la ciencia y el conocimiento no son nada si no contribuyen a hacer más humano, auténtico y moral nuestro comportamiento, y esto es responsabilidad de la razón práctica.
Kant va a criticar la ética de las filosofías precedentes, cuyo objetivo era alcanzar la felicidad humana (Aristóteles: a partir de una acción equilibrada; Epicuro: a partir de los placeres sencillos; estoicos: a partir del dominio de las pasiones…).
Dichas éticas, según Kant, son:
- Éticas a posteriori: establecen los bienes que se quieren conseguir y los medios para lograrlos a partir de la experiencia. Son éticas empiristas y, por lo tanto, no pueden ser universalmente válidas.
- Éticas egoístas: se basan en el interés por lograr la propia felicidad.
- Éticas que formulan mandatos hipotéticos: es decir, condicionales (“si quieres vivir tranquilo, no te compliques la vida”, ¿es eso ético?).
- Éticas heterónomas: los mandatos morales no los establece el propio sujeto, sino la costumbre, la religión o la sociedad.
- Éticas materiales: son listados de normas o preceptos, con contenidos concretos de la acción moral.
La ética de Kant será:
- A priori: los mandatos morales no derivan de la experiencia, sino de la razón. La experiencia nos informa de lo que sucede, pero no de lo que debería suceder (vs. Hume: emotivismo moral → el sentimiento que nos produce una experiencia determina que consideremos algo ético o no).
- Desinteresada: la acción moral no debe responder a una finalidad particular. Hay que tratar a las otras personas como fines y no como medios para conseguir un objetivo.
- Formula imperativos categóricos: mandatos morales válidos para todos e incondicionales. No se vincula con ningún fin de la acción, sino con la intención de la acción.
- Autónoma: ha de ser el propio sujeto quien, a partir de la razón, descubra por sí mismo los mandatos morales. Reivindica la libertad y emancipación del ser humano.
- Formal: carece de contenido concreto. Kant no nos proporciona mandatos morales, sino el criterio para establecer que una acción es moral. Dicho criterio es el imperativo categórico → la norma que guía tu acto ha de ser una norma universal, un modelo de conducta que le sirva a cualquier hombre.
El ser y el deber ser
Kant distingue entre el ser y el deber ser. No podemos decidir qué es bueno o malo a partir de lo que sucede, sino a partir de lo que debería suceder (si viviésemos en una sociedad en la que todos se matasen entre sí a la menor oportunidad, ello no implicaría que el asesinato fuese moralmente aceptable).
Kant distingue entre:
- Actuar de acuerdo al deber: legalmente (no copiar en un examen porque sabes que si te ven te suspenderán).
- Actuar por amor al deber: moralmente (no copiar en un examen porque sabes que no es ético y estarías faltando al respeto al profesor y a tus compañeros).
Hemos de actuar por amor al deber, y nunca en vistas al beneficio que nos aporte una acción. Una acción moral no puede ser interesada, ya que el egoísmo no es moral.
Hay que actuar por deber, independientemente de que perjudique nuestros intereses particulares.
La moralidad tiene más que ver con la intención, con la buena voluntad, que con las consecuencias de los actos, que en la mayoría de los casos resultan imprevisibles.
El imperativo categórico
El deber ha de ser un criterio universal, válido para todos, independiente de los intereses particulares, y ha de derivarse de la razón (acciones como el suicidio, mentir, no desarrollar las disposiciones naturales o no ayudar al prójimo, no serían acciones morales desde la perspectiva kantiana, dado que no podrían convertirse en leyes universales).
El imperativo categórico manda lo que es bueno para todos.
Cabe destacar la necesidad universal de considerar a los demás como sujetos y no como objetos.
Kant considera que todo ser humano está capacitado para determinar racionalmente cuál es el deber.
Los postulados de la razón práctica
Aunque el alma, el mundo y Dios no pueden ser objeto de demostración científica, se convierten en imprescindibles para que la moralidad y el deber tengan algún sentido.
Kant considera a las ideas trascendentales de la razón pura postulados de la razón práctica (postulado → enunciado que no puede ser demostrado). Son ideas de las cuales no tenemos ninguna certeza, pero hemos de presuponer su existencia.
- La libertad humana: aunque los fenómenos naturales estén determinados mecánicamente por las leyes de la naturaleza, hay que presuponer la libertad humana. Poder decidir sobre las propias acciones, aunque sea un hecho indemostrable, es imprescindible si queremos hablar de comportamiento moral.
- La inmortalidad del alma: la inmortalidad se vuelve imprescindible para que, en última instancia, tenga sentido la exigencia de la moralidad. El comportamiento correcto pocas veces se recompensa y a menudo se sufren injusticias. Sólo suponiendo la inmortalidad del alma podemos confiar en que nuestra virtud será recompensada justamente con una existencia feliz, después de la muerte física.
- La existencia de Dios: no podemos tener ningún conocimiento de Dios, pero su realidad se convierte en necesaria como garantía del sentido de la existencia humana. Sólo Dios puede avalar que aquellos que son dignos de alcanzar la felicidad la obtengan.