Éticas formales y teorías morales
Se llaman éticas formales todas aquellas teorías que no responden a unos fines determinados ni establecen normas o leyes concretas de comportamiento, es decir, carecen de contenido alguno para la acción moral. Una determinada acción es buena o mala no por los contenidos o fines perseguidos, sino por la rectitud de intención para llevarlos a cabo, o lo que es lo mismo, por la forma de llevarlos a cabo. Por esta razón se las denomina éticas formales y son éticas que subrayan al máximo la autonomía moral de las personas.
Moral autónoma: moral en la que las normas surgen de la razón del propio sujeto.
Moral heterónoma: donde las normas proceden de otras instancias. Para Kant, que vive en el siglo de la Ilustración, critica las morales formal y heterónoma.
Deber: norma que la razón se da a sí misma de manera autónoma.
Imperativo categórico: principio que constituye el criterio supremo de moralidad, imposición absoluta de la razón, nexo de unión entre el deber y la buena voluntad. Su obligación es ser un principio formal, no material. No viene establecido por la experiencia, es la razón práctica. Es universal, es autónomo porque la obligatoriedad moral no viene determinada por instancias.
Sartre, el formalismo y la moral de situación: Sartre dice que la existencia precede a la esencia, con ello quiere destacar que el hombre es ante todo proyecto que se realiza eligiendo la propia forma de vida para la que no existen normas definidas ni valores supremos. No tiene una esencia o una naturaleza ya constituida y determinada como pueden tenerla las cosas.
El emotivismo moral: para el emotivismo moral, la razón no puede fundamentar las decisiones de lo que está bien o está mal, esta es labor del sentimiento o del gusto. El filósofo más representativo de esta idea es David Hume, que también es el más radical de los filósofos empiristas. El sentimiento, según Hume, tiene que ver con el placer y con el gusto. Así pues, entiende como virtud toda acción que produzca sentimiento de agrado y vicio lo que conlleva desagrado. Es decir, el bien moral se distingue porque nos produce bienestar y placer. El hecho de vincular las decisiones morales a los dictámenes del sentimiento y del placer sitúa al sentimiento moral en una posición próxima al hedonismo.
Nietzsche: filósofo nihilista para quien toda obligación moral hace del hombre un esclavo. La palabra nihilismo procede del vocablo latino ‘nihil’, que significa nada. Nietzsche es el filósofo más destacado de esta etapa, preocupado por la superación del hombre, realiza una crítica demoledora a toda la cultura occidental, la filosofía, la religión y en general a toda la sociedad de su tiempo. Así rechaza la concepción del mundo heredada de Sócrates, de Platón, de la Biblia y del cristianismo.
La teoría de los valores: los valores no son los valores valen. Existen independientemente de que los hombres los descubran o los piensen. Los valores son intemporales e inalterables o dependen de intereses de grupos de culturas. Los valores están polarizados y jerarquizados, no se presentan aislados sino en pares de opuestos y en campos de conducta estético religioso.
El origen de la democracia: solo cuando este poder está legitimado por aquellas razones, sobre todo morales, que justifican la obediencia, se reviste de autoridad. La primera forma de autoridad social fue la autoridad familiar, los padres porque son más fuertes y más sabios y además nos protegen. Pero la familia pronto fue insuficiente para mantenerse de forma autónoma, la sociedad progresó y el primero de esos grandes cambios fue la agricultura, que iría transformando las formas de organización social, desde los asentamientos en los terrenos fértiles, el establecimiento de la propiedad, la permanencia de leyes y las costumbres. La autonomía ya no era la familia, ni siquiera de la aldea, sino de las ciudades, con la ciudad. Cuando en el mundo griego la ciudad se hizo lo bastante autosuficiente como para convertirse ella sola en un estado, surgieron nuevas razones para hacer legítimo al poder, un poder que ya no procede de la autoridad de padres, sino de todo el pueblo, y aquí es cuando aparece por primera vez el concepto de democracia, el gobierno del pueblo. Las ciudades griegas no van a conocer la democracia hasta el siglo V a.C., cuando se transforman las ideas políticas y se pasa de los sistemas aristocráticos, o más exactamente tiránicos, a un sistema basado en el gobierno del pueblo.
Los regímenes democráticos: en el mundo contemporáneo, la forma de gobierno más aceptada es la democracia. Las democracias modernas se constituyen como estados de derecho, es decir, que la actuación de todos sus órganos públicos y privados se subordinan a la constitución y al ordenamiento jurídico. La constitución es un texto normativo fundamental, una de cuyas finalidades es la regulación del comportamiento político del estado y de sus órganos, así como de las personas que ejercen las distintas esferas de poder. En la constitución se plasman los derechos y libertades de los individuos y se regula el papel del estado en relación con la sociedad civil. Los regímenes democráticos tienen como principios el sistema representativo, sistema de votaciones que permite que se exprese la voluntad popular, la legitimidad democrática de los órganos estatales de decisión, el respeto por los derechos individuales y las libertades públicas, y la separación de los tres poderes.
La jefatura del estado: el jefe del estado asume y simboliza la unidad política del estado de forma efectiva ante los otros estados, atendiendo a la forma de gobierno. Monarquía es una pervivencia del pasado que se ha acomodado a las estructuras de la democracia, la constitución define sus funciones. Republicana, la jefatura del estado corresponde normalmente a un presidente que ha sido elegido por los gobernantes para ejercer el poder durante un periodo de tiempo limitado.