Las diferencias entre las democracias antiguas y las modernas no se basan únicamente en el tamaño, la complejidad y la extensión de las sociedades actuales, sino también en la percepción de su conveniencia. El objetivo de los estados modernos es articular un diseño institucional de gobierno popular que permita el control del poder y la protección de los derechos individuales en territorios extensos. El recelo liberal ante la participación masiva surge de la amenaza que las facciones, especialmente las mayoritarias, representan para la estabilidad política. La inevitabilidad del faccionalismo exige controlar sus efectos.

La solución propuesta es el gobierno representativo, que reduce los riesgos de las democracias puras mediante un cuerpo de representantes competentes para articular las demandas populares, considerando los intereses del país. La elección y responsabilidad de estos representantes disminuye la posibilidad de abuso de poder. Esta concepción de la representación da forma a un gobierno elitista, donde los líderes elegidos, más que representar a los ciudadanos, son aquellos que, por sus virtudes y cualidades, pueden tomar las decisiones más adecuadas. Se trata de una representación virtual, según Wood. Sin embargo, en la sociedad igualitaria norteamericana, esta idea fue superada por la concepción de la representación como representación de intereses, sin requerir competencias especiales.

La Influencia de la Revolución Francesa en el Pensamiento Liberal

Los planteamientos de Benjamin Constant permiten evaluar el impacto de la Revolución Francesa en el pensamiento liberal. La Revolución adoptó la democracia directa como ideal, resonando en el imaginario popular con valores como la participación ciudadana, la defensa de la república, el patriotismo y la virtud. La identificación de la democracia jacobina con el modelo antiguo perjudicó su causa, ya que su fracaso se interpretó como una confirmación de la indeseabilidad de la democracia radical.

En la redefinición conceptual posterior a la Revolución, Constant argumenta que en las sociedades modernas el valor fundamental es una libertad con un significado distinto al de los antiguos. Lo importante ahora es…

Las diferencias entre las democracias antiguas y las modernas no se basan únicamente en el tamaño, la complejidad y la extensión de las sociedades actuales, sino también en la percepción de su conveniencia. El objetivo de los estados modernos es articular un diseño institucional de gobierno popular que permita el control del poder y la protección de los derechos individuales en territorios extensos. El recelo liberal ante la participación masiva surge de la amenaza que las facciones, especialmente las mayoritarias, representan para la estabilidad política. La inevitabilidad del faccionalismo exige controlar sus efectos.

La solución propuesta es el gobierno representativo, que reduce los riesgos de las democracias puras mediante un cuerpo de representantes competentes para articular las demandas populares, considerando los intereses del país. La elección y responsabilidad de estos representantes disminuye la posibilidad de abuso de poder. Esta concepción de la representación da forma a un gobierno elitista, donde los líderes elegidos, más que representar a los ciudadanos, son aquellos que, por sus virtudes y cualidades, pueden tomar las decisiones más adecuadas. Se trata de una representación virtual, según Wood. Sin embargo, en la sociedad igualitaria norteamericana, esta idea fue superada por la concepción de la representación como representación de intereses, sin requerir competencias especiales.

La Influencia de la Revolución Francesa en el Pensamiento Liberal

Los planteamientos de Benjamin Constant permiten evaluar el impacto de la Revolución Francesa en el pensamiento liberal. La Revolución adoptó la democracia directa como ideal, resonando en el imaginario popular con valores como la participación ciudadana, la defensa de la república, el patriotismo y la virtud. La identificación de la democracia jacobina con el modelo antiguo perjudicó su causa, ya que su fracaso se interpretó como una confirmación de la indeseabilidad de la democracia radical.

En la redefinición conceptual posterior a la Revolución, Constant argumenta que en las sociedades modernas el valor fundamental es una libertad con un significado distinto al de los antiguos. Lo importante ahora