Evolución del Saber y la Concepción del Hombre: De las Semejanzas a las Ciencias Humanas
El Régimen de la Semejanza (Siglo XVI)
El siglo XVI representa el último gran momento de las semejanzas ocultas. Las semejanzas nunca se muestran por iniciativa propia; deben ser develadas por alguien. La develación ocurre a través de los signos: todo porta un signo, una marca que permite ver las similitudes. El orden se establece respecto a lo similar; todo es similar a otras cosas. Nunca se da la identificación propiamente tal. Cada semejanza no vale si no es por otra. Conocer es, fundamentalmente, interpretar signos.
La Ruptura de las Semejanzas y el Orden Clásico (Siglo XVII)
El siglo XVII marca el fin del reino de las semejanzas y un cambio fundamental en la lengua. Las cosas se ordenan mediante la ligazón que existe entre el signo y lo que significa. Se deja de asumir que la palabra “cultura” tiene un significado inherente; esta se liga a los significados actuales por medio de la relación indirecta entre la palabra y la cosa, impuestas por la sociedad pasada. El lenguaje se concibe como un discurso que habla sobre las cosas, una herramienta a utilizar sobre ellas, buscando definirlas incluyendo sus diferencias. Emplea la comparación para obtener un orden: teniendo un punto de comparación, se puede definir algo. Un punto de comparación es una medida. Se crean ámbitos precisos del saber:
- Gramática: el orden de las palabras.
- Historia Natural: el orden y dominio de los seres.
- Relaciones Económicas: el orden de la moneda y el valor.
La ciencia del siglo XVII no se preocupa del hombre como ser humano en sí mismo, sino como un ser vivo dentro de estos órdenes.
El Surgimiento del Hombre y la Modernidad (Siglo XVIII)
Desde el siglo XVIII hacia la modernidad, para que el hombre exista como objeto de saber, debe existir un cuestionamiento acerca de sí mismo. Los ámbitos del saber se transforman:
- La Historia Natural da paso a la Biología.
- Las Relaciones Económicas evolucionan hacia la Economía.
- La Gramática se convierte en Filología.
El hombre descubre que existe, se reconoce a sí mismo, quiere saber qué es, y se convierte en un sujeto que conoce. Se descubre como ser biológico, se conoce por su cuerpo y por su lenguaje. Se hace evidente que es limitado: por su cuerpo, por su muerte, por sus necesidades. Por lo tanto, sabe que las respuestas que puede dar a las interrogantes son limitadas también.
El Hombre Moderno y las Ciencias Humanas (Siglo XIX)
En el siglo XIX, el hombre asume su limitación, pero a la vez asume que está creado para crear y saber; se investiga empíricamente, pues es capaz de pensar. A las ciencias humanas les interesa el hombre por su capacidad de representarse a sí mismo, no simplemente por ser vida.
El hombre moderno genera la psicología y una producción cultural que define y es definida desde ciertos ámbitos del saber, generando un hombre normado, conflictivo y con noción de sistema. El hombre se cuestiona:
- ¿Qué es la vida?
- ¿Qué es el lenguaje?
- ¿Qué es el trabajo?
Y se pregunta: ¿Quién soy?
- Un ser biológico.
- Alguien precedido por las palabras (lenguaje).
- Un instrumento de producción (trabajo).
El ser humano está limitado por:
- Su cuerpo (finitud física).
- La vida (temporalidad, muerte).
- El deseo (necesidad, trabajo).
- El hablar (el lenguaje como estructura preexistente).
El ser humano se busca a sí mismo. La imposibilidad de distinguir el génesis origina el surgimiento de las Ciencias Sociales, que pretenden responder las interrogantes del humano. A las ciencias sociales no les interesa el hombre porque es un ser vivo, sino porque es capaz de conocerse y conocer el mundo; en definitiva, puede razonar sobre la vida.
Disciplinas Emergentes:
- Psicología: Enfocada en la Vida (Freud).
- Sociología: Enfocada en el Trabajo (Cuche, Lévi-Strauss).
- Antropología: Enfocada en el Lenguaje (Saussure).
Las ciencias humanas son una Producción Cultural que surge cuando el humano se pregunta qué es la vida, el trabajo, cuándo se pregunta por sí mismo y por sus limitaciones, y cuándo busca respuestas.
Más Allá de la Representación: Psicoanálisis y Etnografía
Los caminos para atravesar las limitaciones humanas, más allá del discurso consciente, de lo representado, y que van más allá del significado y del significante, son el psicoanálisis y la etnografía. Con el paso de la modernidad, el hombre descubre que hay cosas que lo trascienden, que van más allá de lo palpable, que traspasan los límites de la representación.
Obras como El malestar en la cultura, El porvenir de una ilusión y Tótem y tabú abren la posibilidad de pensar en el inconsciente no solo del humano, sino también de la cultura en la que está inmerso. El malestar en la cultura es generalizado y subjetivo, pues cada individuo que la compone se ve obligado a reprimir sus pulsiones sexuales y agresivas. El malestar es el síntoma de la enfermedad; la psicología trata de curar algo incurable, pues vive en la cultura, es parte de sí. La única manera real que tiene el humano de liberar sus pulsiones es mediante el arte, la religión, etc.
Ejemplo de liberación de pulsiones: La Religión Cristiana. El Tótem (Cuerpo de Cristo) permite compartir culpas, formar lazos sociales, hermandad, comunidad, estableciendo normas de convivencia mediante las cuales se reprimen las pulsiones.
Cuando el ser humano deja de importar como centro, el discurso asociado cae, los estudios se quedan sin tema, y lo único que queda por estudiar son aquellas cosas que van más allá del hombre como ser palpable.
La Perspectiva de Foucault
Foucault argumenta que no hay progreso ni historia lineal, pues esto significaría un eterno avanzar, y la cultura no es una línea continua. Lo que surge de un cambio no tiene por qué ser mejor o peor; es solo un cambio. El progreso supone que hay un hombre y que este puede mejorar, pero finalmente el hombre, más que sujetar, está sujetado por la realidad que lo rodea.