Kant

La filosofía de Kant supuso una revolución en el ámbito de la Metafísica, la Teoría del conocimiento y de la Ética. Kant lleva a cabo un examen crítico de la razón humana, con el fin de establecer cuáles son sus usos, sus limitaciones y su alcance. Para ello, escribe la Crítica de la Razón Pura, donde analiza el uso teórico de la razón y la facultad del conocimiento.

Problema del conocimiento

Kant comenzaba diciendo que, para que un conocimiento sea considerado científico, es decir, que aumente nuestro conocimiento, que sea universal, objetivo y necesario, debe construir juicios sintéticos a priori. Estos juicios deben ser sintéticos y, por tanto, aumentar nuestro conocimiento sobre el mundo (necesarios y universales), y no a posteriori (ya que tratan de objetos particulares y concretos). Kant admite que todo conocimiento empieza por la experiencia y que, en todo conocimiento, hay algo que le es dado al sujeto y algo que pone el propio sujeto al margen de la experiencia. Por ello, Kant admite que es el sujeto el que determina o construye el conocimiento sobre lo aportado desde la sensibilidad.

En el conocimiento se deben distinguir tres facultades:

  • La sensibilidad: es la capacidad de recibir representaciones por los objetos del mundo. Existen dos modos de sensibilidad: la sensibilidad externa, por la cual representamos objetos en el espacio, y la sensibilidad interna, por la cual intuimos en el tiempo nuestros estados psíquicos.
  • El entendimiento: consiste en pensar los objetos percibidos (fenómenos), siendo necesarios la intuición y el concepto. La simple percepción o intuición no basta. Si falta concepto, no hay pensamiento, y si falta intuición, no hay conocimiento. Por lo tanto, solo cuando se dan ambos se produce el conocimiento.
  • La razón: concluye el conocimiento que ha comenzado por los sentidos. Kant afirma que la razón es la facultad de la suprema unificación del conocimiento y que el entendimiento unifica los fenómenos mediante las categorías.

Kant introduce el concepto de noumeno (cosa en sí), lo incognoscible, lo que está más allá de la experiencia, para establecer el alcance y el límite del conocimiento humano. Entre nuestra facultad sensibilidad y nuestra facultad entendimiento se sitúa la imaginación, porque el entendimiento es el único capaz de formar juicios y, para Kant, el objeto de conocimiento solo se da propiamente en el juicio. La sensibilidad no juzga, es una facultad sobre todo receptiva, mientras que el entendimiento es activo. Si la sensibilidad cuenta con formas a priori, la imaginación cuenta con esquemas trascendentales que son reglas de imaginación por las que se sintetiza el material de las intuiciones sensibles con los conceptos del entendimiento. Kant dice que el dinamismo trascendental de la imaginación es un arte oculto en las profundidades del alma humana.

Hay dos tipos de conceptos:

  • Empíricos o a posteriori: son generalizaciones tomadas de la experiencia.
  • A priori: son opuestos por el entendimiento. Kant los llama categorías (hay doce categorías y permiten pensar el objeto como sustancia) y, para interpretar el mundo fenoménico, utilizamos estas categorías.

Kant afirma que el entendimiento no toma sus leyes de la naturaleza, sino que las prescribe a esta. La razón teórica tiene como función la de unificar todos los conocimientos del entendimiento mediante las ideas. Los conceptos puros de la razón son el alma, el mundo y Dios. Kant afirma que, mediante la idea de alma, podemos unificar nuestra vida psíquica, pero no podemos conocer el alma, ya que carecemos de una intuición de nuestra propia alma. Kant concluye que es imposible un conocimiento de las cosas en sí mismas y, en particular, de aquellas que constituyen el objeto de la metafísica: el alma, el mundo y Dios. Por lo tanto, la razón pura teórica genera ideas que van más allá del ámbito de la experiencia posible y abre al ser humano otros aspectos no referidos al conocimiento, sino a la ética y a la religión.

Problema de la virtud o de la moral: Ética

Kant distinguió dos usos de la razón humana:

  • Uso teórico: es la utilización de la razón para el mero conocer.
  • Uso práctico: es la utilización de la razón para la determinación de la voluntad mediante la imposición moral.

En la Crítica de la Razón Pura, Kant partía del hecho de que las matemáticas y la física son ciencias, a diferencia de la Metafísica, y que el saber se explica mediante juicios. El “deber” se expresa mediante mandatos o imperativos. Para establecer estos imperativos morales, es necesario que los establezca la razón pura, es decir, la razón al margen de toda experiencia.

Kant afirma que no hay nada incondicionalmente bueno, excepto una buena voluntad. La moralidad, para Kant, es obrar por respeto al deber, es decir, solo cuando obremos por deber es cuando somos “buenos” moralmente. No basta solo con obrar conforme al deber, porque podríamos hacerlo por motivos egoístas o altruistas, y entonces nuestra acción sería algo legal, pero no moral. Una voluntad es buena moralmente únicamente cuando se decide obrar por deber y no para conseguir otra cosa o por otro motivo.

Todos los sistemas morales anteriores a Kant son materiales. Sus normas son concretas, se fundamentan en la experiencia y sirven de orientación para conseguir la felicidad. La moral kantiana contiene un único imperativo que solo expresa lo que constituye la “forma” de cualquier imperativo: el deber universal. Esta es una ética fundamentada al margen de la experiencia y autónoma, en la que el sujeto se da a sí mismo la ley. Actuar moralmente es actuar por respeto a la ley, y la búsqueda de la felicidad queda excluida como finalidad del esfuerzo moral o la virtud. Esta virtud consiste en la intención y la lucha por someterse al deber por el deber, pero la virtud no está al alcance inmediato del ser humano.

La relación entre virtud y felicidad genera problemas. Sin embargo, no es la búsqueda de la felicidad lo que hace virtuoso al ser humano, ni tampoco la virtud es suficiente garantía de la felicidad. Por otro lado, el orden moral requiere la inmortalidad del alma, la existencia de Dios y la libertad.

  • La inmortalidad del alma: como garantía de posibilidad de un progreso indefinido de la virtud.
  • La existencia de Dios: como garantía de que virtud y felicidad han de coincidir.
  • La libertad: como condición para que podamos cumplir con el deber.

Solo podemos alcanzar la perfección moral si somos inmortales y solo podemos alcanzar el sumo bien o la felicidad si Dios existe. Kant concluye con una frase con la que resume el uso de la Razón: “Dos cosas llenan el alma de admiración y respeto: el cielo estrellado sobre mí y la ley moral en mí”.