Sócrates y Platón

Descartes coincide con Sócrates en la preocupación por buscar un método capaz de alcanzar la verdad y ser la pieza básica de su sistema. Sin embargo, en Sócrates este método se basa en el diálogo y la experiencia personal, mientras que en Descartes es un método más científico, objetivo y preciso. La influencia de Platón se manifiesta en el conocimiento intuitivo. Su teoría de la anamnesis es un claro exponente del innatismo. Ambos filósofos comparten una idéntica preocupación por la búsqueda de la verdad y del bien, pero en Platón esta búsqueda tiene una carga más ontológica, mientras que en Descartes posee una connotación eminentemente gnoseológica. Ambos buscan algo fuera de este mundo que sirva de fundamento a su doctrina: Platón la idea de Bien y Descartes encuentra en Dios la base de su filosofía. Ambos prefieren el conocimiento racional frente al conocimiento sensible. En Platón es evidente la influencia de las matemáticas pitagóricas, y Descartes fue un gran matemático, aportando las famosas “coordenadas cartesianas”.

Estoicismo

Los estoicos ponen de relieve el protagonismo de la razón, la cual justifica y explica su sistema moral y su actitud ante la vida. Descartes también sitúa la razón como eje fundamental de su sistema, iniciando la corriente racionalista. Ambos tienen un concepto elevado del alma como la parte superior del ser humano. Los estoicos apelan al dominio de las pasiones, y Descartes también propone en su “Tratado de las pasiones” consejos y normas para vivir tranquilamente.

San Agustín

San Agustín influye en Descartes proporcionándole el “cogito ergo sum” y la “duda” como uno de los argumentos para superar la incertidumbre escéptica. San Agustín se opone al escepticismo académico, y Descartes al pensamiento escéptico de Montaigne. Agustín y Descartes coinciden en:

  • Colocar a Dios y al alma como objeto principal de su filosofía.
  • La prueba de la existencia de Dios apoyada en la existencia de ideas innatas y la idea de infinitud.
  • El predominio de la voluntad sobre el entendimiento.

Se distinguen en que Agustín es intimista, mientras que Descartes confía en la razón para adquirir certezas. La fe es pieza fundamental en el pensamiento agustiniano, y Descartes prefiere prescindir de la fe cuando elabora su filosofía.

Montaigne

Montaigne fue el antídoto del pensamiento de Descartes. Contra él presenta los argumentos más fuertes y numerosos, y de él recibe influencias como la duda o diversas expresiones que ya aparecen literalmente en Montaigne.

Escolástica

Descartes conoce la filosofía escolástica de la escuela de Suárez desde sus años de estudio en el colegio de La Flèche. Escolástico es su “cogito ergo sum”, que está literalmente en las obras de San Anselmo. Además, es fiel a la escolástica en las expresiones, la terminología y el vocabulario, e incluso en la manera de encadenar los razonamientos y argumentar, y hasta en los temas tratados. Sin embargo, se diferencia de la escolástica, a la que rechaza de manera explícita, en el lenguaje utilizado: frente al latín y el silogismo, Descartes prefiere el francés como lengua viva y un estilo expositivo sencillo y claro frente a los complicados silogismos. Frente a la especulación escolástica, prefiere la filosofía hecha desde el estudio del gran libro del mundo.

Empirismo

Aunque Descartes y el empirismo se desarrollan en un mismo tramo temporal, coinciden en tener como tema central de su filosofía el problema del conocimiento. Descartes pretende buscar y adquirir conocimientos ciertos sirviéndose de la razón como facultad segura que garantiza la certeza, mientras que el empirismo se centra en la génesis y adquisición del conocimiento partiendo de la experiencia sensible como elemento que lo desencadena. Descartes descubre en su filosofía verdades firmes, seguras y ciertas, mientras que el empirismo deja traslucir una duda existencial y problemática a nuestras certezas vitales.

Kant

Kant tiene muchas deudas concretas con Descartes, pues se inicia en la filosofía con el racionalismo y transmite este sistema en sus primeros años de docencia. El racionalismo es un elemento fundamental de todo su pensamiento, y tiene también una análoga pretensión de hacer una filosofía cierta y que ocupe el lugar que le corresponde en el conjunto de las ciencias. Pero Kant despertará del sueño narcótico del racionalismo que le impedía poner en duda las afirmaciones dogmáticas sin someterlas a juicio. En ambos pensadores se concede una gran importancia al “yo”, pero en Descartes es un “yo” sustancial, único y personal, mientras que en Kant es reducido a un “yo” que agrupa en la conciencia las representaciones que forma de la realidad.

Husserl

Husserl se confiesa deudor de Descartes, a quien dedica su obra “Meditaciones Cartesianas”. Al igual que él, pretende depurar la filosofía de toda adherencia extraña para hacer de ella una ciencia cierta y segura, e intenta buscar un fundamento sólido y seguro. Descartes lo encuentra en el “yo” a través de la duda, y Husserl lo establece en un “yo” trascendental, empleando el método fenomenológico y las diversas reducciones.