La Ética Emotivista de David Hume

La teoría del conocimiento de David Hume es solo una parte de su proyecto más amplio expuesto en el Tratado de la Naturaleza Humana, donde busca desarrollar una ciencia integral sobre la naturaleza humana.

La ética de Hume se inspira en el emotivismo de Hutcheson, afirmando que las acciones se valoran según los sentimientos de agrado o desagrado que provocan. Para Hume, la moral se basa fundamentalmente en las emociones, no en la razón. Son las pasiones las que motivan nuestras acciones. Además, Hume niega la existencia de la libertad humana en el sentido tradicional.

Crítica a la Razón en la Moral y la Falacia Naturalista

Hume critica las éticas que intentan deducir lo que “debe ser” (la norma moral) a partir de lo que “es” (hechos empíricos), lo que posteriormente se conoció como la “falacia naturalista”. Rechaza la idea de una “naturaleza humana” fija que pueda fundamentar objetivamente las normas morales, alineándose así con el convencionalismo moral que ya se encontraba en pensadores como Ockham.

Para Hume, los únicos “hechos” relevantes para construir juicios morales son los sentimientos y pasiones que las acciones despiertan en el individuo y en los espectadores. Lo “bueno” es aquello que genera un sentimiento de aprobación o agrado, mientras que lo “malo” es lo que provoca desaprobación o desagrado.

Utilitarismo y Preocupaciones Sociales

Hume anticipa tesis utilitaristas y consecuencialistas al sugerir que evaluamos las acciones según la utilidad que generan y sus consecuencias para la sociedad. Aunque su reflexión puede interpretarse con una corriente egoísta (basada en el sentimiento individual), también integra importantes preocupaciones sociales en su ética, destacando que “todo lo que contribuye a la felicidad de la sociedad merece nuestra aprobación”.

En resumen, para Hume, la razón está subordinada a las pasiones, que son las verdaderas guías de la conducta ética. Su emotivismo, influido por Hutcheson, sienta bases que luego serán desarrolladas por pensadores utilitaristas como J.S. Mill y J. Bentham, y también por los pragmatistas americanos.

La Concepción del Ser Humano en Jean-Jacques Rousseau

En la crítica que Jean-Jacques Rousseau hace al desarrollo de las sociedades, subyace una visión esencial del ser humano, de sus características más propias y deseables. Considera que las sociedades han de tener en cuenta esta “esencia humana” para organizarse de modo que sea respetada o realizada. Por tanto, podemos entender que el pensamiento antropológico de Rousseau se enmarca en su interés político por criticar, definir y construir la sociedad.

Estado de Naturaleza vs. Estado Social

En este marco, Rousseau establece el concepto de “estado de naturaleza” como la condición hipotética del ser humano fuera de la sociedad, contraponiéndolo al “estado social”, que es la situación real del hombre que vive en sociedad.

Al imaginar cómo sería el hombre al margen de la sociedad (el hombre natural), Rousseau deduce cómo debería ser la sociedad para ser acorde con esa naturaleza original. La idea de “hombre natural” funciona como una “brújula” para orientar correctamente la reforma del sistema político.

Características del Hombre Natural

En el estado de naturaleza, Rousseau postula que el ser humano sería bueno y feliz, independiente y libre, guiado por el “amor de sí” (amour de soi), un instinto básico de autoconservación. Según Rousseau, el ser humano es, ante todo, sentimiento. Los sentimientos dominantes en su naturaleza serían:

  • El amor a sí mismo (instinto de supervivencia).
  • La conmiseración o piedad hacia sus semejantes (un rechazo innato a producir sufrimiento ajeno).

Este estado es premoral: el hombre no es ni bueno ni malo en sentido moral, pues carece de las condiciones sociales y racionales para ello.

La Corrupción en el Estado Social

En contraste, en el “estado social”, tal como se ha desarrollado históricamente, el hombre se pervierte y se hace malo. Pasa a estar movido por el “amor propio” (amour propre), un sentimiento egoísta nacido de la comparación social y el deseo de reconocimiento. Se convierte así en un “hombre artificial”, guiado por la injusticia, la opresión y la falta de auténtica libertad.

La Bondad Natural como Herramienta Crítica

Rousseau no afirma que el hombre natural sea moralmente bueno en el sentido pleno, sino que su naturaleza no está corrompida. Es la sociedad la que lo moldea y, a menudo, lo degrada. La suposición de su bondad natural es un método para identificar los males sociales. Como él mismo sugiere, es similar a cómo Galileo pudo haber usado la idea de esferas perfectas para estudiar las imperfecciones en la naturaleza física.

La idea de que el hombre natural es “bueno” no implica una moralidad innata, sino que resalta cómo la sociedad lo transforma. Esta suposición metodológica subraya que la naturaleza humana no está fijada de antemano como algo negativo, sino que su desarrollo depende crucialmente del tipo de sociedad en que vive.