Lenguaje, Perspectivismo, Voluntad de Poder y Muerte de Dios en Nietzsche
El Lenguaje y el Perspectivismo en Nietzsche
Lenguaje
En sus escritos póstumos, particularmente en Sobre la verdad y la mentira (1873), Nietzsche aborda el papel del intelecto humano en el conocimiento y la función del lenguaje en la formación de conceptos. Argumenta que el lenguaje se origina en la capacidad de crear metáforas. El conocimiento sensorial, inmediato e individual, se oculta tras la palabra, que pretende ser su imagen, generando un primer falseamiento. La palabra se transforma en concepto “por equiparación de casos no iguales”, refiriéndose a algo común entre realidades distintas, produciendo un segundo falseamiento. Si la metáfora falsea la intuición, el concepto falsea la metáfora. De esta manera, el lenguaje es solo metáfora, y se miente al aceptar que las cosas se indican mediante metáforas.
Para Nietzsche, la verdad es una mentira colectiva, y el impulso hacia la verdad es un olvido inconsciente de esa mentira. El lenguaje es un sistema de metáforas inventado libremente que se impone como el único modo válido de describir el mundo. Cuando un concepto se hace común, lo llamamos verdad, y consideramos mentira lo que se sale del pacto. Nietzsche critica la historia de la filosofía como un error filológico: confundir lenguaje con realidad. Contrapone el hombre conceptual, asociado a la ciencia y la abstracción, con el hombre intuitivo, vinculado a la cultura y el arte. El hombre intuitivo, a través de la intuición y el arte, capta la vida mejor que el filósofo y el científico.
Perspectivismo
La noción de verdad en Nietzsche es perspectivista: para cada individuo, la verdad es su perspectiva, lo que aumenta su voluntad de poder. No hay hechos, sino interpretaciones, todas igualmente válidas. El perspectivismo sostiene que el conocimiento solo puede obtenerse atendiendo al punto de vista de cada examinador. No conocemos las cosas, sino que las interpretamos. Nietzsche critica a los filósofos por usar conceptos metafísicos como si fueran reales, especialmente el concepto de “ser”, que considera una ficción vacua, al igual que el “yo” de Descartes o la “cosa en sí” de Kant.
Afirma que solo captamos de la realidad lo que se muestra a los sentidos. Adopta un fenomenalismo, donde el fenómeno es todo lo que hay y el mundo que se nos aparece es el real. Sin embargo, como la realidad está configurada por el lenguaje, no podemos distinguir entre lo que se muestra y los prejuicios inscritos en el lenguaje. Contra el dogmatismo metafísico, Nietzsche propone un fenomenalismo y un perspectivismo. Asume que no conocemos la realidad tal como es, sino como la moldeamos según nuestro lenguaje y necesidades. Existen tantas percepciones de la realidad como sujetos cognoscentes, y por tanto, no hay una única percepción correcta. Dado que las convenciones sociales para establecer la verdad o falsedad son creadas por nosotros, la única verdad es la perspectiva.
La Voluntad de Poder y la Muerte de Dios en Nietzsche
Voluntad de Poder
Nietzsche concibe la vida como voluntad de poder, un impulso constante de ser más, de superarse, de crear. No es una fuerza biológica como en Darwin, sino un impulso que se manifiesta de diversas maneras. La voluntad de poder está ligada al sentimiento de plenitud y fuerza del impulso dionisiaco. Se opone a la voluntad de verdad de la ciencia y la filosofía, al ascetismo y a la no-voluntad propuesta por Schopenhauer para anular la voluntad de vivir. Nietzsche reivindica la voluntad de poder como una fuerza creadora de valores que aniquilará los valores morales decadentes de la civilización occidental. Rechaza las negaciones del ascetismo y exalta el valor de lo terreno y corporal.
La Muerte de Dios
La muerte de Dios es una crítica radical a la religión y la moral cristiana, que considera nocivas para la humanidad. Es una manifestación del nihilismo europeo y una oportunidad para el nacimiento del superhombre. La muerte de Dios es la condición necesaria para la aparición del superhombre. Si Dios ha muerto, es porque los hombres lo han matado. Esto supone un cambio en el género humano que culminará con la llegada del superhombre. Mientras Dios representa la negación de la vida terrena, el superhombre la afirma y la acepta en toda su crudeza.
Con la muerte de Dios, Nietzsche se refiere al surgimiento de la Ilustración y la cultura laica europea. Es la constatación de la secularización de la sociedad y la pérdida de credibilidad de los valores absolutos de la metafísica. El derrumbe de estos valores ilusorios conducirá al nihilismo en la sociedad occidental, pasando primero por una etapa de decadencia y negatividad, y luego a una etapa activa y positiva de creación y afirmación. Es tiempo de vivir con optimismo y voluntad de crear, el tiempo del superhombre.