Rousseau: Libertad, Sociedad y Contrato Social

Para Rousseau, el ser humano nace libre, pero la sociedad lo encadena. Desde el nacimiento, poseemos instintos naturales que nos guían hacia la felicidad. Los niños viven espontáneamente, expresan libremente sus emociones y se sienten plenos, ya que aún no han sido reprimidos por la cultura. El hombre salvaje es bueno.

Sin embargo, la sociedad interviene como una forma de opresión, alejándonos de nuestra naturaleza. Desde pequeños, somos disciplinados, instruidos para reprimir nuestros instintos y renunciar al placer. Esto nos convierte en seres infelices, agresivos y esclavizados por el progreso.

A diferencia de la visión ilustrada, Rousseau considera que la cultura no es sinónimo de avance, sino de una domesticación forzada que nos priva de la libertad. El origen del malestar humano está en el egoísmo y la propiedad privada, que imponen leyes artificiales y generan desigualdad.

En Emilio, Rousseau propone una educación basada en la naturaleza, donde los niños crezcan libres, espontáneos y tolerantes. Sin embargo, como ya no podemos volver a nuestro estado salvaje, la solución es una sociedad en la que cada ciudadano participe activamente en la creación de las leyes, asegurando así su propia libertad y evitando sentirse sometido a normas ajenas.

Ideas Políticas y Libertad

Las ideas políticas de Rousseau influyeron en las revoluciones francesa y americana, así como en la democracia y el comunismo modernos. Su principal preocupación era cómo conciliar la libertad individual con la necesidad de leyes en sociedades complejas. Es decir, cómo sentirse libres en un mundo disciplinado.

Rousseau parte de la idea de que nacemos buenos, pero la sociedad nos hace infelices y agresivos. Sin embargo, no podemos recuperar la libertad volviendo a la naturaleza, ya que esto es inviable. La solución es que cada ciudadano participe en la creación de las leyes, pues obedecemos mejor aquellas normas que sentimos propias. Al involucrarse en la política, el individuo recupera parte de su espontaneidad y libertad.

Este pensamiento se opone a los regímenes totalitarios y a cualquier sistema en el que solo unos pocos deciden por todos. Incluso en las democracias actuales, muchas personas renuncian a participar y terminan sintiéndose manipuladas por el sistema.

Para Rousseau, toda legislación debe buscar la libertad y la igualdad. Si la sociedad impone cadenas, lo mejor es que los propios ciudadanos decidan cuáles serán. Como no pueden hacerlo individualmente, al menos deben participar en política. La verdadera libertad consiste en obedecer la voluntad general, que surge de la participación de todos.

El contrato social permite equilibrar el interés público y privado, asegurando que la opinión de cada uno cuente, pero que prevalezca el bien común. Sin embargo, Rousseau advierte que el interés público no siempre coincide con la opinión de la mayoría, lo que exige un sistema político justo y representativo.

La Alienación a la Comunidad

Rousseau sostiene que cada individuo debe ceder todos sus derechos a la comunidad para que el pacto social sea justo y equitativo.

Entrega Total de Derechos

La entrega es total y sin reservas: no se ceden derechos de manera parcial, sino que se transfieren íntegramente a la voluntad general. Al hacerlo, todos están en la misma situación y ninguno puede oprimir a los demás sin dañarse a sí mismo, ya que la comunidad representa a todos.

La Igualdad como Principio Fundamental

Como todos ceden sus derechos por igual, no hay motivo para que alguien imponga condiciones injustas, ya que eso lo afectaría a sí mismo. Esta igualdad impide que haya privilegios o cargas desiguales, ya que cada miembro está igualmente implicado en la sociedad.

Evitar el Conflicto entre lo Individual y lo Colectivo

Si cada persona retuviera algunos derechos individuales, surgirían conflictos, ya que no habría una autoridad superior (un árbitro imparcial) que pudiera resolver las disputas entre el individuo y el conjunto de la sociedad. En tal caso, cada uno se convertiría en su propio juez y comenzaría a interpretar sus propios derechos de manera subjetiva, lo que llevaría a un regreso al estado de naturaleza (es decir, al desorden y a la falta de una autoridad común). Esto haría que la asociación política fuera o tiránica (si unos se imponen sobre otros) o ineficaz (si no hay un poder legítimo para hacer cumplir las normas).

Diferencia entre Voluntad Particular y Voluntad General

Como ser humano, cada individuo puede tener intereses que entren en conflicto con el bien colectivo. Por ejemplo, una persona puede querer pagar menos impuestos (interés particular), aunque esos impuestos sean necesarios para financiar servicios públicos que benefician a todos (voluntad general).

La Tendencia Natural al Egoísmo

Cada individuo, al sentirse independiente, puede pensar que los sacrificios que se le exigen le perjudican más de lo que benefician a la sociedad, por lo que puede verse tentado a disfrutar de los beneficios del Estado sin contribuir a él. Algunas personas ven al Estado como algo externo a ellas y consideran sus obligaciones como “contribuciones gratuitas”, sin darse cuenta de que ellas mismas son parte del Estado.

El Peligro de Ciudadanía sin Deberes

Rousseau advierte sobre un problema crucial: si los ciudadanos quieren conservar sus derechos sin asumir sus deberes, el contrato social se rompe. Si cada uno piensa solo en su propio beneficio y deja de cumplir con sus obligaciones, el Estado se vuelve insostenible.

Kant: Conocimiento, Ética y Deber

Epistemología: Los Límites del Conocimiento

Kant, influenciado por Hume, despierta de su “sueño dogmático“, es decir, la creencia de que podemos conocer la realidad tal como es. En su Crítica de la razón pura, se pregunta por qué las ciencias empíricas avanzan mientras la ética y la metafísica permanecen estancadas. Para responder, establece un “tribunal de la razón” y analiza qué podemos conocer realmente.

Según Kant, la mente humana posee tres facultades esenciales:

  • La sensibilidad, que recibe la información sensorial y la organiza a través del espacio y el tiempo.
  • El intelecto, que clasifica las experiencias mediante categorías para formar conceptos.
  • La razón, que genera ideas abstractas sin una referencia directa en el mundo sensible.

A partir de esto, distingue entre:

  • Juicios analíticos, donde el predicado está contenido en el sujeto (“Los solteros no están casados”) y que, aunque son universales, no aportan conocimiento nuevo.
  • Juicios sintéticos, que añaden información (“La mesa es marrón”) pero dependen de la experiencia.

Su mayor innovación es la introducción de los juicios sintéticos a priori, que son universales y necesarios pero también aportan conocimiento nuevo, como en matemáticas (“7+5=12”) o en ciencias empíricas (“El agua hierve a 100°C”). Así, Kant intenta conciliar el racionalismo y el empirismo, rechazando la idea de que solo la razón o solo la experiencia bastan para conocer el mundo. Argumenta que existen principios a priori, como la causalidad (“todo efecto tiene una causa”), que no provienen de la experiencia sino que la hacen posible. Con esta síntesis, redefine los límites del conocimiento humano y sienta las bases de la epistemología moderna.

Kant, en su revolución copernicana del conocimiento, sostiene que no conocemos la realidad en sí misma (noúmeno), sino solo como nuestra mente la percibe (fenómeno), ya que las leyes científicas no están en las cosas, sino que nuestra mente las impone al mundo. A diferencia de Hume, que veía la ciencia como un hábito mental basado en la costumbre, Kant argumenta que la mente estructura la experiencia a priori, como si lleváramos “gafas” que filtran la realidad. Esto implica que cada ser podría percibir el mundo de manera distinta. Además, distingue entre el conocimiento empírico y las ideas metafísicas, que no proporcionan verdades objetivas pero son esenciales como principios regulativos en ética, política y estética, ya que orientan nuestras decisiones aunque no puedan verificarse empíricamente.

Ética: El Deber y el Imperativo Categórico

La ética de Kant es la emanación del espíritu del luteranismo. Lutero, desmarcándose del catolicismo, predicaba la autonomía del creyente frente a la estructura eclesiástica, renegaba de la confesión como medida para restaurar la propia inocencia, consideraba que la salvación no proviene de las obras, sino de la fe (es la buena intención lo que cuenta, más que el resultado de la acción).

Así, la ética de Kant es:

  • Categórica (no admite excepciones).
  • Universal (debe valer para todos).
  • Autónoma (cada uno debe pensar por sí mismo, no se puede delegar la responsabilidad en otros).
  • Formal (no dice qué hay que hacer, sino que se plantea la forma, el cómo hay que actuar).

Al ser una ética formal, no es una ética material. Es decir, no tiene una vida ética quien alcanza un objetivo (el placer de Epicuro, la felicidad de Aristóteles, ni por supuesto las éticas materialistas), sino quien simplemente busca la manera mejor de comportarse.

No siendo una ética de la felicidad, es una ética del deber. No del deber para evitar un castigo, sino una ética del deber por el deber. Las acciones buenas son aquellas que se cumplen por su propia bondad, no en vista de un premio. No actúo bien porque así obtengo ventajas, actúo bien porque hay que actuar bien. No ayudo al amigo porque así el amigo me deberá el favor o me regalará algo, sino porque hay que ayudar a los amigos.

Es una ética de la dignidad, no de la felicidad. El premio de la dignidad es ser un digno representante de la especie humana.

Para Kant, a la hora de actuar hay dos tipos de fines: específicos o generales. Por ejemplo, si quiero aprobar bachillerato ¿qué tengo que hacer? Este objetivo requiere una acción hipotética, que se aconseja sólo en el caso específico en que estamos involucrados. Estas situaciones responden a imperativos hipotéticos, que no son propiamente éticos.

Sin embargo, si yo digo: ¿qué tengo que hacer para vivir bien?, esta cuestión es altamente general, es universal, se aplicaría a cualquier situación. Esta situación es máximamente ética y Kant la resuelve a través del imperativo categórico. Se trata de algo formal y no empírico, porque se debe poder aplicar a cualquier situación de la vida (es entonces algo universal). Imperativo significa “orden” y categórico “que se aplica siempre, sin excepciones”.

Aristóteles: Política, Conocimiento y Lógica

Filosofía Política: El Zoon Politikon y las Formas de Gobierno

Aristóteles sostiene que los humanos, por naturaleza, son seres políticos (zoon politikón) y que la vida política surge de la necesidad de los seres humanos de reunirse y comunicarse entre sí, algo que nos distingue de los animales, que solo tienen voz. La estructura básica de la sociedad comienza con la familia, y a medida que se agrupan, se forman aldeas, y finalmente, se llega a la polis o el estado.

Para Aristóteles, lo importante no es el tipo de sistema de gobierno, sino que quien ejerza el poder lo haga en beneficio del interés común. En cuanto a las formas de gobierno, distingue entre aquellas que considera justas, como la monarquía (gobierno de uno solo), la aristocracia (gobierno de los mejores) y la democracia (gobierno de la comunidad), que buscan el bien común. Por otro lado, también señala las desviaciones de estos sistemas: la tiranía (desviación de la monarquía), la oligarquía (desviación de la aristocracia) y la demagogia (desviación de la democracia), que son injustos porque buscan los intereses propios de los gobernantes.

Para Aristóteles, la diferencia entre los regímenes justos y los injustos radica en que en los primeros el poder se ejerce para el bienestar de la comunidad, mientras que en los segundos, se busca el beneficio personal de los gobernantes. Además, Aristóteles siempre estuvo en contra de la democracia, considerando que la mejor forma de gobierno es la aristocracia, un término medio entre la monarquía y la democracia. Esto lo diferencia de Rousseau, quien creía en la soberanía popular y la democracia directa como el camino hacia el bien común, defendiendo que todos los ciudadanos tienen la capacidad de tomar decisiones colectivas para lograr la voluntad general.

Epistemología y Lógica: Del Empirismo al Silogismo

Aristóteles sostiene que el conocimiento comienza con la causa o el origen de algo, y propone cuatro principios (causas) que explican los entes, siendo la teleología (causa final) la más importante. A diferencia de Platón, que defendía el racionalismo, Aristóteles afirma que el conocimiento parte de los sentidos (empirismo). La percepción nos da imágenes sensoriales que el intelecto guarda en la memoria, formando experiencia. Estas imágenes se agrupan por semejanza, creando conceptos. El lenguaje humano permite afinar y comunicar estas generalizaciones.

La inducción es el proceso de abstraer lo que los casos particulares tienen en común. Respecto a la sustancia, el intelecto retiene la forma (eidos) común de una categoría. Aristóteles clasifica los saberes según si nos enseñan los medios o los fines, considerando que la ética y la metafísica son superiores a la técnica. También es el padre de la lógica, estudiando cómo se relacionan las proposiciones. Su herramienta principal es el silogismo, que permite deducir conclusiones a partir de premisas.