La reflexión sobre el ser humano

La reflexión sobre el ser humano trata de responder cuestiones sobre qué somos, en qué consiste nuestra condición, cuál es nuestro origen, cómo ha sido nuestro desarrollo cultural.

Antropología científica y filosófica

La antropología científica del siglo XIX, alentada por el desarrollo de la Teoría de la Evolución, se divide en: la antropología física, que estudia la dimensión biológica (hominización), y la antropología cultural, que se centra en el desarrollo cultural de la propia especie (humanización).

La antropología filosófica explica globalmente qué somos y qué sentido tiene la existencia humana; pretende definir los rasgos esenciales del ser humano.

De “centro de la creación” a “descendiente del mono”

Se había pensado que el hombre ocupaba un lugar especial dentro del universo, que era la cúspide de la creación. Somos la única criatura que pone nombre a todo lo creado. Platón y Aristóteles afirman que el ser humano cuenta con características especiales que le distinguen del resto: la inteligencia, el lenguaje y la capacidad de vivir en sociedad.

Cambios de paradigma

  1. El cambio del modelo geocéntrico al heliocéntrico: nuestro planeta no ocupa ya el centro del universo, sino que es uno más de los planetas que giran alrededor del Sol.
  2. La teoría de la evolución de Darwin: no somos una especie única, sino una más de las muchas especies animales que pueblan el planeta Tierra.
  3. La llamada “filosofía de la sospecha”. Hay tres autores que en el siglo XIX van a criticar duramente la razón humana. Se trata de:
    • Marx: el fundador del movimiento obrero. La razón es una herramienta en manos de la burguesía para justificar la explotación del proletariado.
    • Nietzsche: la razón es un valor decadente que niega la vida y convierte al ser humano en un ser abnegado y sacrificado.
    • Freud: la razón es un mecanismo de control de los impulsos, y su tendencia a esconderlos da origen a muchas enfermedades mentales; es un mecanismo negativo.

La evolución humana: del fijismo a la teoría de la evolución

Linneo y Lamarck

El fijismo ha sido la teoría dominante en biología hasta el siglo XIX. Las especies han permanecido inalterables a lo largo del tiempo y no comparten ningún antepasado común, relacionándose así con el creacionismo, que venía respaldado por las mitologías. Fue desarrollada por Linneo y Cuvier. Sin embargo, la gran cantidad de fósiles que iban apareciendo cuestionaban las tesis fijistas.

El primer científico que propuso una teoría evolutiva fue J.B. Lamarck. Su teoría era compatible con el creacionismo: Dios es el responsable último de la naturaleza, pero no creó todas las especies tal y como hoy las conocemos, sino que estas han ido desarrollándose a lo largo del tiempo de acuerdo a dos principios:

  1. Ley de uso y del desuso: los órganos que son más utilizados por cada ser vivo son más desarrollados que aquellos que no se utilizan, que habitualmente se terminan atrofiando.
  2. Transmisión por herencia de las modificaciones adquiridas: estos cambios son transmitidos a través de la herencia a los descendientes, de tal forma que las siguientes generaciones nacen ya con ciertas ventajas.

El evolucionismo madura: Darwin (y Wallace)

Se deja de pensar en términos fijistas para introducir una tendencia evolucionista, un auténtico giro dentro de la biología, y preparó el terreno para el desarrollo de la teoría de Darwin. Wallace, de manera independiente, elaboró una teoría similar a la de Darwin al tiempo que él. Sin embargo, el eco alcanzado por Darwin fue mayor y por eso es conocido como el padre de la Teoría de la Evolución.

Evolución de las especies

  1. La naturaleza no es estática, se caracteriza por un cambio permanente a partir del cual surgen nuevas especies. Ninguna especie permanece inalterada.
  2. Todas las especies tienen un origen común. Si retrocediéramos en la historia, podríamos encontrar un antepasado común a todas las especies. Esto se debe fundamentalmente al proceso de adaptación de una misma especie a entornos naturales distintos.
  3. Dos principios: la lucha por la supervivencia y la selección natural. Nacen más individuos de los que pueden sobrevivir y de los que pueden alcanzar el éxito reproductivo. Solo sobrevive el mejor adaptado, por un proceso de selección.

Una teoría compleja: la Teoría Sintética de la Evolución

La teoría de Darwin ofrecía una explicación de los mecanismos evolutivos, pero era incapaz de arrojar luz sobre la acumulación de variaciones. Mendel realizó descubrimientos en la genética con guisantes, estableció las leyes de la herencia y explicó cómo se transmiten los rasgos genéticos en función de que sean o no dominantes o recesivos.

Morgan o Dobzhansky desarrollaron la teoría sintética de la evolución, que combina la teoría de la selección natural de Darwin con las leyes de la herencia de Mendel.

Hominización y humanización

Somos una extraña mezcla de naturaleza y cultura. La naturaleza es aquello que se crea a sí mismo; la cultura nos remite a lo fabricado. Hominización es el conjunto de cambios naturales y transformaciones que han ido sufriendo los homínidos desde el Australopithecus hasta el Homo sapiens sapiens. Humanización se trata del proceso de desarrollo cultural desde su aparición como especie hasta nuestros días. El desarrollo natural (hominización) y el cultural (humanización) se solapan. El proceso completo se puede concretar en las siguientes fases:

  1. Desafío ecológico: se produjo una gran deforestación en África. Sometidos a una gran presión para lograr alimento, comienzan a vivir en el suelo. El sencillo gesto de descender de los árboles terminará dando lugar a la línea de los homínidos.
  2. Bipedestación: vivir en el suelo trae una posición erguida que ofrece ventajas como la detección de peligros y depredadores. Además, las extremidades superiores quedan liberadas. Esta postura erguida permite realizar largos trayectos en busca de alimentos.
  3. Desarrollo del pulgar oponible o efecto pinza: será la liberación de las manos la que permita contar con la capacidad de agarrar objetos. Con el pulgar oponible, los homínidos podrán coger objetos y manipularlos con una precisión muy superior a la del resto de animales.
  4. Cerebración: al poder fabricar herramientas, los homínidos aplican formas rudimentarias de pensamiento técnico que les permitirán aumentar sus posibilidades de supervivencia, de manera que aquellos que cuenten con un cerebro más grande tendrán a su vez más opciones, lo cual exigirá un lenguaje y una organización social.
  5. Desarrollo de los órganos fonadores: lo que en un principio pudieron ser sonidos que alertaban del peligro se terminó convirtiendo en un sistema articulado con una capacidad expresiva mucho mayor.

Características diferenciadoras del ser humano

  • Neotenia: el ser humano nace fisiológicamente inmaduro y requiere un proceso de atención, cuidado y aprendizaje muy superior. Esta neotenia sitúa al ser humano en desventaja en el momento del nacimiento. Sin embargo, es una ventaja, ya que el aprendizaje se prolonga en el tiempo mucho más que en cualquier otra especie, lo que nos permite adaptarnos mejor.
  • El lenguaje: está comprobado que otras especies se comunican entre sí mediante códigos diversos, pero ninguna logra crear un lenguaje tan complejo y desarrollado como el humano. Los animales utilizan signos.
  • Racionalidad: existen especies animales que destacan por su memoria. Solo los humanos son capaces de plantearse hipótesis teóricas, de realizar experimentos y de sistematizar y formalizar el conocimiento.
  • La conciencia: nos permite “darnos cuenta” de quiénes somos y el lugar que ocupamos.
  • Trascendencia: el ser humano se pregunta por su propia existencia y se plantea cuestiones sobre el sentido de la misma, se interroga a sí mismo, se ve empujado por la curiosidad a conocerse a sí mismo y a su entorno.

Cuerpo y alma, mente y cerebro: ¿Qué somos?

Platón, influido por el pitagorismo y por las religiones, afirmó que el alma existe y, si logra conducirse sabiamente en la vida, puede alcanzar la inmortalidad.

Materialismo

Todos los procesos mentales se pueden explicar como resultado de los estados cerebrales. Es una postura monista: no hay dos sustancias (mente-cerebro o cuerpo-alma) sino una sola, el cerebro, en el que la interacción de neuronas y la actividad de los neurotransmisores genera todos nuestros sentimientos, pensamientos e incluso la conciencia.

Emergentismo

Elaborado por J.R. Searle y Mario Bunge, el emergentismo defiende que la mente no podría localizarse en el cerebro. Para el emergentismo, la mente surge del cerebro, por lo que no hay mente sin cerebro.

Dualismo

Defiende la independencia de la mente respecto al cerebro. J.C. Eccles y Karl Popper también han defendido el dualismo: la conciencia no solo no se puede explicar cerebralmente, sino que la mente es sustancialmente distinta del cerebro. Es la conciencia, y no el cerebro, la que nos otorga una identidad personal y una voluntad, imprescindibles para poder hablar de la libertad humana.