Vida y Obra

René Descartes nació en La Haye (Francia) en 1596. De noble familia, fue enviado al colegio jesuita de La Flèche en Anjou, donde recibió una sólida formación filosófica y científica basada en estudios humanísticos, matemáticos y teológicos. Dicha formación dejó insatisfecho y confuso a Descartes, que continuó sus estudios en la universidad de Poitiers, donde obtuvo el bachillerato y la licenciatura en Derecho. Su confusión espiritual y cultural fue en aumento y decidió alistarse en las tropas de Mauricio de Nassau, que combatía en favor de la libertad de los Países Bajos. Posteriormente, Descartes decidió instalarse en Holanda, tierra de tolerancia y de libertades, donde se dedicó a elaborar algunos de sus tratados metafísicos. Desde 1633 a 1637 redactó su famosa obra titulada Discurso del método, tratado que se encarga de analizar el carácter objetivo de la razón, así como las reglas que sigue para alcanzar dicha objetividad. Poco después, en 1641, publicaría otra obra destacada: Meditaciones metafísicas. Finalmente, en 1649, Descartes acepta la invitación de la reina Cristina de Suecia para instalarse en la corte sueca. Su tiempo en la corte fue bastante breve. En febrero de 1650 murió el filósofo a consecuencia de una pulmonía. Descartes es considerado el “fundador de la filosofía moderna” y forma parte de la corriente filosófica conocida con el nombre de racionalismo, junto a Spinoza o Leibniz, entre otros. El racionalismo sostiene que la fuente de conocimiento es la razón dada por Dios y rechaza la idea de los sentidos, ya que nos pueden engañar; defiende las ciencias exactas, en concreto las matemáticas.

Objetivos de su Filosofía

Descartes no acepta los cimientos filosóficos precedentes y se esfuerza por construir un nuevo edificio filosófico completo. Para ello se propone:

  • Comenzar desde el principio, sin confiar en ninguna autoridad filosófica.
  • Evitar la confusión entre lo claro y evidente de las meras conjeturas.
  • Alcanzar ideas claras y distintas para trabajar solamente con ellas.

El método que considera más adecuado para este fin es el método matemático, del mismo modo que Kepler y Galileo, que estaban convencidos de la estructura matemática del mundo. Por tanto, su interés por la búsqueda del método científico adecuado es constante, que abarque además todas las ramas de la investigación humana, en su propósito de alcanzar la verdad mediante la razón.

Reglas del Método

Descartes quiere ofrecer “reglas fáciles y ciertas que, a quien las observe escrupulosamente, le impidan tomar lo falso por lo verdadero, y sin ningún esfuerzo mental, aumentando gradualmente la ciencia, lo conduzca al conocimiento verdadero de todo aquello que sea capaz de conocer”. En su obra Discurso del método, Descartes establece cuatro reglas:

  1. LA REGLA DE LA EVIDENCIA: Solo es verdadero lo evidente, esto es, aquello de lo que tengo una intuición intelectual.
  2. LA REGLA DEL ANÁLISIS: Se trata de descomponer las ideas complejas en ideas simples que permita al intelecto disipar las ambigüedades.
  3. LA REGLA DE LA SÍNTESIS: Se trata de proceder de modo inverso al análisis. Partiendo de los objetos más simples y fáciles de conocer, para ascender poco a poco, hasta el conocimiento de los más complejos.
  4. LA REGLA DE LA COMPROBACIÓN Y REVISIÓN: Se debe impedir toda improvisación, comprobando y revisando periódicamente todo el proceso.

Duda Metódica

En la Edad Media, las verdades y el conocimiento que tenían de estas era muy dudoso. Es por ello que Descartes decide descomponer las verdades y para ello utiliza que método de la duda, inspirada en las matemáticas y que se divide en una serie de partes (análisis, síntesis), así encontrará las verdades fundamentales a partir de las cuales sea posible deducir el edificio entero de nuestros conocimientos. Este punto de partida ha de ser una verdad absolutamente cierta, sobre la cual no sea posible dudar en absoluto y el conjunto quedará fundamentado. La duda de Descartes no es la duda de los escépticos, “que dudan por dudar”; sino todo lo contrario. La duda de Descartes es la que garantiza que las cosas que pasen este método Ilevaran a la verdad. Por eso se llama “metódica”, ya que constituye un paso obligado, pero también provisional, para llegar a la verdad. Por tanto, es necesario dudar de todo lo que se pueda dudar y considerarlo, provisionalmente, como falso, osea va a eliminar todos aquellos conocimientos que no tengan certeza absoluta o sea posible dudar. Es una duda universal, metódica, artificiosa (dudo de todo aunque no crea que sea falso).

Motivos de la Duda

  1. Falacias de los sentidos: Buena parte del saber tradicional pretende estar basado en la experiencia o percepción sensible, pero los sentidos nos proporcionan un conocimiento confuso y engañoso ya que nos engañan a veces.
  2. Testimonio de los sentidos: ¿Estamos en un sueño? ¿Existe lo que percibimos? Inspirado en La vida es sueño de Calderón de la Barca, la dificultad de distinguir la vigilia del sueño con claridad impulsa a Descartes a dudar de si estamos dormidos (ya que a veces los sueños nos muestran mundos con extremada viveza) y que incluso las percepciones que parecen más reales, como abrir los ojos, no sean más que falsas ilusiones.
  3. Razón: El saber matemático, por su parte, parece indudable, porque es válido tanto en estado vigila como en el sueño. Dos más dos suman cuatro, en cualquier circunstancia. Ahora bien Descartes observa los errores de los hombre en cuestiones de geometría, por ello debe de duda de las demostraciones matemáticas.

La hipótesis del genio maligno

¿Quién impediría pensar que existe un “genio maligno, astuto y engañador” que mofándose de mí me lleva a considerar como evidentes cosas que no lo son? Aunque se trate de contenidos matemáticos el pone todo su empeño en engañarnos. Tal vez nuestro entendimiento es de tal naturaleza que se equivoca necesariamente y cuando piensa captar la verdad Aquí la duda se convierte en hiperbólica. Nada resiste a la duda lo que viene a destacar este carácter dudoso de todos los contenidos del pensamiento.

Prueba de Existencia de Dios y sus Conclusiones

Argumentos que Prueban la Existencia de Dios

  1. Prueba de la existencia de Dios a partir de la idea de Ser perfecto (infinito). Descartes se pregunta, ¿quién ha creado la idea de Dios? A esto hay que añadirle que parte de dos principios que dicen que algo no puede proceder de la nada y la causa de algo debe de ser tan perfecta o más que el efecto. Y es evidente que dicha idea, que se encuentra en su conciencia, no ha sido creada por él mismo, ya que es imperfecto y finito, ni ningún otro ser igualmente limitado del. Sin embargo, tenemos, de manera innata, la idea de perfección (tener la idea perfecta en mi cerebro imperfecto de forma innata es la marca del artífice impresa en su obra). ¿Que realidad podría ser la causa de lo representado en la idea de Dios? Tal idea solo puede tener como causa adecuada a un Ser infinito o una Sustancia infinita, es decir, a Dios (correspondencia entre causa y efecto). Dios es una idea innata y se deduce que existe, pues es él la causa de mi idea de Dios (res infinita).
  2. Prueba de la existencia de Dios como causa de mi existencia: Dios existe pues es él la causa de mi propia existencia como sustancia pensante (posee la idea de Dios.)
  3. El argumento ontológico Tanto en el Discurso del método como en la quinta meditación desarrolla Descartes un tercer argumento sobre la existencia de Dios, el llamado argumento ontologico (expuesto ya por San Anselmo) que puede enunciarse como sigue:
    • La idea de Dios es la de un ser sumamente perfecto.
    • Dicho ser ha de existir realmente y no sólo en mi pensamiento pues sería contradictorio concebir a un ser sumamente perfecto al que le faltase la existencia.
    • Por tanto, Dios debe existir necesariamente, la esencia de Dios está inseparablemente unida a su existencia.

La Certeza Fundamental: “Cogito ergo sum” (Pienso, luego existo)

La duda llevada al extremo parece abocar al escepticismo. Pero inmediatamente después de ponerlo todo en duda y que el genio maligno se esfuerza por engañarle, Descartes constata que no hay ninguna duda de un hecho: de que existo, esto es, que hay un “yo pensante” o “res cogitants” (no corporal, osea no se constata la existencia del cuerpo ni del mundo corporal). Dado que Descartes duda, eso quiere decir que piensa. Y si piensa, por tanto, de alguna manera, existe. “Pienso, luego existo” (puede equivocarse en cuanto a que el mundo exista, pero

no cabe error en cuanto a que yo lo pienso). En definitiva, el “yo” es un acto intuitivo, ya que es una idea clara y distinta. (Recuerda explicar como se salta los tres momentos de la duda). Se trata del punto de partida de su filosofía, que nada puede debatirlo. Se reconoce como el “primer ladrillo” o primera verdad, y a través de sus características (claras y diferentes que son las reglas generales para admitir que lo que percibo es verdadero) se, construye el “criterio de certezas”, que permitirá empezar a encontrar otras verdades con las mismas características (empieza la síntesis). Además del “yo”, ¿qué otras ideas se presentan con el mismo grado de evidencia? (segunda sintesis que trata de “recopilar lo que tiene hasta ese momento”). Recopilación de lo que tengo hasta ahora: parto de la primera verdad “pienso y luego existo” (primer ladrillo “yo pensante”) y nos encontramos atrapados en el solipsismo (subjetividad) y pretende salir. Para ello, va a deducir como matemático: tengo un yo pensante: ¿Que piensa un yo pensante? Piensa ideas reales como “formas del pensamiento” (vocabulario de Aristóteles, contenidos mentales que tienen la capacidad de representar cosas, tienen contenido) y se diferencian de las demás ideas ya que cada una tiene un diferente grado de realidad. Para Descartes existen tres grados de realidad: las ideas innatas, que se encuentran en la mente antes de cualquier experiencia, emanan de la razón y son el principio del conocimiento verdadero, como por ejemplo, las ideas de perfección o infinitud (de la cual llegará a la idea de Dios y luego a su existencia); las ideas adventicias, que parecen que se originan a partir de la experiencia sensible, por ejemplo, la idea de rosa o de caballo; y las ideas facticias, son aquellas ideas que contribuye la mente a partir de otras ideas Por ejemplo, caballo alado.

7. METAFÍSICA: En base a todo lo indicado, existen tres ideas claras y distintas: las ideas de yo, Dios y mundo, que se corresponden con tres realidades o sustancias. Veamos estas sustancias. A diferencia de todos los demás seres, el ser humano es aquel en el que se encuentran a la vez dos sustancias radicalmente distintas entre sí, la res cogitans y la res extensa. Por sustancia entiende Descartes lo siguiente: “Lo que no necesita de nada salvo de sí mismo para existir”. En general. Descartes señala tres sustancias: la sustancia infinita, que se atribuye a Dios, cuyo atributo (eso es, la esencia o naturaleza de cada sustancia) es la perfección la sustancia pensante (res cogitans, o cosa que piensa), que se atribuye al alma, cuyo atributo es el pensamiento (entendido como entendimiento, voluntad, etc.) la sustancia material (res extensa, o cosa extensa), que se atribuye a la materia, cuyo atributo es la extensión (entendido como la figura, el movimiento, el volumen, el tamaño, etc.). 8. ANTROPOLOGÍA: Pues bien, como se indicaba, el ser humano se compone de dos realidades (sustancia pensante y sustancia material), esto es, alma y cuerpo. Sin embargo, la experiencia nos muestra una constante interferencia entre ambas sustancias, ya que nuestros actos voluntarios (por ejemplo, nuestros deseos) mueven el cuerpo y, a su vez, las sensaciones (por ejemplo, un dolor físico) se reflejan en el alma. El cuerpo se somete a la misma concepción mecanicista que el resto de seres corpóreos y, por su parte, el alma es espiritual, inmortal y libre. Pero, ¿cómo se comunican ambas realidades? Por medio de las pasiones experimentamos la unión entre ambas. Por ejemplo, algo que nos tiene preocupados o nos provoca estrés puede causar o empeorar un dolor abdominal. Descartes realiza un estudio de los procesos físicos y orgánicos del ser humano para terminar ubicando en la glándula pineal, situada en el centro del cerebro, que produce la melatonina y cuya función es regular los periodos de sueño y vigilia, única parte del cerebro que no es doble, donde tiene su sede el alma, como punto de unión de ambas sustancias. Y Descartes considera que el alma guía al cuerpo como un “capitán” controla a su “nave”, ya que se encuentra íntimamente ligado a su cuerpo.