La Problemática de la Subjetividad y la Realidad

Plegarse hacia uno mismo tiene sus consecuencias. Una de ellas, tal vez la más importante, es la del carácter problemático que presenta el mundo como realidad independiente. La conciencia o subjetividad es como un receptáculo en el que existen o están presentes las cosas del mundo. El problema es que el idealismo subraya el papel del sujeto y concibe la realidad como un simple contenido de conciencia. La tesis idealista tiene que superarse necesariamente. El idealismo acierta cuando muestra que la realidad depende de la subjetividad, pero se equivoca cuando considera que es una parte de ella, que la realidad está dentro de la subjetividad. El mundo, la realidad, no está ni dentro ni fuera de nuestro pensamiento, sino junto al pensamiento, formando una totalidad inseparable “como el anverso con el reverso y la derecha con la izquierda, sin que por eso la derecha sea izquierda ni reverso el anverso”. Las cosas agotan su ser en aparecerme a mí. A su vez, sin la cosa que veo mi ver no existiría, es decir no existiría yo. “Sin objetos no hay sujeto. El error del idealismo fue convertirse en subjetivismo, en subrayar la dependencia en que las cosas están de que yo las piense, de mi subjetividad, pero no advertir que mi subjetividad depende también de que existan objetos. El error fue el hacer que el yo se tragase el mundo, en vez de dejarlos a ambos inseparables, inmediatos y juntos, más, por lo mismo, distintos.” (¿Qué es filosofía?)

La Inquietud del Pensamiento y la Superación del Sustancialismo

Como conclusión a lo anteriormente expuesto, podemos destacar que, frente a esta interpretación cartesiana de la subjetividad, Ortega señala que la nota característica del pensamiento es la “inquietud”: el pensamiento no es una realidad estática, es un ser activo, es hacerse continuamente a sí mismo. El pensamiento tiene realidad, ser, cuando yo lo pienso, cuando lo hago, lo ejecuto. De este modo, es absolutamente imprescindible superar esta concepción sustancialista de la realidad, y con ella de la subjetividad: el ser estático tiene que ser sustituido por un ser dinámico, inmerso no en la razón pura, sino en la dinámica de la razón vital e histórica. Comienza hablando de que es preciso efectuar una síntesis de “razón” y “vida”, donde ambas puedan fundirse. La filosofía moderna nos ofrece dos formas de entender la relación de estas: racionalismo y relativismo. Para él, ambas mantienen una ceguera complementaria:

  • Racionalismo: niega todo sentido a la vida, afirma la existencia de verdades únicas e invariables. La verdad es ultravital, extrahistórica, no admite la participación del sujeto.
  • Relativismo: niega el valor objetivo de la cultura y es imposible un conocimiento verdadero. Todo conocimiento está deformado por el sujeto que conoce.

El Perspectivismo como Solución

Ortega propone mantener la dignidad del teorizar. Frente a la abstracción de lo real que subyace en el racionalismo mantiene la riqueza de la multiplicidad de las perspectivas posibles y de la validez de todas ellas. La solución la proporciona el perspectivismo.

Cada ser humano tiene un punto de vista distinto de la realidad, pero la pluralidad de puntos de vista no implica la falsedad de éstos. La perspectiva es un componente de la realidad. Insiste en que no existe la verdad abstracta independiente del sujeto. La única forma de acercarse a la realidad es multiplicando perspectivas y comprendiendo que cada una implica una porción de realidad que no puede percibirse desde ningún otro punto de vista. Ello hace que la verdad alcanzada desde una perspectiva determinada tenga validez, mientras que la única perspectiva que es realmente falsa es la que pretende ser la única. Dicho de otra manera: lo falso es la utopía.

Razón Vital vs. Razón Pura

Para Ortega, la filosofía ha sido utópica al utilizar una “Razón Pura”, descarnada del sujeto y de la vida.

Es preciso sustituir esta por una “Razón vital” (raciovitalismo). Es preciso hacer notar que cada individuo es un punto de vista de la realidad universal, que cada individualidad es irrepetible e insustituible. La verdad sólo puede surgir de la yuxtaposición de todas las perspectivas individuales. Ello no significa, sin embargo, que la verdad sea relativa. La verdad y la realidad son eternas e inmutables, pero sólo pueden verse desde una infinidad de perspectivas. En consecuencia, podemos decir que no puede haber un enfrentamiento entre las perspectivas. En ese sentido, Ortega habla de la necesidad de apreciar en los puntos de vista de los demás un valor propio porque su desacuerdo es un signo de su autonomía. La convivencia está en la síntesis de perspectivas; síntesis que se puede concretar en un término: tolerancia.