Tradición dialógica, convivencia y reconocimiento recíproco: Bases para una sociedad justa
La Tradición Dialógica: Karl-Otto Apel y Jürgen Habermas
Karl-Otto Apel y Jürgen Habermas consideran que la aportación kantiana es óptima, pero identifican un defecto: Kant considera la racionalidad moral como monológica, cuando en realidad es dialógica. Las personas no llegan a la conclusión de que una norma es correcta de forma individual, sino a través del diálogo con los demás.
Principios del Discurso
- Principio de Universalización: Se corresponde con el imperativo kantiano de la universalidad, pero formulado teniendo en cuenta la situación del discurso.
- Principio de la Ética del Discurso: Se corresponde con la autonomía kantiana, pero reformulada dialógicamente.
Comunicación, no Estrategia
Una norma solo se declarará correcta si todos los afectados por ella están de acuerdo en dar su consentimiento, porque satisface, no los intereses de la mayoría o de un individuo, sino intereses universalizables. El acuerdo al que se llega siguiendo este procedimiento no es un pacto estratégico, sino un consenso o acuerdo comunicativo.
- Pacto Estratégico: Los interlocutores se instrumentalizan recíprocamente para conseguir cada uno sus metas individuales. Se basa en negociaciones, donde el resultado será mejor cuanto más positivo sea el balance entre lo que se ha cedido y lo que se ha ganado. La racionalidad utilizada es instrumental.
- Consenso o Acuerdo Comunicativo: Es el resultado de un diálogo en el que los participantes se aprecian recíprocamente como interlocutores igualmente capacitados y tratan de llegar a un acuerdo que satisfaga los intereses de todos.
Valores y Actitudes para la Convivencia
La convivencia es la situación en la que dos o más personas viven en mutua compañía y cooperan entre ellas. Es el extremo opuesto a la guerra, con la coexistencia como zona intermedia.
Cooperar para una Sociedad Más Justa
En su sentido más estricto, la convivencia es una situación en la que las personas se dan apoyo mutuo y cooperan para conseguir objetivos comunes de supervivencia y prosperidad, independientemente de las diferencias ideológicas, religiosas y culturales. Así, se construye entre todos una amistad cívica, una buena vecindad basada en la confianza y el respeto mutuos. El resultado será una sociedad más justa, pacífica y próspera.
En una sociedad plural, formada por grupos diferentes, es necesario que todos los grupos acepten ciertos valores y pongan en práctica ciertas actitudes:
- Reconocimiento y respeto a los demás.
- Libertades y derechos básicos para todos. Ninguna de las libertades básicas es ilimitada; debemos esforzarnos por una libertad responsable.
- Igualdad: hacer posible que todos disfrutemos de las libertades básicas. Esto implica:
- Igualdad ante la ley.
- Igualdad de oportunidades.
- Igualdad de acceso a las prestaciones sociales.
- Solidaridad: una solidaridad universal sin discriminaciones.
- Diálogo: resolver los conflictos a través de las palabras.
Estos valores, en conjunto, conforman la justicia social.
Avances Históricos Hacia la Convivencia Justa
A lo largo de la historia, reconocemos avances hacia una verdadera convivencia. Por ejemplo:
- En lugar de matar a los vencidos en la guerra, convertirlos en esclavos.
- En lugar de la venganza desproporcionada, se adoptó la ley del Talión (“ojo por ojo y diente por diente”).
- En lugar de mantener a los miembros de la sociedad como súbditos del gobernante, se ha ido reconociendo la condición de ciudadanos libres e iguales.
- En lugar de tratar a los niños de forma cruel y explotadora, se ha ido prohibiendo el castigo físico y el trabajo infantil.
Estos ejemplos indican que estamos aprendiendo que una auténtica convivencia entre todos solo se consigue respetando la dignidad de las personas y reconociendo sus derechos básicos.
Raíces de la Convivencia Justa
Para convivir necesitamos crear un ambiente de justicia social. Diversos filósofos afirman que la compasión es el motor que nos impulsa a exigir avances hacia una sociedad más justa. Compadecerse es compartir con los demás los sentimientos que nos provocan las situaciones que vivimos. La inteligencia humana es inteligencia cordial, capaz de compasión.
La principal virtud que debemos cultivar es la prudencia, que conlleva dos elementos:
- La prudencia (obrar con inteligencia sabiendo qué nos conviene).
- El sentido de la justicia (tratar a los otros dando a cada uno lo que le corresponde).
La Raíz Última de lo Humano: El Reconocimiento Recíproco
Si pretendemos que la humanidad avance hacia un mundo más habitable y humano, la experiencia básica que nos constituye es el reconocimiento recíproco: llegamos a decir “yo” y a reconocernos como personas, en la medida en que los demás nos han reconocido como un “tú”.
En este concepto están igualmente implicados la inteligencia y los sentimientos de compasión. Es la raíz última del sentido de la justicia (es de justicia exigir que ningún ser humano se vea privado de las capacidades de tener una vida buena y feliz), y también del sentido de la gratuidad (sentirse impulsado a compartir con el otro lo que ambos necesitamos para ser felices: los bienes de gratuidad).
El voluntariado es fruto de este sentido de la gratuidad.