El Utilitarismo

Ubicación cronológica

El utilitarismo nace en el siglo XVI y domina gran parte de la filosofía moral hasta el siglo XIX. La patria del moderno utilitarismo es, por excelencia, Inglaterra. Parece que existe una correspondencia espontánea entre el espíritu utilitario y el genio inglés, caracterizado en esa época por las formas educadas y cordiales, pero, no obstante, al mismo tiempo capaz de manifestarse en distintos momentos y situaciones con una dureza cruel.

Características del Utilitarismo

El fundador y maestro del utilitarismo contemporáneo es Jeremy Bentham. Los libros de Bentham tienen como objetivo la felicidad del hombre. Bentham afirma que el ser humano está bajo el imperio del placer y del dolor, busca el placer y evita el dolor. Por lo tanto, el ser humano está sujeto a estos sentimientos eternos e irresistibles.

Puesto que no hay más bien que el placer, es inútil buscar ningún bien superior a este. Buscar el placer y evitar el dolor va a ser la tarea más útil. Cuando creemos que nos sacrificamos, en el fondo estamos sacando un placer; de lo contrario, no lo haríamos.

El utilitarismo de Bentham introducirá el concepto de aritmética moral. La tarea de la ética consistirá en calcular, pues bien, el interés, aumentar el placer disminuyendo el dolor, ver la vida como un negocio, como algo que hay que gestionar bien, en hacer ganancias… La ética estará dirigida por las reglas de la contabilidad moral, que son siete, y una es que un placer próximo vale más que un placer lejano.

Aunque el utilitarismo está fuertemente influido por el epicureísmo, su planteamiento no es puro egoísmo. Muy al contrario, nos debe de mandar amar a nuestros semejantes y vivir en buena armonía con ellos, pues Bentham considera que la bondad y la simpatía son las mayores fuentes de placer.

El utilitarismo se distingue en su conjunto del epicureísmo gracias a dos rasgos:

  1. La primera es el gusto por la acción. El cristianismo da a la acción un valor benéfico, redentor, salvador.
  2. El cristianismo ha dado un relieve sin igual al amor al prójimo. Ello supondrá resaltar de nuevo el bien común. Para ser amado, nos debemos ocupar de los demás. Nuestra felicidad se acrecentará por el hecho de estar rodeados de gente dichosa. La felicidad del conjunto de hombres crecerá por el hecho de ser yo mismo feliz. Buscando la felicidad de todos, logramos nuestra propia felicidad. La mayor felicidad del mayor número y mi mayor felicidad personal se identifican: maximización de la felicidad.

El Utilitarismo Liberal de John Stuart Mill

John Stuart Mill, discípulo de Bentham, refutó que, al lado de la intensidad de placer o de su cantidad, es preciso tener en cuenta su calidad. Mill discrepa en ese punto con Bentham; él considera que los placeres que más felicidad proporcionan son las alegrías del espíritu, que son todas aquellas que no son de los sentidos, aquellas alegrías derivadas de las tendencias sociales.

Mill defiende una ética que trate de reconciliar el utilitarismo y el liberalismo, pero Mill intenta conciliar los deseos individuales (subjetivismo moral) con la felicidad del mayor número (objetivismo moral).

A – La defensa de la felicidad general (objetivismo)

Para Mill, el utilitarismo no necesariamente tiene que fomentar el egoísmo, pues el utilitarismo pretende la felicidad de todos. El bienestar de todos repercute en el bienestar propio, pues lo que es de utilidad para todos es también para mí.

B – La defensa de la libertad individual (subjetivismo moral)

Mill plantea la libertad individual como el valor supremo. Bajo estos tres principios, define la libertad individual del siguiente modo:

  • Nadie tiene derecho a imponer su poder a los demás.
  • La diferencia de opiniones constituye un enorme beneficio para la sociedad.
  • Todo ser humano es soberano en lo que respecta a la planificación de su vida.

La felicidad se consigue mediante la promoción de la individualidad, que exige la mayor libertad posible del individuo.

Teoría política

La teoría política de Mill se levanta sobre la base del liberalismo: todo ser humano es libre. La exigencia de la libertad individual es esencial para Mill, precisamente porque defender este principio es útil. Ha de ser libre para desarrollar plenamente sus capacidades, no obstaculizar la libertad de los demás, no provocar daño a los demás…

Mill se plantea el tema de quién es el que puede dictaminar con mejor criterio que una acción provoca más daño que beneficio. A ello contesta que solo el individuo, es decir, uno mismo. El Estado no puede caer en un despotismo supuestamente benévolo para privar al individuo de su libertad en aras de alcanzar mayor felicidad. Por el contrario, la sociedad debe buscar en cada momento la forma de gobierno democrático. Esta debe ser la forma de gobierno elegida porque es la que más posibilidades de autogobierno ofrece. La democracia directa permite mayor participación. Mill propuso una representación proporcional que haga posible que la opinión de la minoría sea oída.