Robar a un Banco: ¿Un Crimen sin Víctimas?

Algunas personas creen que robar a un gran banco es un crimen sin víctimas. Sin embargo, no estoy de acuerdo con esta idea, ya que considero que todos los delitos tienen víctimas.

En primer lugar, robar a un gran banco impacta a los empleados y clientes, dado que deben soportar las consecuencias de esta acción. Por ejemplo, pueden ocurrir pérdidas financieras, afectando a personas inocentes que no están involucradas en actividades delictivas.

Además, robar a un gran banco puede conducir a la inestabilidad económica, y la sociedad sufre como resultado.

En conclusión, afecta tanto a las personas como a la sociedad. Para prevenir tales delitos, debemos continuar buscando una solución.

El Empirismo y sus Principales Exponentes

El empirismo es la corriente filosófica que se desarrolló en los siglos XVI, XVII y XVIII en Gran Bretaña, con pensadores como Hobbes, Locke, Berkeley y Hume. Según esta corriente, todo el conocimiento proviene de la experiencia, sin ideas innatas en nuestra mente, y el conocimiento humano es limitado. Hume, un filósofo escocés, llevó estas ideas más lejos al decir que nuestro conocimiento se basa en dos tipos de percepciones: impresiones (sensaciones) e ideas (representaciones mentales de esas sensaciones). También señaló que las ideas se forman siguiendo tres leyes: semejanza, contigüidad espacio-temporal y causalidad. Además, Hume distinguió entre dos tipos de conocimiento: relaciones de ideas (como las matemáticas, que son seguras y universales) y cuestiones de hecho (como predicciones sobre el mundo, que son probables pero no seguras). Hume también cuestionó nuestra certeza sobre la conexión de causa y efecto, así como la existencia de cosas que están fuera de nuestra mente y que aceptamos simplemente por hábito o instinto, no por razón.

Usos de la Palabra “Verdad”

La palabra “verdad” tiene varios usos:

  1. Ético: en este uso, la verdad es lo opuesto a la mentira, de manera que es una propiedad moral del juicio. Si alguien se equivoca al dar una información puede decirse que lo que dice es falso, que es un error, pero no es una mentira. La mentira solo lo es si quien da la información tiene ánimo de engañar.
  2. Ontológico: en este uso la verdad se relaciona con la autenticidad de la realidad, distinguiendo entre lo real y lo aparente, pues la verdad se refiere a lo que las cosas son realmente. Un ejemplo es una flores o una moneda verdadera frente a unas flores de plástico.
  3. Epistemológico: Se refiere a la exactitud del conocimiento y cómo los juicios se ajustan a la realidad. Por ejemplo, es verdadero que los unicornios tienen un solo cuerno, aunque no existan unicornios.

Tipos de Argumentos

Un argumento es un razonamiento que busca convencer a alguien sobre si una idea es verdadera o falsa. Aristóteles, un antiguo filósofo, habló de cuatro tipos de argumentos diferentes: didácticos, dialécticos, críticos y erísticos. Los argumentos didácticos se basan en principios, mientras que los otros tres se apoyan en cosas que parecen razonables, pero no necesariamente ciertas.

Los argumentos dialécticos y críticos se basan en hechos o ideas que pueden ser aceptadas por ambas partes en una discusión. Por ejemplo, si todos sabemos que los seres humanos alguna vez sufren, eso podría ser un punto en una discusión. En un argumento dialéctico, ese punto podría usarse para contradecir al oponente, mientras que en un argumento crítico podría usarse para convencer al oponente de una idea particular.

Sin embargo, la verdad de un argumento no está garantizada solo porque parece razonable. A veces, las personas pueden aceptar cosas que son falsas como si fueran ciertas, como creer que la Tierra es el centro del universo. Esto puede ser un problema, ya que alguien podría usar algo que parece razonable pero en realidad no lo es para convencer a su oponente. Esto se conoce como falacia o sesgo cognitivo, y puede distorsionar el resultado de una discusión.

Falacias: Errores en el Razonamiento

Las falacias son errores en el razonamiento, estudiados desde una perspectiva lógica y lingüística, mientras que los sesgos cognitivos son errores que la psicología experimental investiga. Las falacias pueden ser de dos tipos: lingüísticas y de pertinencia.

  • Falacias lingüísticas: incluyen la anfibología, que surge de expresiones ambiguas o de doble sentido, como “Laócrates puede hablar cuando está callado”; y la homonimia, que se refiere a la doble significación de un término, como “contar” en el sentido de narrar o enumerar.
  • Falacias de pertinencia: utilizan argumentos irrelevantes para respaldar una afirmación. Ejemplos de estas son la ad hominem, que refuta un argumento criticando a quien lo defiende; la ad baculum, que apela a la autoridad para convencer al interlocutor; la ad populum, que apela a los sentimientos para persuadir; y la ad verecundiam, que apela a la autoridad intelectual.

Estas falacias, junto con otras, son comunes en el lenguaje cotidiano y en contextos como el comercial, periodístico, publicitario y político, lo que resalta la importancia de reconocerlas para un razonamiento más claro y efectivo.

Sesgos Cognitivos: Distorsiones en la Percepción

El debate sobre si una jugada fue penalti ilustra lo que la psicología cognitiva llama “racionalidad limitada“. Los humanos no podemos procesar todos los datos que nos presenta la realidad, por lo que recurrimos a atajos mentales que simplifican las cosas. Estos atajos se dividen en dos tipos: heurísticos y sesgos cognitivos.

  • Heurísticos: son operaciones mentales inconscientes que utilizamos para resolver problemas y tomar decisiones más fácilmente. Sin embargo, al procesar solo parte de la información, pueden llevarnos a error. Por ejemplo, los prejuicios son un tipo de sesgo heurístico.
  • Sesgos cognitivos: son errores sistemáticos en nuestra manera de entender el mundo, como la percepción, la memoria y la atención. Aunque simplifican la selección y el procesamiento de la información, distorsionan la realidad y pueden afectar nuestra toma de decisiones. Estos sesgos pueden ser influenciados por la educación, el entorno cultural, la publicidad y las redes sociales.

Algunos ejemplos de sesgos cognitivos incluyen el sesgo de confirmación, donde valoramos más la información que coincide con nuestras creencias, y el sesgo de anclaje, donde nuestra primera impresión afecta nuestra evaluación posterior.

Los sesgos cognitivos pueden provocar distorsiones en la percepción de la realidad, como el negacionismo del cambio climático o las teorías conspirativas. Es importante reconocer estos sesgos para tomar decisiones más informadas y evitar caer en creencias erróneas.

Ciencias Formales y Factuales

Las ciencias formales, como las matemáticas y la lógica, no tratan sobre hechos reales, sino que se centran en deducciones lógicas a partir de axiomas previamente establecidos. Si una deducción es correcta, se incorpora al sistema y puede usarse para nuevas deducciones. En estas ciencias, lo crucial es la validez de las deducciones, no la verdad de los enunciados en sí mismos. Por ejemplo, en la operación matemática 2 + 2 = 4, la verdad no reside en el resultado, sino en la validez de la operación según las reglas de la suma.

Por otro lado, las ciencias factuales se refieren a hechos reales y se dividen principalmente en ciencias de la naturaleza y ciencias humanas. Las ciencias de la naturaleza, como la física o la química, utilizan el método experimental, que implica un razonamiento inductivo. Sin embargo, este método plantea el “problema de la inducción“, cuestionando cómo se puede llegar a conclusiones universales a partir de casos particulares limitados.

Las ciencias humanas, como la historia o la sociología, se centran en el estudio de la sociedad y el comportamiento humano, cada una con su propia metodología específica. Estas disciplinas son esenciales para comprender aspectos fundamentales de la humanidad y su entorno social.

Verificacionismo y sus Limitaciones

El verificacionismo, propuesto por el positivismo lógico, establece que una proposición es cognitivamente significativa si es analítica o si puede ser verificada empíricamente a través de la experiencia. Esto implica que las proposiciones de la filosofía, la religión, la estética y la ética no serían consideradas ciencias, ya que sus juicios no son analíticos ni verificables empíricamente, lo que los convierte en pseudoproposiciones que no aportan conocimiento.

Sin embargo, esta idea presenta complicaciones. Las verificaciones siempre son limitadas y, por lo tanto, aportan probabilidad pero no certeza, ya que siempre puede haber un caso que refuta lo verificado hasta ese momento. Además, no todo lo afirmado por las ciencias empíricas es verificable experimentalmente, ya sea por falta de instrumentos adecuados o por la imposibilidad de diseñar experimentos que puedan verificar ciertas hipótesis.

Por tanto, se distingue entre verificacionismo directo, cuando es posible verificar experimentalmente un hecho, y verificacionismo indirecto, cuando se recurre a operaciones lógicas, matemáticas o a la acumulación de pruebas indirectas. Sin embargo, en todos los casos, los resultados deben entenderse como provisionales.

Teorías de la Verdad

Teoría de la Correspondencia

La teoría de la correspondencia, seguida por filósofos como Aristóteles y Tomás de Aquino, sostiene que un enunciado es verdadero si se corresponde con los hechos tal y como se conocen. Es decir, la verdad radica en la adecuación entre lo afirmado y la realidad. Según esta perspectiva, la verdad no reside en las cosas en sí mismas, sino en la concordancia entre lo que se afirma y cómo son las cosas en el mundo.

Teoría Semántica de la Verdad

La teoría semántica de la verdad, propuesta por el matemático y filósofo Alfred Tarski, concibe la verdad como una propiedad semántica de los enunciados. Según esta teoría, un enunciado es verdadero si lo que se dice en él se da en la realidad. Tarski introduce un matiz importante al destacar que la verdad no depende solo de la correspondencia entre el enunciado y los hechos, sino que es una propiedad de la propia oración o proposición.

Teoría Pragmática de la Verdad

La teoría pragmática de la verdad, desarrollada por Charles Peirce y William James, enfatiza la utilidad y aceptación práctica de una proposición. Según esta visión, una afirmación es verdadera si tiene consecuencias útiles en la práctica, especialmente en el ámbito científico, y es aceptada como verdadera por aquellos que tienen suficiente información sobre el tema en cuestión. Esta teoría considera que la verdad es relativa y está sujeta al contexto y la perspectiva de cada individuo.

Además, hay quienes, como el filósofo español José Ortega y Gasset, sostienen que la verdad es siempre perspectiva y relativa a cada contexto histórico y circunstancial. Según esta visión, cada persona tiene su propia perspectiva, parcial pero verdadera, de la realidad, influenciada por su experiencia y contexto cultural.

¿La Era de la Posverdad?

En la actualidad, surge el término “posverdad“, que hace referencia a la manipulación de la información y la distorsión de la realidad con el fin de influir en la opinión pública. La posverdad se manifiesta principalmente en las redes sociales, donde proliferan bulos, noticias falsas y teorías conspirativas que buscan moldear las creencias y actitudes de las personas. Esta tendencia plantea un desafío a la búsqueda y comprensión de la verdad en un entorno saturado de información y desinformación.