El ejercicio práctico que se presenta corresponde a un gráfico de barras verticales donde cada barra aparece seccionada en tres partes, cada una de ellas atribuida a un sector productivo y a la población activa que trabaja en ellos, reflejándose los valores de cada sector para seis estados (entre ellos España) en el año 1877.

Contexto Histórico

Puede afirmarse que en el año 1877 una buena parte de los estados europeos y EEUU se encontraba inmerso en lo que se ha dado en denominar Segunda Revolución Industrial, que iba de la mano de la expansión imperialista colonial en África y Asia. En el caso de España puede exponerse que aún estaba en un momento inicial de su industrialización, y los valores observados en la gráfica de arriba así lo reflejan.

Análisis del Sector Primario

Como criterio general, cuanto mayor sea la población activa dedicada al sector primario menor incidencia tienen los otros dos sectores, y por tanto menos industrializado estaría el sistema económico. En 1877, EEUU, Francia y Alemania tienen el 50% de su población activa ocupada en el sector primario, mientras que Holanda no llega al 40% y Reino Unido no alcanza el 25%. España superaba el 66%.

Análisis del Sector Industrial

En cuanto al sector industrial, más directamente relacionado con los procesos productivos fabriles y de obtención de materias primas, todos los estados sitúan sus niveles entre el 25 y el 30%, salvo Reino Unido que alcanzaba una población activa del 42,3%, muy indicativo de su alto nivel de desarrollo en esta época. En España no se alcanza el 15%.

Análisis del Sector Servicios

Por último, el sector Servicios, cuyo gran desarrollo no va a tener lugar hasta la segunda mitad del siglo XX, ya en el último cuarto del siglo XIX alcanzaba niveles importantes en estados como Holanda y Reino Unido (por encima del 30%); en EEUU, Francia y Alemania se superaba el 20%; en España alcanzaba el 19,5%, el valor más bajo de todos los países en 1877.

Diferencias entre España y el Resto de Países

La principal diferencia de España con el resto de países que se muestra en la gráfica para el año 1877 es su escaso nivel de desarrollo industrial y su alta dependencia económica del sector primario. Así por tanto, España en 1877 es aún un país eminentemente agrícola, atrasado con respecto a la industrialización que se observa en los países de su entorno, escasamente estructurado en relación a la oferta de servicios, y como consecuencia, generador de materias primas brutas sin demasiada capacidad para transformarlas en productos finales.

Causas del Retraso Industrial en España

Las causas de esta situación son varias, y pueden encontrarse de forma estructural en el peculiar sistema económico español gestado desde el siglo XVI y nada revisado en los siglos posteriores. Ello centró la economía española únicamente en los beneficios que procedían de las colonias americanas. En los albores del siglo XIX, mientras el resto de estados europeos iniciaba su proceso industrializador, España sufría las consecuencias de la Guerra de Independencia, y luego una vuelta al absolutismo dieciochesco que impidió aún más la modernización de la economía española.

Inicios de la Industrialización en España

En la primera mitad del siglo XIX fueron escasos los intentos y territorios españoles que iniciaron una transformación industrial: Andalucía, Cataluña, Asturias y el País Vasco. La primera vio truncado el desarrollo de su industria siderúrgica por la ausencia de carbón mineral para transformar el hierro que posee, mientras que las otras tres sí iniciaron un proceso industrializador moderno. Cataluña centrada en el textil algodonero y el País Vasco y Asturias en la siderurgia y el carbón.

Limitaciones de la Industrialización Española

Pero estos desarrollos industriales no fueron suficientes para arrastrar a todo el sistema económico español, solo permitieron industrializar tales territorios y abastecer, con dificultades, la escasa demanda que el resto de España generaba. Fueron industrializaciones locales, de poco alcance nacional, a lo que hay que añadir una escasa y lenta progresión en la extensión de infraestructuras de comunicación (ferrocarriles y vías férreas, barcos de vapor, puertos modernos, carreteras y automóviles).

Ausencia de una Revolución Agrícola

A todo esto, cabe añadir que en España no se produjo una revolución agrícola al estilo inglés, holandés o estadounidense. En España el proceso fue más lento, y ni las desamortizaciones consiguieron liberalizar la tierra ni las clases dirigentes españolas abandonaron el control y propiedad de la tierra como mecanismo principal para ejercer su poder e influencia. Así, a la nobleza feudal le sustituyó una burguesía terrateniente con poca capacidad e interés inversores, y los campesinos feudales fueron convertidos en jornaleros sin propiedades que vendían su fuerza de trabajo en la producción agropecuaria a cambio de salarios mínimos.

Conclusión

Así, España en 1877 poseía una estructura económica aún subdesarrollada, centrada en la producción primaria (66 de cada 100 trabajadores lo eran en el campo), sin apenas industria y con un sector Servicios por debajo del resto de sectores similares en Europa.