La evolución del movimiento natural de la población española ha pasado por tres regímenes demográficos durante los que natalidad y mortalidad y crecimiento natural tienen rasgos comunes. Podemos distinguir entre régimen demográfico antiguo, transición demográfica y régimen demográfico moderno.

Régimen Demográfico Antiguo (Hasta principios del siglo XX)

En España, el régimen demográfico antiguo se mantuvo hasta principios del s. XX, se caracterizó por las altas tasas de natalidad y mortalidad y un crecimiento natural bajo.

Alta Natalidad

La natalidad fue elevada por el predominio de una economía y sociedad agrarias. Los hijos ayudaban desde una edad muy temprana en labores del campo, eran baratos de mantener y aseguraban el futuro de sus padres, ya que no existían seguros de accidente, enfermedad o jubilación. Al no haber sistemas eficientes para controlar la natalidad la única opción era retrasar el matrimonio para acortar el periodo fértil de la mujer y reducir los nacimientos.

Elevada Mortalidad

La elevada mortalidad infantil, tanto neonatal (las cuatro primeras semanas por defectos congénitos y problemas en el parto), como la posneonatal (entre las primeras cuatro semanas y el año por desnutrición e infecciones). La mortalidad general era alta y oscilante debido al bajo nivel de vida y las precarias condiciones médicas y sanitarias, se le suman momentos de mortalidad catastrófica causada por epidemias, guerras y malas cosechas.

Las enfermedades infecciosas transmitidas por aire (tuberculosis o gripe) o agua y alimentos (diarrea o cólera) tenían alta incidencia, a ello contribuían el atraso en medicina, desconocimiento de las vías de transmisión de las enfermedades y la falta de higiene pública y privada.

La esperanza de vida era baja principalmente debido a la elevada mortalidad infantil y materna en el parto o complicaciones posteriores.

Bajo Crecimiento Natural

Como consecuencia de las altas tasas de natalidad y mortalidad, el crecimiento natural era bajo y presentaba oscilaciones debido a las crisis de sobremortalidad.

Transición Demográfica (1900-1975)

La transición demográfica tuvo lugar entre 1900 y 1975. Se caracterizó por una suave disminución de la natalidad, brusco descenso de la mortalidad y elevado crecimiento natural.

Evolución de la Natalidad

Entre 1900 y 1920 la natalidad descendió por el control voluntario de los nacimientos por sistemas tradicionales. Influyeron una mayor supervivencia de los hijos y las desfavorables repercusiones de la Primera Guerra Mundial, durante la que la exportación de productos a países beligerantes motivó la inflación. En la década de 1920 la natalidad se recuperó gracias a la prosperidad económica.

Entre 1930 y 1956 se reanudó el descenso por la crisis económica de 1929 y la inestabilidad política de la Segunda República (1931-1939) que ocasionó subnatalidad y la posguerra (1940-1955) marcada por el exilio de miles de personas y las graves dificultades económicas. Todo esto implicó la recuperación de los nacimientos que suelen seguir a las guerras.

Entre 1956 y 1965 tuvo lugar una recuperación de la natalidad conocida como baby boom posbélico retrasado debido al desarrollismo económico que siguió al final del bloqueo internacional y de la autarquía.

Entre 1965 y 1975 disminuyó el tamaño familiar por la reducción del valor económico de los hijos al consolidarse un modo de vida industrial y urbano con graves problemas de vivienda y la extensión de los seguros laborales y de vejez.

Descenso de la Mortalidad

La mortalidad general descendió acusadamente durante la transición demográfica excepto en dos momentos de mortalidad catastrófica, la gripe de 1918 y la Guerra Civil, por el incremento del nivel de vida y avances médicos y sanitarios, que redujeron los anteriores riesgos de muerte.

La mortalidad infantil decreció, sobre todo la posneonatal debido a las infecciones y desnutrición, gracias a las mejoras en pediatría, alimentación infantil y cuidado materno.

Los avances médicos más destacados fueron las vacunas y la comercialización de antibióticos, eliminaron la mortalidad catastrófica por epidemias a partir de la de gripe de 1918 y redujeron la incidencia de enfermedades infecciosas. Tuvieron efectos positivos la generalización de nacimientos en clínicas, disminuyendo la mortalidad materna y la extensión de la sanidad pública (seguridad social). Los avances sanitarios mejoraron la higiene pública y privada mediante servicios urbanos como el agua potable, el alcantarillado y la recogida de basura.

Incremento del Nivel de Vida

El incremento del nivel de vida se palpó en la mejora de la dieta (que durante los 60 superó la malnutrición y la escasez de la posguerra) y el crecimiento del nivel educativo y cultural, permitió intensificar la prevención y abandonar costumbres tradicionales nocivas para la salud.

Aumento de la Esperanza de Vida

La esperanza de vida se elevó por la reducción de la mortalidad infantil y materna y desde mediados del s. XX por el descenso de la mortalidad en edad adulta.

Elevado Crecimiento Natural

Como consecuencia, el crecimiento natural de la transición fue alto (especialmente entre 1920 y 1965, cuando la mortalidad descendió fuertemente y la natalidad pasaba por dos máximos separados por la Guerra Civil). Desde 1965, el crecimiento se recortó al estabilizarse una mortalidad baja y restablecerse el descenso de la natalidad.

Régimen Demográfico Actual (1975-Actualidad)

El régimen demográfico actual se extiende desde 1975 hasta nuestros días. Se caracteriza por bajas tasas de natalidad y mortalidad y crecimiento natural muy reducido o neutro.

Baja Natalidad

La natalidad descendió a partir de 1975 hasta cifras bajas. En esta situación se distinguen dos momentos:

1975-1998: Brusco Descenso de Nacimientos

Entre 1975 y 1998 tuvo lugar un brusco descenso de nacimientos. En 1981, el índice sintético de fecundidad alcanzó los 2,1 hijos por mujer, continuó decreciendo hasta alcanzar un mínimo en 1998 con 1.15 hijos por mujer. La baja natalidad se debió a los cambios económicos y socioculturales sucedidos entre estos años.

La situación económica retrasó la edad del matrimonio, con lo que se acortó a su vez el periodo fértil de la mujer. Como resultado de la crisis de 1975, se disparó el paro y desde 1980 la precariedad laboral y el alto precio de alquiler o compra de vivienda dificulta la independencia de los jóvenes, prolongando su formación y permanencia con los padres, favorecida también por la actual liberalización de las relaciones familiares.

La sociedad española ha experimentado cambios de mentalidad y valores desde la democracia, colaborando en el descenso de la natalidad.

  • Disminución de la influencia religiosa.
  • Legalización y difusión de anticonceptivos para dejar de tener hijos a cierta edad y reducir el tamaño familiar y para programar la concepción, contribuyendo a retrasarla y aumentar la edad media de maternidad.
  • Legalización del divorcio y el aborto en algunos supuestos.

Las mujeres se han incorporado poco a poco al mundo laboral, retrasando la maternidad hasta consolidar su situación laboral (la mayoría de nacimientos se produce en el grupo de 30-34 años). Muchas tienen dificultades para conciliar su vida familiar y laboral por la escasez de guarderías asequibles y la continuación de comportamientos sexistas en el reparto de tareas del hogar y cuidado de hijos.

Los hijos ya no se consideran un seguro para los padres en la vejez, sino que se aprecia su formación y bienestar, prefiriendo tener menos y atenderlos mejor. Además, los gastos y la dedicación que requieren compiten con el deseo de los padres de disponer de más ingresos para el consumo y más tiempo libre para el ocio.

Por otra parte, cobran importancia las relaciones de pareja sobre las reproductoras y de cuidado de hijos, apareciendo formas familiares distintas al matrimonio y menos prolíficas (cohabitación, monoparentales de divorciados, maternidad en solitario).

Desde 1998: Natalidad Baja con Ligeras Oscilaciones

Desde 1998, la natalidad se mantiene baja y muestra ligeras oscilaciones ligadas a la situación económica y la inmigración.

Entre 1998 y 2008 la natalidad se recuperó ligeramente por la buena situación económica, los nacimientos aplazados de las generaciones más numerosas del baby boom y la inmigración extranjera, que contribuyó al aumento de natalidad principalmente por el incremento de mujeres en edad fértil.

La crisis de 2008-2013 ocasionó un nuevo descenso de la tasa de natalidad. Las familias sufrieron un enorme incremento del paro, flexibilización laboral, reducción salarial y dificultades para acceder al crédito. La inmigración disminuyó. Se redujo la fecundidad de las mujeres extranjeras, ya que las familias numerosas son incompatibles para mejorar la situación económica, con dificultades para conseguir trabajo y con el tipo de condiciones laborales habituales. Tuvo lugar un incremento de mujeres centroeuropeas, con tasas de natalidad muy bajas.

Entre 2014 y 2020, el inicio de la recuperación económica y el aumento de la inmigración extranjera no recuperaron la tasa de natalidad. Entre la población joven en edad de tener hijos continúa el alto riesgo de pobreza, bajos salarios e inestabilidad laboral. Muchas mujeres que querrían tener hijos son frenadas por razones económicas y las dificultades de conciliar la vida laboral y familiar.

Desde 2020, la difícil situación económica tras la pandemia de COVID-19 y el encarecimiento energético, agravado por la guerra de Ucrania, ha repercutido negativamente en la tasa de natalidad.