El Sector Terciario en España

El sector terciario, o sector servicios, comprende actividades que no producen bienes materiales, sino que prestan servicios a la población. Se clasifica en cuatro tipos:

  • Sociales (educación, sanidad, administración pública)
  • Personales (hostelería, ocio, belleza)
  • A empresas (bancos, asesorías, seguros)
  • De distribución (transportes, comercio, logística)

Según su titularidad, los servicios pueden ser públicos (financiados por el Estado, como sanidad o educación) o privados (mayoría de los personales y empresariales).

En España, el sector servicios es predominante, representando cerca del 80% de la actividad económica. Destacan el comercio, el turismo y los servicios financieros y sociales. Su crecimiento, conocido como terciarización de la economía, ha sido un fenómeno global desde mediados del siglo XX, especialmente en los países desarrollados. En España, la terciarización comenzó con retraso respecto a Europa, arrancando a finales de los años 60. Sin embargo, ha avanzado rápidamente: en 1970 representaba el 46% del PIB, mientras que en 2021 superaba el 75%, equiparándose a las economías más avanzadas de la UE.

Varios factores explican este crecimiento:

  • El avance tecnológico
  • El aumento del consumo de servicios
  • El auge del turismo
  • El desarrollo del estado del bienestar
  • La descentralización administrativa
  • La mayor incorporación de la mujer al mercado laboral, especialmente en empleos del sector terciario.

Características del Sistema de Transporte Español

El sistema de transportes en España es fundamental para el desarrollo económico y territorial, ya que determina la accesibilidad de las regiones y su atractivo para la actividad económica. Sin embargo, presenta ciertos desequilibrios, pues las infraestructuras están más concentradas en las zonas urbanas y económicamente más activas. La UE busca corregir estos desequilibrios fomentando redes de transporte más equitativas.

Una de las principales características del sistema español es su medio físico desfavorable, ya que el relieve accidentado dificulta el desarrollo de infraestructuras terrestres y encarece su construcción y mantenimiento debido a la necesidad de obras de ingeniería como puentes y túneles. Además, España ha desarrollado históricamente una red de transporte radial, donde las principales vías parten de la capital hacia la periferia, atravesando un interior poco poblado. Aunque en los últimos años se han construido autovías transversales para reducir esta dependencia, la estructura sigue siendo mayormente radial.

Otra característica es el protagonismo de la red de carreteras, que desde el siglo XX ha superado al ferrocarril y al transporte marítimo debido a mejoras en infraestructuras, el crecimiento del parque móvil y decisiones políticas que priorizaron la inversión en carreteras sobre el ferrocarril. Por último, España tiene un papel periférico en Europa debido a su ubicación en el extremo sur de la UE y la barrera de los Pirineos, lo que dificulta la conexión con el resto del continente. Este aislamiento se ha visto reforzado por el diferente ancho de vía ferroviario, aunque la entrada en la UE y la llegada de Fondos de Cohesión han permitido mejorar las conexiones.

El Modelo Turístico Español

El modelo turístico español ha estado tradicionalmente basado en un turismo masivo de clientela de poder adquisitivo medio o medio-alto, alojado en hoteles y apartamentos de categoría intermedia situados en zonas de playa. Gran parte de este turismo ha sido gestionado por operadores internacionales, lo que ha llevado a que una parte significativa del gasto turístico se realice fuera de España. Sin embargo, la creciente competencia de destinos con precios más bajos, como los países del Caribe o del Mediterráneo árabe, ha puesto en cuestión este modelo.

A partir de los años noventa, el turismo español comenzó a experimentar una crisis que, aunque no afectó al número de visitantes ni a los ingresos, sí evidenció problemas estructurales. Factores como el desfavorable cambio de moneda, la rigidez de la oferta hotelera, la pérdida de calidad en los servicios turísticos y las deficiencias en infraestructuras de transporte agravaron la situación. Ante esta realidad, el sector ha llevado a cabo una transformación enfocada en mejorar la oferta y diversificar el turismo.

Los principales cambios han sido:

  • La renovación del turismo de sol y playa con nuevas propuestas culturales, medioambientales y deportivas.
  • La reducción de la estacionalidad para evitar la saturación en verano.
  • La promoción de turismos alternativos como el deportivo, el rural o el de congresos. Este último, cada vez más relevante, se concentra en grandes ciudades y centros universitarios como Madrid, Barcelona, Valencia o Sevilla, generando importantes beneficios económicos.