El Periodo Preclásico o Formativo en Mesoamérica

Los inicios de la civilización en Mesoamérica se detectan, en el ambiente del Neolítico, en torno al III milenio a.C., en las tierras del Valle de México, Tlaxcala, Oaxaca, Chiapas, Veracruz, Tabasco, occidente de México y Guatemala.

Tienen importante desarrollo en la jerarquización social, propio de las jefaturas, al tiempo que domina el complejo santuario-mercado-festival, es decir, la convergencia de intereses económicos con determinados cultos religiosos y festivales de redistribución.

A ello responden muchas de las figurillas descubiertas de danzantes, músicos (tocando el tambor, la ocarina y otros instrumentos), contorsionistas y acróbatas, así como chamanes o sacerdotes con atuendos cada vez más complicados.

Uno de los elementos más comunes y de una significación estrictamente sagrada es la máscara, que solía enterrarse junto al cuerpo del difunto, pero nunca sobre el rostro.

Un aspecto importante a destacar es la aparición de signos y símbolos que constituyen una verdadera escritura referida a cuestiones religiosas y de la cosmovisión. Algunos de estos signos parecen hacer referencia a dioses bien formalizados (por ejemplo, el dios-hombre jaguar).

Los Olmecas y los Orígenes de Mesoamérica

Durante el periodo Preclásico o Formativo en Mesoamérica, la más importante de las culturas conocidas es la Civilización Olmeca, nombre que significa habitantes de la región del hule (caucho, goma) que le dieron los aztecas. Comprende un período cronológico que se extiende entre el 1500 y el 200 a.C. aproximadamente.

Está considerada como la Cultura Madre de este amplio territorio, al extender por una buena parte de Mesoamérica (excepto por el área occidental con un desarrollo más independiente) ciertos patrones culturales, de amplia integración y larga pervivencia histórica, como un patrón urbano de asentamiento, el establecimiento de una sociedad teocrática, el desarrollo de un calendario, de una forma de escritura a base de glifos, epigrafía e inscripciones en estelas que cuentan la vida de un determinado gobernante, de ciertas prácticas ceremoniales, como el juego de pelota, entre los aspectos más relevantes.

Sus manifestaciones artísticas cubren una amplia región en las tierras mexicanas, que comprende los valles de México y de Oaxaca, el estado de Guerrero y la costa del Golfo, región esta donde aparecen los primeros centros ceremoniales: La Venta, San Lorenzo y Tres Zapotes, con esculturas monumentales, altares y estelas.

Se cree que la dispersión de la cultura olmeca más allá de estos centros se debió a las relaciones de intercambio a larga distancia de productos diversos.

Sus centros ceremoniales contienen las pirámides más antiguas de América, reducidas, por lo general, a montículos. Estaban edificadas a base de barro y adobes, revestidas en algunos casos de placas de piedra, y se disponían en torno a una plaza central.

El arte olmeca tiene la particularidad de presentar dos estilos aparentemente contradictorios:

  • Un estilo sumamente realista, como el que presentan las cabezas colosales.
  • Un estilo abstracto, hasta el extremo de parecer glifos (signos jeroglíficos). El mejor ejemplo lo proporcionan las hachas ceremoniales.

Como rasgos típicos de las representaciones antropomorfas cabe destacar la boca de jaguar o boca olmeca y la hendidura en V o muesca olmeca que aparece en los cráneos de ciertos personajes mitológicos representados en diferentes tipos de hachas ceremoniales.

El Legado Olmeca y el Surgimiento del Periodo Clásico

La gran civilización olmeca fue el anuncio de lo que se conoce como Periodo Clásico en Mesoamérica.

El nacimiento de los estilos artísticos clásicos está unido al desarrollo del urbanismo como forma de asentamiento característica del desarrollo de la civilización en esta área geográfica.

El concepto de ciudad debe entenderse en el sentido de ciudad-estado, con un gobierno de marcado carácter teocrático. Un poderoso grupo sacerdotal es el responsable de la consolidación de la cosmovisión y el panteón religioso, pero también del desarrollo de la ciencia, la observación astronómica, la escritura, la matemática y el calendario.

Teotihuacán: Ciudad de los Dioses

Teotihuacán, lugar donde fueron hechos los dioses o ciudad de los dioses, es el nombre que se le dio a una de la mayores ciudades de Mesoamérica durante el largo período precolombino.

Sus restos se hallan al noreste del Valle de México, a unos 51 Km de la Ciudad de México. Declarada Patrimonio de la Humanidad en 1987.

Se estima que tuvo su nacimiento a comienzos del s. I d.C., aunque la ciudad alcanzó su apogeo en el Período clásico, entre los siglos III y VII, etapa en la que fue un importante centro político y nudo comercial, llegando a alcanzar una superficie de unos 21 km cuadrados y una población estimada entre 100.000 y 200.000 habitantes. En este período su influencia se dejó sentir en toda Mesoamérica.

En el s. VII comenzó su declive en un contexto de convulsiones políticas, rebeliones internas y cambios climáticos que causaron el colapso en toda el ámbito mesoamericano. Finalmente, la ciudad fue abandonada.

Estructura Urbana de Teotihuacán

La estructura urbana de Teotihuacán tenía una estructura cuatripartita, con la Avenida de los Muertos, de unos 2 km. de longitud, que discurre en sentido norte-sur y otra vía transversal que la cruza perpendicularmente de este-oeste, que se inicia junto a la Ciudadela.

En relación con la Avenida de los Muertos se encuentran los grandes centros ceremoniales, entro otros, la pirámide del Sol, el templo de los Animales Mitológicos y el la pirámide de Quetzalcóatl, la Serpiente Emplumada, así como algunos de sus más importantes palacios.

A partir de aquí surge una estructura urbana en retícula en función de la cual se dispusieron los barrios que la conformaban.

Al parecer, el centro simbólico que se sitúa en una cueva que se encuentra debajo de la pirámide del Sol. Ello dio lugar a un modelo que se repetirá a lo largo del tiempo al menos en la región central de México.