Teseo y el Minotauro

Teseo nació de Etra, hija del rey de Trecén, y de Egeo, rey de Atenas, que estaba de paso en la corte de aquel a su vuelta del oráculo (algunas versiones lo consideran también hijo de Posidón, dada la legendaria esterilidad de Egeo y que Etra yació con ambos la misma noche). Sea como fuere, Teseo se crio en Trecén.

Egeo, antes de marchar a Atenas, dejó escondidas bajo una gran roca su espada y sus sandalias. Cuando Teseo tuvo edad y fuerza suficientes para levantar la roca fue informado de su verdadero origen y enviado, para su reconocimiento, con los objetos de su padre a Atenas.
Las hazañas realizadas por Teseo en su viaje desde Trecén rivalizan con las del propio Hércules (limpia el camino de monstruos como la cerda de Cromión y de bandoleros como Sinis, Escirón, Cerción o Procrustes). Ya en Atenas y sin haber sido aún reconocido por su padre, Teseo debió someter y sacrificar al toro de Maratón (intervención de Medea en este hecho).
Una vez que Egeo lo identifica como el hijo abandonado en Trecén, Teseo se ofrece voluntario como participante en la expedición de jóvenes que cada nueve años son enviados a Creta como tributo para alimentar al Minotauro, monstruo mitad humano mitad toro que vive encerrado en el Laberinto construido por Dédalo para Minos, el rey de Creta. Teseo zarpa en dirección a la isla con la intención de acabar con el monstruo, cosa que logra con la ayuda de Ariadna y el ovillo que ella le proporciona.
Teseo huye de Creta con los demás jóvenes y con Ariadna, a la que sin embargo antes de llegar a Atenas abandonará en la isla de Naxos
Cuando por fin el héroe, que ha olvidado sustituir las velas negras de partida por otras blancas que anuncien su victoria sobre el Minotauro, se acerca a Atenas, es avistado por su padre Egeo. Este interpreta que su hijo ha muerto y él mismo se suicida saltando al mar que desde entonces llevará su nombre.
Teseo hereda el trono de su padre y reina con prudencia hasta su muerte. Es por ello considerado el más grande héroe de Atenas.

Perseo y la Gorgona Medusa

Perseo era hijo de Dánae, a quien amó Zeus transformado en lluvia de oro a pesar de que su padre Acrisio, rey de Argos, la mantenía encerrada en una cámara subterránea de bronce. Con este encierro Acrisio pretendía evitar que ella diera a luz un niño que, según el oráculo, estaba destinado a matarlo.
El niño Perseo permaneció en la cámara sin ver el mundo hasta que finalmente fue descubierto por su abuelo. Éste volvió a encerrar a madre e hijo pero esta vez en un arcón de madera que lanzó al mar.
El arcón, con sus involuntarios habitantes, arribó a la isla de Sérifos, donde fueron descubiertos y asistidos con esmero por el pescador Dictis. Perseo se convierte en un hermoso adolescente que intenta proteger a su madre del acoso del tirano de la isla, Polidectes.
Imprudentemente, durante un banquete en que los invitados ofrecían regalos para la boda de Polidectes y Dánae, Perseo promete regalarle la cabeza de Medusa. Era ésta la única mortal de las tres Gorgonas, monstruos de cabelleras erizadas de serpientes y capaces de petrificar a cualquiera con su sola mirada.
Hermes presta su ayuda al muchacho: le ofrece una hoz y lo envía en busca de las Grayas, tres hermanas nacidas ancianas y dotadas de un solo ojo, el cual comparten alternativamente. Ellas, obligadas por Perseo (que les había arrebatado el único ojo que poseían), le entregan unas sandalias aladas, un zurrón y el casco de la invisibilidad propiedad de Hades. También Atenea ofrece algo al joven, su escudo.

Cuando por fin Perseo, provisto de tan útiles objetos, encuentra dormidas a las Gorgonas, busca a Medusa sin mirarla directamente, esto es, usando el escudo de Atenea como si fuera un espejo, y logra decapitarla. De su cabeza surge Pegaso.
En su viaje de regreso a la isla de Sérifos, Perseo pasó por Etiopía, en donde encuentra a Andrómeda encadenada y a punto de ser devorada por un monstruo marino a quien había de ser entregada para expiar una falta cometida por Casiopea, madre de la doncella. El héroe, gracias a las armas mágicas que portaba, vence al monstruo y prosigue camino en compañía de Andrómeda.
A su llegada Perseo convierte en piedra a Polidectes y sus amigos, enseñándoles la cabeza amputada de Medusa, y a continuación se encamina a Argos pues quiere reencontrarse con su abuelo Acrisio.
Durante el camino Perseo interviene en unos juegos funerarios en los que también Acrisio participa como espectador. El oráculo obtiene así su cumplimiento cuando el disco que lanza Perseo golpea casualmente el pie de Acrisio y provoca su muerte.