Moisés, a diferencia de otros patriarcas, posee atributos distintivos que facilitan su identificación. Entre ellos, destacan los cuernos, que a partir del siglo XII se interpretan como una representación del resplandor de su rostro. Además, suele aparecer acompañado de las Tablas de la Ley.

Además de representaciones individuales, Moisés forma parte de ciclos narrativos más amplios, principalmente basados en el libro del Éxodo.

Infancia de Moisés (Éxodo 1-2)

Este ciclo comienza con la matanza de los hijos varones hebreos, un evento que guarda paralelismo con la matanza de los inocentes. Moisés mata a un egipcio, huye, se reencuentra con los hebreos, se casa con Séfora y se dedica al pastoreo.

La Zarza Ardiente (Éxodo 3, 1-22)

Una escena comúnmente representada es el momento en que Dios ordena a Moisés descalzarse para pisar el suelo sagrado donde se encuentra la zarza en llamas.

El Cayado de Moisés (Éxodo 4, 1-5; Éxodo 5, 1-7)

Continuando con la escena anterior, se representa el cayado de Moisés que se convierte en serpiente. Primero, Dios le indica a Moisés cómo realizar el prodigio. Luego, Aarón y Moisés realizan el prodigio ante el faraón, y sus serpientes devoran a las de los magos de la corte.

Las Diez Plagas de Egipto (Éxodo 7, 14-29; Éxodo 8-11)

Generalmente, se representa la última y más devastadora de las plagas. En todas ellas, Aarón y Moisés se presentan ante el faraón y realizan prodigios con sus cayados.

  • Primera Plaga: Aarón toca con su cayado las aguas del Nilo, que se tiñen de sangre, causando la muerte de todos los animales acuáticos.
  • Segunda Plaga: Aarón toca el agua con su cayado, provocando una plaga de ranas.
  • Tercera Plaga: Aarón extiende su cayado y golpea el polvo de la tierra, desatando una plaga de mosquitos.
  • Cuarta Plaga: Extienden su cayado y surge una plaga de tábanos, representados de mayor tamaño que los mosquitos, a veces parecidos a pequeños murciélagos.
  • Quinta Plaga: Una peste que mata a todo el ganado de Egipto.
  • Sexta Plaga: Moisés y Aarón arrojan un puñado de ceniza al aire, provocando una peste que causa pústulas y llagas en la piel de la población egipcia.
  • Séptima Plaga: Una tormenta de trueno, granizo y fuego. Moisés extiende su cayado para desatarla.
  • Octava Plaga: Una plaga de langostas. Moisés extiende su cayado para provocarla.
  • Novena Plaga: Egipto se cubre de tinieblas. Moisés alza su cayado para desatarla.
  • Décima Plaga: Esta plaga permite a los hebreos huir de Egipto. Dios les advierte de esta plaga, que tiene como objetivo acabar con todos los primogénitos egipcios. Se suele representar con la muerte del hijo del faraón. Los hebreos se salvan al celebrar la Pascua, sacrificando un cordero y untando los postes y dinteles de sus casas con su sangre. Luego, deben comer la carne asada del cordero, acompañada de panes ácimos. Este ritual debe repetirse cada año como recuerdo de su huida de Egipto. Dios, en forma de plaga, no mata a los primogénitos de las casas marcadas con la sangre. Esta escena no suele representarse, ya que es eclipsada por la Última Cena.

La Huida de Egipto y el Cruce del Mar Rojo (Éxodo 13, 17-21; Éxodo 14, 1-31)

Moisés guía a los hebreos por un camino menos directo para evitar que se arrepientan y regresen a Egipto. Una columna de humo los guía durante el día y una columna de fuego durante la noche. El faraón reúne a sus hombres y los persigue. Moisés golpea el Mar Rojo con su cayado, las aguas se abren, el pueblo lo atraviesa, y tras ellos van los egipcios. Moisés golpea de nuevo el mar con su cayado, y las aguas se cierran.

El Maná (Éxodo 16, 14-16)

Durante la travesía por el desierto hacia la tierra prometida, los hebreos se quejan a Moisés por la falta de alimento. Dios hace llover un fruto desconocido para ellos, al que llaman maná. Este episodio puede compararse con la multiplicación de los panes y los peces, y puede tener un sentido eucarístico, ya que a veces se relaciona el maná con el pan.

El Milagro de la Roca de Horeb (Éxodo 17, 1-7)

Los hebreos, sedientos durante la travesía, protestan. Moisés se detiene ante una roca y Dios le ordena golpearla con su cayado, de donde brota agua. Este milagro puede interpretarse en paralelo con el bautismo de Cristo, como agua de salvación, en este caso, física.

Las Tablas de la Ley (Éxodo 20, 1-21; Éxodo 34, 1-35)

Las Tablas de la Ley aparecen en dos momentos. Moisés sube al Monte Sinaí y conversa con Dios, mientras una nube de fuego lo cubre todo. En estas conversaciones, Yahvé le dicta las leyes por las que debe regirse el pueblo hebreo, no solo los Diez Mandamientos. Moisés sube y baja varias veces. En una de esas subidas, Dios le dicta el Decálogo (primer pasaje indicado). Se nos dice que Moisés no ve a Dios en ningún momento, ya que Dios es la Luz y no se le puede mirar directamente. Al bajar con las Tablas, descubre que los hebreos adoran a un becerro de oro y, enfurecido, las rompe. Posteriormente, las Tablas de la Ley son reescritas (segundo pasaje).