La Oratoria

Como género literario, la oratoria comprende los discursos en prosa que han sido elaborados según las reglas de la retórica. En la práctica, la oratoria es el arte de hablar ante un auditorio con el fin de agradarle y persuadirlo en algún sentido. La retórica, considerada como un arte por los antiguos, está constituida por un conjunto de reglas que el orador debe dominar para dar belleza y vigor a su discurso.
Ya en los poemas de Homero hay algunos ejemplos de discursos. Pero cierta tradición dice que el arte de hablar nació en el siglo VI a.C., en la ciudad griega de Siracusa, en Sicilia, y que su creador fue un tal Córax, que la definió como el «arte de la persuasión», y escribió el primer tratado sobre esta disciplina.

El Auge de la Oratoria en la Democracia Ateniense

Sin embargo, fue la democracia ateniense, desde finales del siglo VI a.C., la que propició el desarrollo de la oratoria y de sus técnicas con fines prácticos, ya que los ciudadanos debían hablar bien en sus discursos ante la Asamblea y los Tribunales.
Los llamados sofistas ofrecían entre sus servicios hacer que los ciudadanos hablasen de manera apropiada y convincente según las reglas del arte. Así, Protágoras, uno de los más renombrados sofistas, realizó un estudio de la lengua y enseñó a sus alumnos cómo hacer que una causa débil se tornase más fuerte con la aplicación de argumentos y razonamientos retóricos, algo que Platón criticaba. Aristóteles, en su Retórica, entendía que ésta solamente sirve si es para convencer de la verdad a los oyentes.
En la Atenas clásica, la democracia ofrecía la posibilidad de hablar en la Asamblea a cualquier ciudadano y también de defenderse ante los tribunales. Había una cierta expectación por los juicios, pero no existían ni abogados ni fiscales propiamente dichos.
En consecuencia, los ciudadanos obligados a defenderse personalmente, cuando no se veían capaces de exponer sus argumentaciones y captar la benevolencia del auditorio, recurrían a los sofistas o los oradores y escritores profesionales de discursos, llamados logógrafos.

Preceptos Retóricos según Aristóteles

Aristóteles enumeró tres procedimientos que consideraba necesarios para persuadir a un auditorio:
  • El carácter moral (ethos), o la credibilidad del orador ante el público.
  • La emoción (pathos), es decir, la maestría del orador para producir un efecto emocional favorable sobre la audiencia.
  • La elocuencia, o capacidad de argumentación (logos).
El discurso constaba generalmente de cuatro partes:
  • La introducción (prooimion, o proemio), cuyo objetivo era obtener las simpatías del tribunal.
  • La narración (diegesis), o exposición de los hechos en cuestión.
  • La carga de la prueba (pistis), con los testimonios o argumentos en favor de las tesis propias.
  • La conclusión (epilogos), cuyo objetivo es hacer una recapitulación para atraerse de nuevo al auditorio o tribunal.

Tipos de Oratoria

Según el tema o la ocasión en que se pronunciaba el discurso, se distinguían tres tipos de oratoria:
  • La oratoria forense o judicial, que incluía los discursos pronunciados ante un tribunal.
  • La oratoria deliberativa o política, que comprendía los discursos pronunciados ante un órgano político, como una asamblea.
  • La oratoria epidíctica, que abarcaba los discursos pronunciados en ocasiones solemnes para elogiar o vituperar a algún personaje.
El primer tipo lo representa Lisias; el segundo, Demóstenes; y el tercero, Isócrates.

Lisias: Maestro de la Oratoria Judicial

Lisias vivió entre el 445 y el 380 a.C. Nació en Atenas, aunque su familia era originaria de Siracusa. Aprendió retórica en la colonia ateniense de Turios, en el sur de Italia, y se ganó la vida como logógrafo en Atenas, escribiendo discursos de carácter judicial para otros.
No tenía la ciudadanía ateniense porque era meteco; de manera que no podía pronunciar sus discursos en la Asamblea. Pero intervino en los asuntos políticos y tomó parte activa en la expulsión de los Treinta Tiranos. En uno de sus discursos (Contra Eratóstenes) acusa a uno de los Treinta Tiranos de ser responsable del asesinato político de su propio hermano y de la confiscación de sus bienes.
Como logógrafo, Lisias tenía una extraordinaria capacidad para adaptar sus discursos al carácter de sus clientes. Los rasgos más importantes de su estilo son la pureza, la naturalidad y la claridad. Hacía un uso moderado de las figuras retóricas y procuraba mantener el estilo de la lengua coloquial para darle mayor vivacidad al lenguaje.
Los discursos de Lisias constituyen uno de los mejores testimonios de la vida privada en la Atenas de su tiempo. De él se conservan unos treinta discursos. Entre ellos, destacan, además del citado Contra Eratóstenes, En favor del inválido, Sobre el olivo sagrado, Contra Diogitón, y Contra Agorato.