Historia del periodismo de opinión

Retórica: Conjunto de reglas o principios que se refieren al arte de hablar o escribir de forma elegante y con corrección con el fin de deleitar, conmover o persuadir.

La retórica de Aristóteles

El hombre siempre ha mostrado interés por trasladar sus ideas y opiniones al resto de sus congéneres. Desde las pinturas neolíticas hasta la retórica griega, pasando por la literatura, los primeros periódicos del siglo XVI o la era digital, el objetivo principal del ser humano no sólo es contar lo que sucede, sino hacerlo de tal forma que logre persuadir a la sociedad. Grecia es, sin embargo, la cuna del primer intento sistematizado de organización de ideas y opiniones mediante el discurso lingüístico dirigido a un auditorio o público plural (técnica o arte). La Retórica es heredera de disciplinas precedentes como la Dialéctica o la Oratoria. Este recurso sistemático de articulación del discurso, sin embargo, se erigió en línea directriz y esencial a partir de Aristóteles y pasó a formar parte de la Filosofía por su conexión directa con la búsqueda científica de la verdad. El origen de la retórica se sitúa tradicionalmente en el siglo V a. de C. y estaba caracterizada por la primacía de la veracidad sobre la verdad, es decir, se daba más importancia a la palabra y su apariencia que a la idea sobre la que se sustentaba. El periodismo actual continúa haciendo uso de las principales técnicas y corrientes derivadas de esta época. Así encontramos la antítesis (capacidad para contraponer dos argumentos) y la politropía (técnica para adaptar el discurso a diferentes tipos de audiencia). El desarrollo de la Retórica tal y como hoy la conocemos se produce a la par que el pensamiento de Aristóteles. Su obra “La Retórica” sienta las bases de un sistema en el que se establece que esta disciplina es básica como herramienta auxiliar de la Ciencia. En cualquier caso, el compromiso de Aristóteles con la búsqueda de la Verdad hace que su teoría difiera de la de los sofistas y sitúe por delante la veracidad a la verosimilitud.

Dentro de las técnicas representadas en el sistema aristotélico se establecen tres grandes apartados:

  • El estilo personal del interviniente (oral o escrito). Es la capacidad de comunicación o estilo del autor.
  • Las herramientas que motivan al oyente o lector a adoptar una determinada reacción.
  • Los argumentos que muestra el propio discurso.

Los motivos que mueven a la Retórica y al Periodismo son los mismos: mover a la influencia en la audiencia. Aunque en los dos casos el objetivo es el mismo y las herramientas y técnicas empleadas también, hay que recordar que la Retórica difiere en ciertos aspectos con el periodismo, puesto que la primera surgió como base para defender el Derecho y el segundo persigue unos objetivos mucho más amplios y diversos. En cualquier caso, la esencia coincidente entre las dos disciplinas es formar un juicio. Teniendo en cuenta que Aristóteles marca el punto de partida para dar importancia tanto al continente como al contenido del discurso, podemos afirmar que es desde la retórica aristotélica cuando las herramientas del Periodismo se ven ya claramente representadas en la Retórica. Aristóteles defiende que el discurso sea demostrativo y digno de crédito para alcanzar el éxito en la persuasión y para ello considera necesario que el orador -escritor- cumpla una serie de condiciones intrínsecas:

  • Sensatez
  • Virtud
  • Benevolencia

Por último, Aristóteles también determina una serie de características que habría de definir la expresión del discurso:

  • Claridad: El Periodismo tiene muy presente esta premisa, como es evidente, ya que busca expresamente la ausencia de ruido en su transmisión de información, ya sea interpretativa o de opinión. En la “Retórica” de Aristóteles se ofrecen una serie de guías o consejos para alcanzarla:
    • Utilizar sustantivos y verbos específicos, concretos. Usar con precaución los adjetivos calificativos y sólo si son imprescindibles.
    • Buscar el equilibrio en la exposición concentrando y resumiendo las ideas.
    • Mostrar naturalidad. Aunque el discurso es artificial per se, esa realidad no puede interferir en que sea directo y sin artificios.
  • Corrección: Hace referencia al buen manejo de los usos lingüísticos del idioma con el que se trabaja. Este compromiso no sólo afecta al buen uso de la ortografía y la sintaxis, sino de la idiosincrasia de la lengua en cuestión. El texto ha de ser legible y pronunciable. Para ello se establecen cinco reglas básicas:
    • Utilizar correctamente las preposiciones.
    • Usar palabras particulares y no generales.
    • Evitar la ambigüedad, empleando palabras de significado único en un contexto claro.
    • Diferenciar bien los géneros.
    • Citar apropiadamente el singular y el plural.
  • Expresión adecuada: Aristóteles se refiere con esta adecuación del lenguaje a los Géneros; aquellas estructuras claramente diferenciables por el lector y que suponen una expresión clara de las ideas del tema central conforme a unas reglas que el lector espera. En el caso de la Retórica Clásica, los géneros no atienden exactamente a los géneros periodísticos modernos, pero sí comparten sus objetivos de presentación con un formato previsible dependiendo de la audiencia y la temática. Elegir el género de forma correcta es un gran paso a la hora de obtener la persuasión ansiada.
  • Elegancia: Aristóteles afirma rotundamente que: para la elegancia es preciso tener una predisposición natural. […..] aunque también existe un método.

Partes de un discurso

La retórica aristotélica define, por último, las partes en las que ha de dividirse un discurso para obtener los resultados buscados. Así, dos son las principales que se refieren en esta retórica clásica:

  • Exposición o parte narrativa.
  • Demostración o parte destinada a la persuasión y la interpretación.

La retórica clásica

Es en Roma cuando la Retórica, tradicionalmente ligada a la Oratoria, se traslada al lenguaje escrito. Esta es la fase de desarrollo en la que la Retórica pasa de ser un mero conjunto de técnicas a una disciplina epistemológica.

La Epistemología es la disciplina que estudia cómo se genera y se valida el conocimiento de las ciencias. Su función es analizar los preceptos que se emplean para justificar los datos científicos, considerando los factores sociales, psicológicos y hasta históricos que entran en juego.

Como en casi todas las disciplinas, Roma se dedicó a recopilar y dar forma a la tradición griega. En el caso de la Retórica, los dos principales estudiosos romanos fueron Quintiliano y Cicerón quienes, además de recoger y compilar las contribuciones griegas, hicieron aportaciones propias. La obra fundamental de Cicerón (siglo I) en este campo es De Inventione donde distingue cuatro partes en el discurso:

  • Inventio: Búsqueda de argumentos.
  • Dispositio: Corresponde a la estructura.
  • Elocutio: Es la expresión del autor.
  • Pronunciatio: Expresión oral del discurso que en Roma se entendía era el objeto final del discurso.

Cicerón entendía que el contenido era más importante que el continente. Esa preeminencia de la res frente al verba era la manera de luchar contra la supuesta verborrea fruto de los planteamientos sofistas. Quintiliano, por su parte, desarrolla en su Institutio Oratoria el compendio más completo de la retórica latina. En esta obra se plantean las diferentes corrientes existentes dentro de la retórica griega y latina, en algunas ocasiones hasta estando enfrentadas. En los albores del desarrollo de la apologética cristiana, autores como San Agustín (siglo II) establecen también una serie de pautas de funcionamiento retórico encaminadas a la expansión de la fe cristiana que más tarde servirán de referencia en campos más amplios. Para los primeros cristianos, el modelo bíblico se considera antirretórico, es decir, está desprovisto de artificios y lo importante es el contenido y no la palabra. En cualquier caso, la expansión de la fe cristiana entre los más diversos sectores sociales hace que los pensadores cristianos empiecen a distinguir entre los discursos sencillos y directos que han de servir para enseñar (docere) a los fieles, el nivel medio propio de las alabanzas (laudere) y el estilo elevado que busca la acción y busca la emotividad (flectere). Durante la Edad Media, y con el surgimiento de las lenguas romances, la Retórica vive un nuevo repunte, ya que junto a las gramáticas se convierte en la única forma de dotar de un corpus válido para la Administración y la cultura de las lenguas emergentes. La Dialéctica y la Retórica se contraponen hasta el Renacimiento, momento en el que finalmente la segunda es considerada como la cima de la educación integral de la persona. El Barroco, por su parte, es el momento en el que la Retórica vuelve a conceder mayor trascendencia a la palabra que al contenido y aboca a la disciplina a una inevitable decadencia casi hasta nuestros días. Sólo en la actualidad esa tendencia se ha revertido y la Retórica vuelve a considerarse como un elemento esencial en la percepción del mundo y las ideas vuelven a imponerse sobre las formas en el discurso retórico.

La nueva retórica

Los siglos XIX y XX, como la conocemos, habían sido tiempos difíciles para la Retórica. La preeminencia y trascendencia de esta disciplina en Grecia y Roma se había visto reducida de una forma considerable.

La Escuela de Lieja y el Grupo U (mu)

El movimiento de la Nueva Retórica se forja en Bélgica y, más concretamente, en Lieja durante los años 70. El movimiento de pensadores que provoca ese renacimiento de la Retórica se denomina Grupo U (mu). Este movimiento publica en 1982 su Retórica General; un libro que inicialmente es en un compendio de figuras estrictamente vinculadas a las figuras del lenguaje, pero que en su segunda parte ya adelanta algunas premisas de la Retórica como sistema complejo que supera lo meramente gramatical. La Escuela de Lieja pretende ser una primera incursión en las regiones casi vírgenes de una retórica aplicable a todos los modos de expresión. Pese a todo, se pasa de una teoría estrictamente lingüística a un sistema que pretende abordar lo semiológico. La Escuela de Lieja, pese a su planteamiento inicial, tiende a superar el mero afán por el ordenamiento interno de la frase para centrarse en que lo sustancial no es la frase sino el texto. Se supera lo meramente gramatical para entender el discurso como un todo sobre el que realmente ha de centrarse la Retórica. Este salto de lo gramatical a lo discursivo es la disculpa perfecta para el nacimiento de las Ciencias de la Información. Aquí la Teoría de los Géneros alcanza su máxima expresión porque, además del manejo reglamentable del lenguaje, se empiezan a establecer o distinguir convenciones que determinan fórmulas capaces de obtener el efecto deseado, es decir, la persuasión. Por todo ello, es importante el desarrollo de la Teoría de los Géneros Periodísticos, que nos abrirán una posibilidad clara no sólo de estudio, sino de referencia para elaborar contenidos identificables por parte de las audiencias.

Chaïm Perelman y Lucie Olbretchs-Tyteca

Perelman y Olbretschs son los auténticos impulsores de la renovación final de la Retórica en el sentido que hoy la conocemos y como base de la Teoría de Géneros Periodísticos, dentro de la que encontramos el Periodismo de Opinión. Estos dos autores, establecen la Teoría General de la Argumentación como expresión contemporánea de la ciencia retórica. Siguiendo los criterios aristotélicos, consideran que la Retórica es una parte de la Filosofía y que aborda contenidos universales para un público universal. En cualquier caso, ese objetivo es en el que se especializa la Retórica, puesto que entiende que han de utilizarse recursos lingüísticos y supralingüísticos para poder trasladar el mensaje a una serie de públicos concretos. Este objetivo común de la Retórica y su especialización es la que hace posible y confirma el nacimiento de la Redacción Periodística como disciplina. Para la Nueva Retórica, el auditorio es una invención del que envía el mensaje y en este punto es en el que el periodismo alcanza su máxima expresión. El periodista, por definición, no sólo tiene en cuenta qué idea quiere transmitir (Retórica) sino que compendia además las reglas lingüísticas que lo harán posible (Gramática-Lingüística), los recursos que abundan no en la frase sino en el discurso (Géneros Periodísticos) sino que también tiene en cuenta a qué público objetivo se dirige (Audiencia). Perelman y Olbretsch-Tyteca entienden que hay cuestiones indiscutibles como son los hechos y las verdades y, por otro lado, cuestiones que son discutibles como las presunciones.

El Hecho

Partiendo de su condición de indiscutibles, sin embargo, puede perder esa condición en dos supuestos:

  • El público al que te diriges pone en duda de una manera amplia el hecho en cuestión.
  • El público se amplía y los nuevos integrantes, con capacidad para emitir opinión, consideran que el suceso en cuestión no constituye un hecho indudable.

Todo ello hace imprescindible que en el Periodismo de Opinión tengamos en cuenta que el hecho, además de ser el punto de partida, tiene que ser el punto de llegada, ya que entre ellos tiene que existir una argumentación demostrativa.

La Verdad

Es más compleja que el Hecho. Mientras que el hecho es simple, la verdad aglutina una realidad más compleja que suma varios hechos. Las uniones de hechos pueden ser seguras, posibles o probables. Esta categorización, a su vez, depara que nos podamos distinguir entre lo verdadero, lo verídico y lo verosímil.

  • Seguro – Verdadero
  • Posible – Verídico
  • Probable – Verosímil

Estas categorías vinculadas están recogidas en el ordenamiento jurídico español referido al Derecho a la Información. Tiene en cuenta que la verdad supone el acceso completo a toda la información mientras que lo verídico es que realizamos una serie de afirmaciones en base a asociaciones lógicas de hechos.

Las presunciones

Por su parte, también se basan en la necesidad de un acuerdo universal de aceptación como en el caso de los hechos, pero a diferencia de en aquellos, aquí necesitamos un elemento de apoyo externo que determine su posibilidad de ligazón con lo común y lo verídico.

Los valores

Presiden todas las argumentaciones. En este caso, los valores son los que se determinan desde el punto de vista ético, jurídico y político. Hay algunos valores de carácter universal o cuasi universal y otros que son particulares. Hay algunos que son abstractos y otros que son concretos. Una sociedad no analiza los Valores de forma aislada, sino que establece una jerarquía entre ellos y además prefiere unos sobre otros.

Fases de la argumentación

  • Recogida y selección de datos. La propia selección de los datos -Agenda Setting- tiene que tener en cuenta al receptor, ya que su interés en los mismos hace que la realidad conformada en el argumentario sea de interés o no para la audiencia.
  • Interpretación. Además de la recogida y selección de datos, hay que tener en cuenta la interpretación que de los mismos hacemos a la hora de argumentar. Hay que tener en cuenta no sólo que la selección de datos sea la correcta para satisfacer el interés del receptor, sino que tenemos que contextualizar correctamente. Esa contextualización necesita de la valoración de elementos de juicio superiores que están vinculados a los valores, las preferencias o las presunciones que de una determinada Verdad puedan hacer los receptores. La interpretación busca, en cualquier caso, la correcta explicación y contextualización de los datos.

De todos los elementos conjugados e interrelacionados nace el discurso o, al menos, el discurso que se sujeta a las premisas retóricas modernas y, en su caso, a la retórica periodística. Todo lo anterior correspondería a la inventio, mientras que la posterior construcción del texto se correspondería en primera instancia a la dispositio y posteriormente a la elocutio. Tradicionalmente, la Retórica y la Redacción periodística sólo se han preocupado de la segunda parte y esa ha sido, en buena medida, la responsable de buena parte de la mala fama de la Retórica. En ningún caso puede desvincularse el fondo de la forma y el origen del objetivo de la creación basada en criterios Retóricos. Hay que saber sobre qué se escribe y cuál es el objetivo (persuasión) de ese texto. Si trabajamos sin correlacionar los dos espacios, estaremos cerca de la demagogia. Otro de los grandes problemas de la Retórica moderna es la abundancia de datos en los textos y discursos. La exposición de esos datos conlleva importantes problemas lingüísticos. Por eso es esencial adecuar los recursos lingüísticos en la medida de lo posible a nuestra audiencia potencial.