La Transición Española

El Reinado de Juan Carlos I

El rey Juan Carlos I sustituyó a Arias Navarro por Adolfo Suárez para estabilizar la monarquía. Suárez se puso en contacto con la oposición y pactó, a través de la Ley de la Reforma Política, el desmantelamiento de las estructuras del régimen franquista. Este pacto con la izquierda incluyó la legalización de los partidos políticos, la amnistía política, un sistema democrático basado en la soberanía popular, y el reconocimiento de las libertades y derechos de los ciudadanos.

La derecha también concedió a la izquierda la exención de responsabilidades a los franquistas mediante la Ley del Olvido, temiendo una nueva Guerra Civil. A cambio, la izquierda renunció al ideario republicano y a la autodeterminación de los nacionalismos.

El Pacto de la Moncloa

En una coyuntura internacional desfavorable, España se enfrentó a una profunda crisis. Para superarla, se firmó el Pacto de la Moncloa. En este acuerdo, todas las fuerzas políticas se comprometieron a reducir la inflación, devaluar la peseta, controlar el gasto público mediante recortes, y realizar una reforma tributaria y de la seguridad social, incluyendo la implantación del IRPF.

La Crisis de la UCD

Entre 1979 y 1982, la UCD (Unión de Centro Democrático) perdió poder debido a diversos factores: crisis internas (luchas de poder), procesos autonómicos (que dividieron al partido entre la derecha y los nacionalistas), mociones de censura, terrorismo, el síndrome del aceite de colza (que minó la confianza en el partido), y la Operación Galaxia (un intento de pronunciamiento militar). Finalmente, Adolfo Suárez dimitió y fue sustituido por Calvo Sotelo, quien convocó elecciones en 1982, en las que el PSOE, liderado por Felipe González, obtuvo una victoria aplastante.

La Huelga General de 1917

La idea principal del texto es que, por primera vez, la clase obrera se organiza para llevar a cabo la primera huelga general, demandando condiciones de vida dignas e independencia de los capitalistas.

En primer lugar, se observa el uso de eufemismos (“advertencias serenas”) para referirse a las protestas, en contraste con la violencia ejercida por el gobierno (“pistolerismos, ley de fugas, magnicidios”). Se argumenta que las medidas tomadas hasta el momento son insuficientes para paliar la grave situación del país.

En segundo lugar, se identifica al capitalismo, amparado por el bipartidismo y sus prácticas corruptas (pucherazo, encasillado, clientelismo, caciquismo), como el principal culpable de la situación.

Finalmente, se describen las medidas que la clase obrera considera necesarias para mejorar sus condiciones de vida: largas jornadas laborales, falta de seguridad social, salarios miserables, trabajo infantil y viviendas precarias en los arrabales. La primera medida es la huelga general, y la segunda, la organización necesaria para llevarla a cabo.

Sin embargo, la huelga fracasó debido a: 1) las luchas internas entre anarquistas y sindicalistas; 2) la represión del Estado, con 2.000 detenciones y 70 muertes; y 3) la llegada de la Dictadura de Primo de Rivera en 1923, que abolió la Ley de Asociaciones.

La Dictadura de Primo de Rivera

La idea principal del texto es la justificación del pronunciamiento militar de Primo de Rivera, rompiendo con el sistema democrático y volviendo al pretorianismo.

Primo de Rivera critica a los políticos de la Restauración, acusándolos de corrupción y de hundir al país. Cita la crisis del 98 y la pérdida de las colonias como prueba de la decadencia de España, con un ejército ineficaz y un gobierno corrupto.

Intenta eximir al rey Alfonso XIII de culpa, atribuyendo la responsabilidad al sistema corrupto de la Restauración. Se refiere al Expediente Picasso, una investigación sobre el desastre de Annual, que apuntaba al rey.

Defiende la idea de que los movimientos anteriores fueron demasiado pacíficos y perjudiciales para la disciplina del país. Justifica sus acciones en nombre del rey y de España.

Finalmente, repasa los problemas de la Restauración: magnicidios, robos, inflación, corrupción política, aranceles proteccionistas, el desastre de Annual y el auge de los movimientos obreros.

El Laberinto Español: La Estructura de la Propiedad de la Tierra

La idea principal del texto es el problema estructural y secular de la propiedad de la tierra en España, agravado por la desvinculación y la desamortización (1836-1855).

A comienzos del siglo XX, España sufre un mal endémico: la estructura de la propiedad de la tierra. El liberalismo económico y el capitalismo acabaron con los gremios y liberalizaron la tierra, que se vendió en pública subasta. La desamortización (liberación de tierras de la Iglesia y los ayuntamientos sin indemnizaciones) y la desvinculación (liberación de tierras de la nobleza con indemnizaciones) favorecieron la creación de la oligarquía terrateniente (O.T.), compuesta por nobles y burgueses.

Las consecuencias fueron: 1) el aumento de los latifundios; 2) la ruina del campesinado, que no podía comprar tierras y perdió el acceso a las tierras comunales, aumentando el número de jornaleros; 3) la radicalización de anarquistas y carlistas, y la emigración a América; y 4) un escaso desarrollo agrario que dificultó la industrialización y el desarrollo del mercado de consumo y las redes de comunicaciones.

Se observa una dicotomía entre un mundo urbano desarrollado y un mundo rural empobrecido. En la cornisa cantábrica, los minifundios apenas permitían la subsistencia, mientras que en el sur predominaban los latifundios.

Manuel Azaña critica la inacción de los gobiernos anteriores ante este problema y propone soluciones como la Ley del Laboreo Forzoso y la Ley de Términos Municipales. Critica también a la Dictadura de Primo de Rivera. A todo este entramado se le denominó “El Laberinto Español”.