El Fin de la Segunda República y el Surgimiento del Franquismo

Existen tres corrientes principales en la historiografía actual sobre el fin de la Segunda República y el inicio de la Guerra Civil:

  • La primera postura, como se expone en “La crisis de la democracia en la II República” (Leandro Álvarez Rey), atribuye el fin del régimen republicano a su propia inestabilidad política.

  • La segunda postura, analizada en “La violencia política y la crisis de la II República” (Eduardo González Calleja), argumenta que la continua violencia social, y no solo la crisis política, imposibilitó el éxito de la República.

  • Finalmente, Javier Tusell, en “Las responsabilidades de la Guerra Civil”, plantea que la Guerra Civil no fue inevitable y pudo haberse evitado hasta el verano de 1936 si el gobierno y los partidos políticos hubieran tomado medidas adecuadas.


Características del Régimen Franquista

El régimen franquista se caracterizó por una concentración de poder en la figura de Franco, consolidada durante la guerra y los primeros años cuarenta. Las instituciones estaban subordinadas a su voluntad, y la fidelidad personal era clave para el ascenso político. Su figura se rodeó de símbolos y lemas que resaltaban su liderazgo y papel providencialista.

El régimen se cimentó sobre:

  • Anticomunismo: Se extendió a todos los considerados “rojos”, desde la extrema izquierda hasta la burguesía democrática. La propaganda se centró en este mensaje, especialmente durante la Guerra Fría.

  • Nacionalcatolicismo: La dictadura se identificó con el catolicismo, con la jerarquía católica apoyando la sublevación y la vida social dominada por la Iglesia.

  • Tradicionalismo: Se basó en valores militares y la unidad de la Patria, buscando justificaciones en el pasado.

  • Militarismo: Los símbolos militares y la organización castrense impregnaron la vida cotidiana, con desfiles, educación física militar y exaltación de la bandera.

La dictadura devolvió a la oligarquía terrateniente y financiera su hegemonía social y económica, con la incorporación de elementos del Ejército y la Falange. La represión, el miedo y la miseria desarmaron cualquier reacción durante años. A partir de 1946, surgió una tímida resistencia en zonas industriales, pero la propaganda y el aumento del bienestar llevaron a la aceptación del régimen por parte de algunos sectores.