Republicanos y Carlistas

Los carlistas eran contrarios a la dinastía en el trono y favorables a una monarquía tradicionalista. Se encuentran en franca decadencia debido a la disminución de su respaldo social y la división de los propios carlistas (Cabrera aceptó a Alfonso XII como rey), produciéndose la integración de destacados ultracatólicos en el Partido Conservador. Por ello, Carlos VII, desde el exilio y tras la derrota en la 3ª guerra carlista, nombra a Cándido Nocedal como jefe del Partido Carlista en Madrid.

Los Republicanos

Los republicanos eran contrarios al sistema monárquico y estaban debilitados por la pérdida del apoyo social tras la desastrosa experiencia del Sexenio y por el personalismo que impidió la creación de un frente unificado. De esta manera, encontramos multitud de tendencias republicanas y de partidos como el Partido Posibilista de Castelar (partidarios de una democracia conservadora, de la unidad nacional… que desaparecerá para engrosar las filas del Partido Liberal), los partidos federal de Pi i Margall y Figueras, la Unión Republicana de Salmerón y Lerroux, y el Partido Progresista de Ruiz Zorrilla (que rechaza la participación legal en el sistema a favor del pronunciamiento).

El Nacionalismo Catalán

La industrialización había hecho de Barcelona y su entorno la primera zona industrial de España y había propiciado el nacimiento de una influyente burguesía de empresarios industriales. Este nuevo grupo social sentía que sus intereses económicos estaban poco representados en los diferentes gobiernos e hizo de la defensa del proteccionismo su elemento aglutinador.
Este desarrollo económico coincidió con un notable renacimiento de la cultura catalana y una expansión del uso de su lengua vernácula, el catalán. Este renacer del idioma y cultura catalana que comenzó a mediados del siglo XIX se conoce como *Reinaxença*.
En la década de 1880 se desarrolló el catalanismo político, uno de ellos tradicionalista con Torras y Bages como máximo representante. Otro de carácter progresista con principios federales, con Valentí Almirall a la cabeza (padre del catalanismo político). Almirall fundó en 1882 el *Centre Català*, que empezó a defender la autonomía de Cataluña.
Un paso muy importante del catalanismo político fue las *Bases de Manresa* en 1892, un documento producido por la Unión Catalanista, que proponía la consecución de un poder catalán como resultado de un pacto con la corona y, por tanto, la consideración de Cataluña como una entidad autónoma dentro de España. Para muchos autores, en este momento el regionalismo pasó a ser un verdadero nacionalismo.
La crisis del sistema político de la Restauración en 1898 acrecentó el interés de la burguesía catalana por tener su propia representación política al margen de los partidos dinásticos. En 1901 se creó la Liga Regionalista, fundada por el intelectual Prat de la Riba y el joven abogado Francesc Cambó. El éxito electoral convertirá a la Liga en el principal partido de Cataluña durante el primer tercio del siglo XX.

El Nacionalismo Vasco

El nacionalismo vasco surgió en la década de 1890. En sus orígenes, hay que considerar la reacción ante la pérdida de una parte sustancial de los fueros tras la derrota del carlismo; pero también el desarrollo de una corriente cultural en defensa de la lengua vasca, el euskera.
El gran impulsor fue Sabino Arana, que creyó ver un gran peligro para la subsistencia de la cultura vasca en la llegada de inmigrantes procedentes de otras regiones de España a la zona minera e industrial de Bilbao, como resultado de la enorme expansión de la minería y la siderurgia vascas en el último tercio del siglo XIX. Pensaba que esta población de *maketos* (nombre despectivo dado a los inmigrantes no vascos) ponía en peligro el euskera, cuyo uso se reducía a pequeños territorios rurales, y las tradiciones vascas.
Las propuestas de Arana prendieron en diversos sectores, sobre todo en la pequeña burguesía, y en 1895 se creó el PNV en Bilbao. Arana popularizó el nombre de *Euzkadi* y una bandera propia. El movimiento estaba impregnado de un gran sentimiento católico y de defensa de la tradición, pretendía impulsar la lengua y las costumbres vascas y defendía la pureza racial de los pueblos vascos. Así, el nacionalismo adquirió un cierto sentido xenófobo.
En un principio, el PNV se declaró independiente con respecto a España, pero pronto evolucionó hacia el autonomismo.

El Nacionalismo Gallego

Además del catalán y el vasco, otro nacionalismo con cierto relieve fue el galleguismo, que tuvo un carácter estrictamente cultural hasta bien entrado el siglo XX. La lengua gallega se usaba sobre todo en el medio rural, y a mediados del siglo XIX, intelectuales y literatos gallegos emprendieron el camino de convertirla en lengua literaria. Ello dio lugar al nacimiento de la corriente llamada *Rexurdimento*, cuya figura literaria de mayor influencia fue la poetisa Rosalía de Castro.
Unas minorías cultas, insatisfechas con la situación del país, empezaron a responsabilizar del atraso económico a la subordinación política de Galicia, que forzaba a muchos gallegos a la emigración. En la última etapa de la Restauración, el galleguismo fue adquiriendo un carácter más político, pero se mantuvo muy minoritario. Más tarde, fue importante la figura de Vicente Risco, que en la segunda década del siglo XX se convertiría en el gran teórico y líder del nacionalismo gallego.

Movimiento Obrero y Campesino

En la década de 1820, el ludismo fue la primera expresión de rebeldía obrera, destruyendo máquinas a las que se les responsabilizaba de la pérdida de puestos de trabajo y de los bajos salarios. Muy pronto, los trabajadores comprendieron que el origen de sus problemas no estaba en las máquinas, sino en las condiciones de trabajo que imponían sus propietarios. Por lo que las protestas se fueron centrando en las relaciones laborales.
Así, se fueron creando las Sociedades de Socorros Mutuos. En 1855 se produce la primera huelga general que tendrá éxito, naciendo la Ley de Trabajo que, entre otras medidas, reducía la jornada infantil.
Desde esta fecha, su desarrollo es evidente. Así, en 1864 se creó la I AIT (Asociación Internacional de Trabajadores) en Londres y en 1868, Fanelli (anarquista) crea una sección de la misma en España que celebra su primer Congreso en 1870 con una marcada orientación anarquista. Sin embargo, en 1871, tras la Comuna de París, la AIT queda claramente escindida entre socialistas, bajo la dirección de Marx, que abogan por la organización en partidos y la dictadura del proletariado, frente a los anarquistas de Bakunin, que buscan la destrucción del Estado. Paul Lafargue, de orientación comunista, llegará a Madrid con la intención de extender esta ideología.
Ese mismo año, se inician medidas represivas contra la AIT en España y se decreta la prohibición del derecho a reunión y asociación. Ya en 1874, se da un paso más y Serrano prohíbe la AIT, que había apoyado la revuelta cantonal y actuaba mediante huelgas. El mundo obrero entra en la clandestinidad.
En 1881, el gobierno de Sagasta permite de nuevo el derecho de reunión y asociación, quedando el movimiento obrero español dividido en:

Anarquismo

Está muy presente en Cataluña y Andalucía entre los jornaleros, y se organiza en la Federación de Trabajadores de la Región Española bajo la dirección de Anselmo Lorenzo. Sin embargo, esta Federación desaparece en 1888 y el anarquismo se canaliza en dos vertientes:
  • La sindicalista, que dará como resultado la creación de la CNT (Confederación Nacional de Trabajadores) en 1910.
  • La acción directa o “propaganda por el hecho”, es decir, huelgas y atentados. Destaca la Mano Negra, que actúa en Andalucía, o el asesinato de Cánovas.

Socialismo

Se reorganiza en la clandestinidad y en 1879 se crea el PSOE (Partido Socialista Obrero Español) por Pablo Iglesias, cuyos objetivos, entre otros, eran: la abolición de las clases sociales, la emancipación del mundo obrero, la eliminación de la propiedad privada y la conquista del poder político. En 1888, este partido celebra su I Congreso en Barcelona, del que sale el sindicato de la UGT (Unión General de Trabajadores), por lo que se establece la división entre partido, cuyo objetivo es político, y sindicato, cuyo objetivo es la reivindicación inmediata en la calle.
– Por último, señalar también el movimiento obrero católico, cuya base se encuentra en la encíclica del Papa León XIII *Rerum Novarum*, donde se busca la mejora de los obreros a través de los Evangelios.