Antiguo Régimen, Constitución de 1812 y Guerra de Independencia Española: Claves Históricas
Antiguo Régimen
Definición: es un sistema político, económico y social que predominó en Europa antes de la Revolución Francesa de 1789. Está basado en el Feudalismo de la Edad Media.
Estas son las características del Antiguo Régimen:
Ciclo demográfico antiguo. Alta natalidad, pero también alta mortalidad y un crecimiento de la población muy débil. Poca higiene, epidemias, hambre… La esperanza de vida rondaba los 30 años. Alta mortalidad infantil.
Monarquía absoluta (de origen divino). El monarca concentra todos los poderes: legislativo, ejecutivo y judicial. La autoridad real no tiene límites, aunque en realidad tenía que tener en cuenta a la Iglesia y a la nobleza. Sus privilegios prevalecen sobre la de los estamentos.
Los rasgos del absolutismo estaban más marcados en el Imperio Ruso y Otomano. En contraposición, solo en Gran Bretaña, donde la revolución de 1688 había transferido parte del poder real a un parlamento, constituía la excepción en Europa.
Sociedad estamental. Las clases sociales o estamentos son cerrados, inmovibles, inalterables. Se pertenece a ellas por nacimiento, no por dinero o talento. Esto produce desigualdades sociales. Existen tres estamentos:
- Nobleza. Son clases privilegiadas. Disfrutan de privilegios como: no pagar impuestos y poseer sus propias leyes. La nobleza ocupa los mejores cargos públicos del estado, los de más prestigio y los mejor remunerados económicamente.
- Clero. Exactamente igual que el grupo social anterior.
- Estado Llano o Tercer Estado. Clase no privilegiada. Pagan impuestos. En este grupo se encuentran los campesinos (que forman una mayoría, entre el 80-90 %), los burgueses, los artesanos, los comerciantes, las clases populares…
Agricultura y Ganadería. La economía del Antiguo Régimen es básicamente agraria. Es una agricultura de suficiencia, de autoconsumo, sin excedentes. Técnicas primitivas, no mecanizadas, poco rentables, eran insuficientes para alimentar a la población.
- Europa Oriental. El campesinado estaba sometido a un régimen de servidumbre que se diferenciaba poco de la esclavitud.
- Europa Occidental y Mediterránea. La situación era mejor, pero buena parte de la producción se quedaba en manos de los propietarios de la tierra.
Los campesinos pagan el “diezmo” a la Iglesia, que consistía en dar el 10% de toda la producción de las tierras que los campesinos cultivaban para ellos. Esta cantidad que recibía la Iglesia provenía de las tierras llamadas “mansos”. También pagan al señor feudal y a la Hacienda del Estado, por lo cual deducimos que vivían en una situación miserable.
El sistema de explotación agraria es el “señorío”, propia del Feudalismo (Edad Media). La mayor parte de las tierras estaban en manos de la nobleza. Un “señorío territorial” era el conjunto de tierras a manos de un señor (noble o eclesiástico). Este señorío estaba a la vez formado por:
- La “reserva” señorial. Eran las mejores tierras, que se las quedaba el señor para explotarlas directamente.
- Los “mansos”. Eran los lotes de tierra que el señor concedía o arrendaba a los campesinos a cambio de que estos le pagaran un impuesto (llamado “censo”) o a cambio de días de trabajo en las tierras de la “reserva” del señor.
Industria. Existía poco movimiento industrial. Había artesanos que se agrupaban en gremios (el gremio de herreros, de alfareros…). Tenían útiles muy sencillos y los productos que fabricaban resultaban muy caros. La productividad de su trabajo era muy baja.
Comercio. Era escaso y a nivel local, ya que había problemas de transportes. Posteriormente se desarrollará un comercio mercantilista (basado en acumular metales preciosos: plata y oro) y proteccionista (vender muchos productos al exterior y comprar poco). El Estado controlaba el comercio.
Constitución 1812
Aprobada el 19 de marzo de 1812 y popularmente conocida como “La Pepa”, este texto legal fue la primera constitución liberal del país. La constitución de 1812 es uno de los grandes textos liberales de la historia, siendo muy célebre en su tiempo.
Los diputados liberal Agustín Argüelles, Diego Muñoz Torrero y Pérez de Castro son las figuras más destacadas en su elaboración.
Estos son los rasgos principales de la Constitución:
Soberanía nacional. El poder reside en la nación, idea opuesta a la soberanía monárquica.
División de Poderes.
Poder legislativo: Cortes Unicamerales
Poder judicial: tribunales
Poder ejecutivo: Rey, pero con importantes limitaciones:
Sus órdenes deben ir validadas por la firma del Ministro correspondiente.
No puede disolver las Cortes
Veto suspensivo transitorio durante dos años, tras ello la decisión de las Cortes se convierte en ley.
Nombra a los ministros, pero estos deben ser refrendados por las Cortes (“doble confianza”)
Nuevo derecho de representación. La nación ejerce su soberanía mediante sus representantes en Cortes.
Complicado procedimiento electoral por sufragio universal masculino indirecto en cuarto grado. Derecho de voto: todos los hombres mayores de 25 años, que elegían a unos compromisarios que a su vez elegían a los diputados.
Igualdad de los ciudadanos ante la ley. Esto supuso el fin de los privilegios estamentales.
Se omite toda referencia a los territorios con fueros, lo que equivalía a su no reconocimiento. No obstante, los regímenes forales de las provincias vascas y de Navarra no se derogaron explícitamente.
Reconocimiento de derechos individuales: a la educación, libertad de imprenta, inviolabilidad del domicilio, a la libertad y a la propiedad.
El catolicismo es la única confesión religiosa permitida. La necesidad de contar con la colaboración del clero en la lucha contra los franceses explica este rasgo intolerante que choca con el espíritu avanzado de la constitución.
Cortes de Cadiz
Las Abdicaciones de Bayona habían creado un vacío de autoridad en la España ocupada. Pese a que los Borbones habían ordenado a las autoridades que se obedeciera al nuevo rey José I, muchos españoles se negaron a obedecer a una autoridad que se veía como ilegítima. Para llenar ese vacío y organizar la espontánea insurrección contra los franceses se organizaron Juntas Provinciales que asumieron la soberanía.
Las Juntas Provinciales sintieron desde un principio la necesidad de coordinarse. Así, en septiembre de 1808, se constituyó la Junta Central que, en ausencia del rey legítimo, asumió la totalidad de los poderes soberanos y se estableció como máximo órgano de gobierno. Fruto de esta nueva situación, la Junta Central convocó reunión de Cortes extraordinarias en Cádiz, acto que iniciaba claramente el proceso revolucionario. Finalmente, en enero de 1810, la Junta cedió el poder a una Regencia, lo que no paralizó la convocatoria de Cortes.
Las Cortes de Cádiz
La celebración de las elecciones en situación de guerra propició que se reunieran unas Cortes con preponderancia de elementos burgueses y cultos procedentes de las ciudades comerciales del litoral.
Las sesiones de Cortes comenzaron en septiembre de 1810 y muy pronto se formaron dos grupos de diputados enfrentados:
Liberales: partidarios de reformas revolucionarias, inspiradas en los principios de la Revolución Francesa.
Absolutistas o “serviles”: partidarios del mantenimiento del Antiguo Régimen (monarquía absoluta, sociedad estamental, economía mercantilista).
La mayoría liberal, aprovechándose de la ausencia del rey, inició la primera revolución liberal burguesa en España, con dos objetivos: adoptar reformas que acabaran las estructuras del Antiguo Régimen y aprobar una Constitución que cambiara el régimen político del país.
Estas fueron las principales reformas políticas, económicas, sociales y jurídicas adoptadas por las Cortes de Cádiz
Libertad de imprenta (1810)
Abolición del régimen señorial: supresión de los señoríos jurisdiccionales, reminiscencia feudal. Sin embargo, la nobleza mantuvo la propiedad casi todas sus tierras.
Supresión de la Inquisición (1813)
Abolición de los gremios. Libertad económica, comercial, de trabajo y de fabricación (1813)
Tímida desamortización de algunos bienes de la Iglesia.
Carlos IV
Carlos IV de España, llamado «el Cazador» (Portici, 11 de noviembre de 1748-Nápoles, 19 de enero de 1819), fue rey de España desde el 14 de diciembre de 1788 hasta el 19 de marzode 1808. Hijo y sucesor de Carlos III y de María Amalia de Sajonia.
Accedió al trono poco antes del estallido de la Revolución francesa, y su falta de carácter hizo que delegase el gobierno de su reinado en manos de su esposa María Luisa de Parma y de su valido, Manuel Godoy, de quien se decía que era amante de la Reina, circunstancia aceptada como cierta por historiadores como Balansó o Zavala1 y negada por otros.2 Estos acontecimientos frustraron las expectativas con las que inició su reinado. A la muerte de Carlos III, el empeoramiento de la economía y el desbarajuste de la administración revelan los límites del reformismo, al tanto que la Revolución francesa pone encima de la mesa una alternativa al Antiguo Régimen.
Carlos III
Carlos III de España, llamado «el Político»b o «el Mejor Alcalde de Madrid» (Madrid, 20 de enero de 1716-ibídem, 14 de diciembre de 1788), fue duque de Parma, Plasencia y Castro —como Carlos I— entre 1731 y 1735, rey de Nápoles —como Carlos VII— y rey de Sicilia —como Carlos V— de 1734 a 1759 yde España desde 1759 hasta su muerte.
Carlos era el tercer hijo varón de Felipe V que llegó a la vida adulta y el primero que tuvo con su segunda mujer, Isabel de Farnesio, por lo que fueron sus medio hermanos Luis I yFernando VI, quienes sucedieron a su padre en un primer momento. La muerte sin descendencia de estos llevaría a Carlos a ocupar el Trono español.
Carlos sirvió a la política familiar como una pieza en la lucha por recuperar la influencia española en Italia: heredó inicialmente de su madre los ducados de Parma, Plasencia y Toscana en 1731; pero más tarde, al reconquistar Felipe V el Reino de Nápoles y Sicilia en el curso de la Guerra de Sucesión de Polonia (1733-1735), pasó a ser rey de aquellos territorios con el nombre de Carlos VII. Contrajo matrimonio en 1738 con María Amalia de Sajonia, hija de Federico Augusto II, duque de Sajonia y deLituania y rey de Polonia.
Fernando VII
Fernando VII de España, llamado el Deseado o el rey Felón(San Lorenzo de El Escorial, 14 de octubre de 1784-Madrid, 29 de septiembre de 1833), fue rey de España entre marzo y mayo de 1808 y, tras la expulsión del «rey intruso» José I Bonaparte, nuevamente desde diciembre de 1813 hasta su muerte, exceptuando un breve intervalo en 1823, en que fue destituido por el Consejo de Regencia.
Hijo y sucesor de Carlos IV y de María Luisa de Parma, depuestos por obra de sus partidarios en el Motín de Aranjuez, pocos monarcas disfrutaron de tanta confianza y popularidad iniciales por parte del pueblo español. Obligado a abdicar en Bayona, pasó toda la Guerra de Independencia preso enValençay, siendo reconocido como el legítimo rey de España por las diversas Juntas, el Consejo de Regencia y las Cortes de Cádiz.
Tras la derrota de los ejércitos napoleónicos y la expulsión de José Bonaparte, Napoleón le devolvió el trono de España con elTratado de Valençay. Sin embargo, el Deseado pronto se reveló como un soberanoabsolutista y, en particular, como uno de los que menos satisfizo los deseos de sus súbditos, que lo consideraban una persona sin escrúpulos, vengativa y traicionera. Rodeado de una camarilla de aduladores, su política se orientó, en buena medida, hacia su propia supervivencia.[cita requerida]
Entre 1814 y 1820 restauró el absolutismo, derogando laConstitución de Cádiz y persiguiendo a los liberales. Tras seis años de guerra, el país y la Hacienda estaban devastados, y los sucesivos gobiernos fernandinos no lograron restablecer la situación.
En 1820 un pronunciamiento militar dio inicio al llamado trienio liberal, durante el cual se restablecieron la Constitución y los decretos de Cádiz, produciéndose una nueva desamortización. A medida que los liberales moderados eran desplazados por los exaltados, el rey, que aparentaba acatar el régimen constitucional, conspiraba para restablecer el absolutismo, lo que se logró tras la intervención de los Cien Mil Hijos de San Luis en 1823.
La última fase de su reinado, la llamada Década Ominosa, se caracterizó por una feroz represión de los exaltados, acompañada de una política absolutista moderada o inclusoliberaldoctrinaria que provocó un profundo descontento en los círculos absolutistas, que formaron partido en torno al infanteCarlos María Isidro. A ello se unió el problema sucesorio, sentando las bases de la Primera Guerra Carlista, que estallaría con la muerte de Fernando y el ascenso al trono de su hija Isabel II, no reconocida como heredera por el infante Carlos.
Jose Bonaparte
José I Bonaparte o José Napoleón (Corte, 7 de enerode 1768 – Florencia, 28 de julio de 1844) fue un político,diplomático y abogadofrancés, hermano mayor de Napoleón Bonaparte, diputado por Córcega en el Consejo de los Quinientos(1797-1799) y secretario del mismo, y nuevamente en el Cuerpo Legislativo (1799-1800), ministro plenipotenciario y miembro del Consejo de Estado (1800-1804), Príncipe y Gran Elector delPrimer Imperio Francés (1804-1806), rey de Nápoles entre el 30 de marzo de 1806 y el 5 de julio de 1808 con el nombre de José I de Nápoles y rey de España entre el 6 de junio de 1808 y el 11 de diciembre de 1813 con el nombre de José I de España, teniente general del Imperio francés (1814).
En España, su proclamación como monarca fue precipitada por el incremento de la violencia que siguió al episodio delLevantamiento del 2 de mayo y culminó un periodo de convulsiones e intrigas políticas instigadas por la estrategia delemperadorNapoleón I para obtener la abdicación del trono de la dinastía reinante de Carlos IV de España asegurando la influencia y primacía del Primer Imperio Francés e incrementando la dependencia española para con los intereses políticos, económicos y militares bonapartistas, en detrimento de sus naciones enemigas, principalmente Portugal y Gran Bretaña. Sin embargo, lejos de obtener una legitimación ante la mayoría de la opinión pública y de frenar la dinámica de enfrentamiento armado, esta proclamación fue rechazada por los órganos de poder autóctonos como el Consejo de Castilla y la Junta Suprema Central y más adelante, por las Cortes reunidas en Cádiz, decidiendo la generalización del conflicto de la Guerra de la Independencia Española. En este contexto, el gobierno de José I Bonaparte, que debía distinguirse por su carácter reformista surgido de la Carta de Bayona, solo pudo ejercerse en las áreas bajo el control militar del Ejército imperial, y aunque la mayor parte de sus acciones no pudieron concretarse ante el continuo hostigamiento o fueron derogadas durante el reinado de Fernando VII de España, otras perduraron, como las mejoras de urbanismo en varias ciudades.
José Bonaparte fundó la Gran Logia Nacional de España y fue Gran Maestro del Gran Oriente de Francia y del Gran Oriente de Italia.Fue distinguido con la Gran Águila de la Legión de Honor.
Guerra de Independencia
La Guerra de la Independencia Española fue un conflicto bélico, desarrollado entre 1808 y 1814 dentro del contexto de las Guerras Napoleónicas, que enfrentó a las potencias aliadas de España, Reino Unido y Portugal contra el Primer Imperio Francés, cuya pretensión era la de instalar en el trono español al hermano de Napoleón, José Bonaparte, tras las abdicaciones de Bayona.
La Guerra de la Independencia, también conocida en español como la francesada,1 Guerra Peninsular,2 Guerra de España,2 Guerra del Francés,2 Guerra de los Seis Años,2y el Levantamiento y revolución de los españoles,2 se solapa y confunde con lo que la historiografía anglosajona llama «Guerra Peninsular» (Peninsular War), iniciada en 1807al declararle Francia y España la guerra a Portugal, tradicional aliado del Reino Unido. También tuvo un importante componente de guerra civil a nivel nacional entreafrancesados y patriotas. El conflicto se desarrolló en plena crisis del Antiguo Régimen y sobre un complejo trasfondo de profundos cambios sociales y políticos impulsados por el surgimiento de la identidad nacional española y la influencia en el campo de los «patriotas» de algunos de los ideales nacidos de la Ilustración y la Revolución francesa, paradójicamente difundidos por la élite de los afrancesados.
Según el tratado de Fontainebleau (27 de octubre de 1807), el primer ministro Manuel Godoy preveía, de cara a una nueva invasión hispanofrancesa de Portugal, el apoyo logístico necesario al tránsito de las tropas imperiales. Bajo el mando del general Jean-Andoche Junot, las tropas francesas entraron en España el 18 de octubre de 1807, cruzando su territorio a toda marcha en invierno, y llegaron a la frontera con Portugal el 20 de noviembre. Sin embargo, los planes de Napoléon iban más allá, y sus tropas fueron tomando posiciones en importantes ciudades y plazas fuertes con objeto de derrocar a la Casa de Borbón y suplantarla por su propia dinastía, convencido de contar con el apoyo popular.
El resentimiento de la población por las exigencias de manutención de las tropas extranjeras, que dio lugar a numerosos incidentes y episodios de violencia, junto con la fuerte inestabilidad política surgida por la querella entreCarlos IV de España y su hijo y heredero Fernando VII, orquestada por los franceses, que se inició con el Proceso de El Escorial y culminó con el Motín de Aranjuez y el ascenso al poder de Fernando VII, precipitó los acontecimientos que desembocaron en los primeros levantamientos en el norte de España y la jornada del 2 de mayo de 1808 en Madrid. La difusión de las noticias de la brutal represión, inmortalizada en las obras de Francisco de Goya, y de las abdicaciones de Bayona del 5 y 9 de mayo, que extendieron por la geografía española el llamamiento, iniciado en Móstoles, a enfrentarse con las tropas imperiales, decidieron la guerra por la vía de la presión popular a pesar de la actitud contraria de la Junta de Gobierno designada por Fernando VII.
La guerra se desarrolló en varias fases en las que ambos bandos tomaron sucesivamente la iniciativa, y se destacó por el surgimiento del fenómeno guerrillero que, junto con los ejércitos regulares aliados dirigidos por Arthur Wellesley, duque de Wellington, provocaron el desgaste progresivo de las fuerzas bonapartistas. La población civil, que padeció los efectos de una guerra total, en la que tanto franceses como los aliados se cebaron con la población y objetivos civiles, saqueando y pillando a gran escala y devastando, por ejemplo, la industria española, considerada una amenaza para sus respectivos intereses.3 Los primeros éxitos de las fuerzas españolas en la primavera y el verano de 1808, con la batalla del Bruch, la resistencia de Zaragoza y Valencia y, en particular, la sonada victoria de Bailén, provocaron la evacuación de Portugal y retirada francesa al norte del Ebro, seguida en el otoño de 1808 por la entrada de laGrande Armée, encabezada por el propio Napoleón, que culminó el máximo despliegue francés hasta mediados de 1812. La retirada de efectivos con destino a la campaña de Rusia fue aprovechada por los aliados para retomar la iniciativa a partir de su victoria en la batalla de los Arapiles (22 de julio de 1812) y, contrarrestando la ofensiva francesa, avanzar a lo largo de 1813 hasta los Pirineos, derrotando a los franceses en las batallas deVitoria (21 de junio) y San Marcial (31 de agosto). El tratado de Valençay (11 de diciembre de 1813) restauró a Fernando VII y dejaba a España libre de la presencia extranjera, pero no evitó la invasión del territorio francés, siendo la batalla de Toulouse (10 de abril de 1814), el último enfrentamiento de la guerra. Refiriéndose a la Guerra de la Independencia Española, Napoleón, en su exilio, declaró:
En el terreno socioeconómico, la guerra costó en España una pérdida neta de población de 215 000 a 375 000 habitantes,5 por causa directa de la violencia y las hambrunas de 1812, y que se añadió a la crisis arrastrada desde las epidemias de enfermedades y la hambruna de 1808, resultando en un balance de descenso demográfico de 560 000 a 885 000 personas,6 que afectó especialmente a Cataluña, Extremadura y Andalucía. A la alteración social y la destrucción de infraestructuras, industria y agricultura se sumó la bancarrota del Estado y la pérdida de una parte importante del patrimonio cultural.
A la devastación humana y material se sumó la debilidad internacional del país, privado de su poderío naval y excluido de los grandes temas tratados en el Congreso de Viena, donde se dibujó el posterior panorama geopolítico de Europa. Al otro lado del Atlántico, la América Española obtendría su independencia tras la Guerra de Independencia Hispanoamericana. En el plano político interno, el conflicto fraguó la identidad nacional española y abrió las puertas al constitucionalismo, concretado en las primeras constituciones del país, el Estatuto bonapartista de Bayona y la Constitución de Cádiz. Sin embargo, también dio inicio a una era de guerras civiles entre los partidarios del absolutismo y los del liberalismo, llamadas Guerras Carlistas, que se extenderían a todo el siglo XIX y que marcarían el devenir del país.