Cambios Territoriales

Tras dos décadas de conflicto, las grandes potencias acordaron reajustes territoriales con el objetivo de establecer la paz en Europa. Un hito importante fue la disolución de la Confederación del Rin en 1806, establecida por Napoleón tras la disolución del Sacro Imperio. En el Congreso de Viena de 1814, se creó la Confederación Germánica compuesta por 39 estados, entre los cuales se encontraban Austria, Prusia, Baviera, Württemberg, Sajonia y Hannover.

Esta Confederación tenía una dieta o parlamento en Fráncfort, siempre presidida por Austria, y un ejército con generales. Simultáneamente, el Reino Unido emergió como una potencia marítima clave, controlando rutas estratégicas. Prusia obtuvo territorios como Estonia y recuperó Lombardía, Venecia e Iliria. Los Habsburgo extendieron su control sobre Toscana, Parma y Módena, así como sobre el norte de Italia, Córcega, Cerdeña, Saboya y Génova.

En el contexto de los Países Bajos, las Provincias Unidas se anexaron Bélgica y Luxemburgo, que antes de las guerras napoleónicas estaban bajo dominio austriaco. Respecto a Polonia, Napoleón creó el Gran Ducado de Varsovia, pero tras su derrota en el Congreso de Viena, se decidió dividir Polonia entre Rusia, Prusia y Austria. Aunque teóricamente se mantenía como un reino independiente, en la práctica, Polonia estaba fuertemente vinculada a Rusia, cuyos zares ostentaban la corona polaca.

La independencia de Grecia (1821-1829)

En el siglo XV, Grecia era parte del Imperio Turco Otomano, donde los griegos sufrían impuestos severos a pesar de conservar su religión ortodoxa y lengua. Aunque las potencias y sus intelectuales respaldaban a los nacionalistas griegos debido a la importancia cultural de Grecia, no intervenían directamente, pero apoyaban a Turquía. Rusia buscaba una salida al Mediterráneo, y Austria, que controlaba las Baleares, quería debilitar a Turquía. En 1821, los griegos proclamaron su independencia, desencadenando una guerra que duró hasta 1827, con la batalla de Navarino. En 1829, se firmó el Tratado de Adrianópolis, donde Turquía reconoció la independencia de Grecia, y Otón I se convirtió en el primer rey griego.

La oleada revolucionaria de 1830

Francia 1830

Francia en 1830 experimentó cambios significativos después del Congreso de Viena, donde se restablecieron las fronteras de 1791. Tras la derrota de Napoleón, Luis XVIII asumió el trono y aprobó una especie de constitución llamada Carta Otorgada, otorgando algunos derechos y sufragio censitario. Luis XVIII murió en 1824, sucediéndole su hermano Carlos X, quien eliminó la Carta Otorgada, limitó el derecho al voto y censuró la prensa. En julio de 1830, disolvió la cámara de diputados, provocando la protesta del pueblo de París, que salió a las calles y se enfrentó al ejército real. Carlos X se exilió en el Reino Unido para evitar un destino similar al de Luis XVI. Después de la huida de Carlos, un comité revolucionario propuso a Luis Felipe de Orleans como monarca. Su ascenso marcó el triunfo de la burguesía moderada, restableciendo la Carta Moderada, ampliando el derecho al voto, recuperando la libertad de prensa y adoptando la bandera tricolor.

Bélgica 1830 – 1831

Después del Congreso de Viena, se creó un país llamado el Reino Unido de los Países Bajos al norte de Francia, formado por las provincias unidas, Bélgica y Luxemburgo, bajo el gobierno de los monarcas holandeses. Sin embargo, el norte y el sur del país tenían grandes diferencias. El norte, conformado por las antiguas provincias unidas, estaba orientado al comercio y era mayoritariamente protestante calvinista. En cambio, el sur, que incluía a Bélgica y Luxemburgo, era mayoritariamente católico, hablaba francés y estaba en las primeras etapas de su desarrollo industrial. En agosto, estalló una revuelta nacionalista en Bruselas, y para sofocarla, Prusia envió un ejército que se extendió por toda Bélgica. En octubre de 1831, una alianza entre católicos y liberales proclamó la independencia del país. A pesar de la oposición de los Países Bajos, las grandes potencias en la Conferencia de Londres reconocieron la independencia de Bélgica, y Leopoldo de Sajonia-Coburgo-Gotha fue elegido como monarca constitucional del país.

Polonia

En el Congreso de Viena, se creó un pequeño reino polaco constitucional gobernado por los zares de Rusia. A pesar de esto, el sentimiento nacionalista polaco, basado en diferencias culturales y religiosas con los rusos, creció en la sociedad polaca. La Dieta polaca decidió destituir al zar Nicolás I como su rey, lo que llevó a la invasión del ejército ruso en Polonia. La revuelta fue sofocada, y el reino polaco fue disuelto, convirtiéndose en una provincia del imperio ruso.

Italia

En Modena, Parma, Bolonia y Estados Pontificios, hubieron protestas, y el ejército austriaco intervino para sofocarlas.

España

En 1833, tras la muerte de Fernando VII, comenzó la primera guerra civil en España, conocida como la guerra carlista (1833-1840). Esta guerra enfrentó a dos grupos: los seguidores de Carlos María Isidro, hermano de Fernando, y los liberales moderados que respaldaban a la hija de Fernando, Isabel II. A pesar de la tradición que prohibía a las mujeres gobernar, Fernando aprobó una ley permitiendo que Isabel II fuera la reina, y esto llevó a la victoria de los liberales moderados.

La primavera de 1848: “La primavera de los pueblos”

Es un fenómeno de dimensiones europeas por las revueltas en toda Europa. En estas revueltas confluyen el liberalismo radical, el nacionalismo y las primeras ideas socialistas.

Causas de la revolución 1848

La Revolución de 1848 fue impulsada por diversas causas. En primer lugar, la crisis de subsistencia generada por malas cosechas y la enfermedad de la patata provocaron un aumento en los precios de los productos básicos, afectando la alimentación de la población. Simultáneamente, la crisis industrial exacerbó la situación al disminuir la capacidad de compra de productos manufacturados debido a la crisis agraria. El cierre de industrias dejó a muchas personas desempleadas. Desde el ámbito político, los liberales radicales abogaron por la ampliación del sufragio y volvieron a plantear posturas republicanas, contribuyendo a la agitación social. Por último, las causas sociales jugaron un papel crucial, ya que el incipiente proletariado demandaba mejoras en sus condiciones de vida, buscando un cambio significativo en su situación social y laboral. Estas diversas tensiones confluyeron para desencadenar la Revolución de 1848.

Francia 1848

En la década de 1840, la Monarquía de Julio en Francia, liderada por Luis Felipe de Orleans, estaba debilitada debido a la corrupción y la falta de reformas gubernamentales. En febrero, el gobierno intentó reprimir las reuniones de partidos republicanos, lo que generó malestar en todo el país. Aunque destituyeron al primer ministro Guizot, las manifestaciones y barricadas persistieron, y Luis Felipe huyó al Reino Unido. Tras la partida del rey, se formó un gobierno provisional con liberales moderados y radicales. Se proclamó la segunda República, se instauró el sufragio universal masculino (de 250,000 votantes a 8 millones) y se abolieron la pena de muerte y la esclavitud. Además, se crearon los talleres nacionales para combatir el desempleo. En mayo, se celebraron elecciones ganadas por los moderados, lo que llevó a la expulsión de los radicales del gobierno y al cierre de los talleres nacionales. Esto provocó el regreso de barricadas en París. En junio, el general Cavaignac tomó la ciudad al frente del ejército, estableciendo una dictadura militar hasta

las elecciones presidenciales. En diciembre de 1848, Luis Napoleón Bonaparte ganó las elecciones y, tras un autogolpe, se proclamó emperador de los franceses con el nombre de Napoleón III. Italia En la década de 1840, en Italia, los habitantes de Milán y Venecia se rebelaron contra el dominio austriaco, buscando establecer sistemas constitucionales sin éxito. En 1848, una revolución en los estados pontificios llevó a la proclamación de una República, pero en 1849, Napoleón III envió un ejército que ocupó Roma hasta 1871. En Piamonte-Cerdeña, el rey Carlos Alberto implementó un sistema constitucional.

Estados Alemanes. la noticia de la revolución en París provocó disturbios en la Confederación Germánica, con la aprobación de constituciones y la elección por sufragio universal masculino. La Asamblea de Fráncfort ofreció la corona de una Alemania unida a Federico Guillermo de Prusia, quien la rechazó para evitar conflictos con Austria. La asamblea fue finalmente disuelta.En 1870, Prusia venció a Francia en la batalla de Sedán. El ejército francés abandonó Roma, permitiendo la entrada del ejército italiano y convirtiendo a Roma en la capital del nuevo reino constitucional italiano.La ocupación italiana de Roma desató un conflicto diplomático entre el papado y Italia. Pío IX no reconoció la existencia de Italia, y a su vez, Italia no reconoció el dominio del Papa sobre la Ciudad del Vaticano. Este conflicto no se resolvió hasta 1929. Imperio austriaco. En 1848, tras conocer la revolución en París, Viena vivió agitación entre estudiantes y clases populares. Como resultado, Metternich, quien diseñó el Congreso de Viena, fue destituido después de más de 40 años como primer ministro de Austria. El nuevo gobierno abolía las prestaciones personales de los siervos y establecía una monarquía parlamentaria constitucional.Simultáneamente, estallaron revueltas nacionalistas entre checos, eslovacos, serbios, húngaros e italianos. Bohemia y Hungría proclamaron su independencia, reconociendo al emperador de Austria como su monarca. En Lombardía y Venecia, los italianos expulsaron a las guarniciones austriacas y proclamaron repúblicas independientes. Sin embargo, el ejército austríaco restauró el orden en pocas semanas. Fernando I abdicó, dando paso a Francisco José I (1848-1916) como emperador de Austria.


El nacionalismo. Una nación es un grupo de personas que comparten una patria, idioma, tradiciones, historia y cultura. En Europa, el nacionalismo surge por el deseo de afirmar la unidad e independencia frente a otras naciones, impulsado por eventos como las conquistas napoleónicas. En países como España, Alemania, Italia, Bélgica y Rusia, el nacionalismo se centra en promover costumbres, instituciones y lenguas locales, especialmente durante la época romántica que idealiza el pasado y sus personajes. Existen diferentes formas de nacionalismo. El nacionalismo cívico liberal considera que la nación es la suma de ciudadanos libres con derechos, inspirado por la ideología francesa. Por otro lado, el nacionalismo identitario tiende a mitificar el pasado. Además, hay casos de nacionalismo disgregador, donde ciertos grupos buscan separarse de otras naciones, como Polonia con Rusia. Por último, el nacionalismo unificador se da cuando territorios separados políticamente comparten una cultura común y buscan formar un único Estado-nación. La unificación italiana. Después de la invasión francesa, Italia quedó dividida, pero surgió la idea de formar un único Estado italiano. Sin embargo, el Congreso de Viena restableció la fragmentación política, con diferentes regiones gobernadas por distintas dinastías, como Saboya, Borbón, y los Estados Pontificios bajo el control del Papa. Algunas regiones estaban incluso bajo dominio de Austria. Para lograr la unificación, era crucial librarse del control austriaco, pero los estados italianos eran débiles y necesitaban el respaldo de una gran potencia.


Fases de la unificación. En el proceso de unificación de Italia en el siglo XIX, varias etapas clave marcaron este cambio significativo. En 1859-1860, Víctor Manuel, rey de Piamonte-Cerdeña, junto con su primer ministro, lideró un acuerdo secreto con Francia (Napoleón III) para atacar Milán, expulsar a los austriacos y obtener Saboya y Niza a cambio. Tras las batallas de Magenta y Solferino, Austria fue derrotada y Lombardía se unió a Piamonte-Cerdeña. En 1860, plebiscitos en Parma, Modena y Toscana decidieron unirse a Piamonte-Cerdeña. En ese mismo año, Giuseppe Garibaldi lideró las fuerzas revolucionarias desde Génova hasta Nápoles, expulsando a los Borbones y estableciendo una dictadura. Garibaldi avanzó hacia Roma, pero Cavour evitó la guerra enviando un destacamento, logrando la unión de las Dos Sicilias a Piamonte-Cerdeña. En 1861, el primer parlamento italiano se reunió en Turín, reconociendo a Víctor Manuel como el primer rey de Italia, aunque Venecia y Roma no estaban aún integradas. Entre 1866 y 1870, tras la derrota de Austria ante Prusia, Venecia se unió a Italia. En 1870, la victoria de Prusia sobre Francia permitió la ocupación de Roma, que se convirtió en la capital del nuevo reino italiano. Esto generó un conflicto diplomático con el papado, que no reconoció la existencia de Italia y mantuvo el control sobre la Ciudad del Vaticano. El conflicto persistió hasta 1929.Unificación alemana . La idea de unificar Alemania se originó en el fuerte sentimiento nacionalista alemán, que se inspiró en la Ilustración y el romanticismo, especialmente en la idealización del pasado imperio germánico. Las guerras contra Napoleón y las revoluciones de 1848 alimentaron la idea de formar una Alemania unificada.


En 1815, se llevó a cabo el Congreso de Viena. En 1834, Prusia estableció el Zollverein, una unión aduanera para facilitar la libre circulación de bienes y personas, excluyendo a Austria debido a su economía rezagada. En 1841, la propuesta de crear un Estado alemán liberal fue rechazada por Austria y Prusia en la Asamblea de Fráncfort. En 1859, Guillermo I de Hohenzollern fue proclamado rey de Prusia. En 1862, Otto von Bismarck se convirtió en canciller y trabajó para lograr la unificación alemana mediante guerra y diplomacia. En 1864, Prusia, con la Confederación Germánica, declaró la guerra a Dinamarca para recuperar los ducados de Schleswig y Holstein, obteniendo control prusiano sobre Schleswig y control austríaco sobre Holstein. De 1866 a 1869, Austria, preocupada por el creciente poder de Prusia, declaró la guerra debido a la cuestión de los ducados. El ejército prusiano, más moderno y eficiente, derrotó a Austria en la batalla de Sadowa en 1866.