Ciudades y Reinos Medievales: El Auge del Gótico

El Crecimiento Urbano y la Burguesía

Las mejoras técnicas en la agricultura y la roturación de nuevas tierras impulsaron un aumento en la producción de alimentos y, consecuentemente, un incremento de la población. Los núcleos de población se formaban alrededor de fortalezas. Los burgos, situados extramuros, albergaban a los burgueses, quienes con el tiempo prosperaron y construyeron murallas para proteger sus crecientes asentamientos. A partir del siglo XIII, una extensa red de ciudades cubría Europa. Muchos campesinos, atraídos por la promesa de una vida mejor, migraban a las ciudades, aunque a menudo terminaban como peones o criados. Los burgueses, libres y enriquecidos, se convirtieron en una poderosa fuerza social. Coexistían con una numerosa población de bajo nivel económico: artesanos, pobres, obreros y sirvientes.

Artesanía, Gremios y Comercio

La artesanía, la fabricación manual de objetos, tenía su centro de operaciones en el taller. Las manufacturas más desarrolladas eran las textiles. Los gremios, asociaciones que agrupaban a todos los artesanos de un oficio específico en una ciudad, organizaban el trabajo y establecían los precios de los productos. Los trabajadores ascendían en un sistema jerárquico: aprendiz, oficial y, finalmente, maestro. El comercio era una función esencial de la ciudad medieval. Los mercaderes acudían a las ferias para vender sus productos. Aunque el trueque era común, a partir del siglo XIII, las ciudades italianas comenzaron a acuñar monedas de oro de alto valor. Para facilitar el comercio, surgieron los cambistas, precursores de las primeras bancas, que pronto también se dedicaron al préstamo.

El Poder y la Iglesia: La Querella de las Investiduras

La lucha entre el Papa y el Emperador por la supremacía se conoció como la Querella de las Investiduras. El Emperador buscaba controlar la Iglesia, mientras que el Papa pretendía influir en la elección de los obispos y someter al Emperador a su autoridad. Esta pugna debilitó a ambos bandos.

La Evolución de la Monarquía: Parlamentos y Cortes

El crecimiento de los reinos conllevó una mayor complejidad en su gobierno. Los monarcas establecieron nuevas instituciones políticas, como las asambleas consultivas o parlamentos y las cortes, organizadas en torno a tres estamentos: clero, nobleza y estado llano. Estas asambleas tenían carácter consultivo, sin poder legislativo.

Crisis y Conflictos: Hambrunas y la Guerra de los Cien Años

A principios del siglo XIV, las malas cosechas y el límite de crecimiento demográfico causaron un empeoramiento en las condiciones de vida. El precario equilibrio entre población y recursos se rompió, provocando hambrunas y una caída en la producción agraria. La Guerra de los Cien Años (1337-1453), un conflicto sucesorio entre Inglaterra y Francia por la muerte del último rey Capeto sin heredero varón, agravó la situación. La creencia popular de que las guerras eran castigo divino por los pecados de la Iglesia provocó una crisis religiosa que culminó en el Gran Cisma de Occidente.

El Arte Gótico: Esplendor y Transformación

El arte gótico, floreciente entre los siglos XIII y XV, estuvo ligado al crecimiento de las ciudades y al protagonismo de la burguesía. En el siglo XIII surgieron las primeras universidades, donde se estudiaban disciplinas como medicina y teología. El estilo gótico se caracteriza por el arco apuntado, la bóveda de crucería, el arbotante y las vidrieras. Las grandes catedrales, símbolo de prosperidad, son los edificios más representativos del gótico. Ayuntamientos, lonjas y plazas también reflejan la opulencia de la época.

Escultura, Pintura y el Legado del Gótico

En la escultura gótica destacan las portadas de las catedrales, los retablos, las esculturas exentas y los sepulcros. La temática religiosa, centrada en figuras como la Virgen (vírgenes blancas), predominaba. La arquitectura gótica influyó en la pintura, con la incorporación de grandes vidrieras en los ábsides de las iglesias. La tabla se convirtió en el soporte pictórico más común. Giotto, artista de los siglos XIII y XIV, destaca por la naturalidad y el volumen de sus figuras. La escuela flamenca se caracterizó por el uso del óleo, el detallismo, la perspectiva, el retrato y la representación de la vida cotidiana.