Hacia la Crisis: La Regencia de María Cristina (1885-1902)

Tras la temprana muerte de Alfonso XII, María Cristina de Habsburgo (su viuda) asumió la regencia hasta la mayoría de edad del futuro Alfonso XIII, del que estaba embarazada a la muerte de su esposo. Esta nueva etapa comenzó con un gobierno del partido liberal de Sagasta, que otorgó al sistema político una orientación más progresista. En 1897, el régimen sufrió un duro golpe cuando el entonces jefe de gobierno, Cánovas del Castillo, murió víctima de un atentado anarquista. Sin embargo, la verdadera crisis se produjo a raíz de la pérdida de las últimas colonias en el año 1898.

La Labor Legislativa del Gobierno

A la muerte de Alfonso XII, Sagasta sustituyó a Cánovas como jefe de gobierno, según el procedimiento del turno. Los liberales aprovecharon esta oportunidad para emprender una de las labores legislativas más importantes de la Restauración. Su objetivo esencial era introducir en el sistema político canovista ciertas aspiraciones progresistas del Sexenio que eran compatibles con la Constitución de 1876. Las medidas que mejor definen la orientación política de este quinquenio fueron tres:

  • La Ley de Asociaciones: que permitía la legalización de las organizaciones obreras.
  • La Ley de Jurado.
  • La Ley de Sufragio Universal.

El Desastre Colonial y la Crisis del 98

De la Guerra de Cuba a la Guerra con Estados Unidos

La mayoría de los políticos españoles eran contrarios a conceder ningún tipo de autonomía a Cuba, ya que para ellos autonomía y dependencia eran equivalentes. En 1895 estalló la revuelta bajo la dirección de José Martí, dirigente e ideólogo del Partido Revolucionario Cubano, y los generales Máximo Gómez y Antonio Maceo. Había comenzado la tercera guerra de Cuba contra España. España envió de nuevo al eficaz general Martínez Campos, que dimitió y fue destituido al año siguiente por el general Weyler, cuyo objetivo era la victoria militar sin negociaciones. A finales de 1897 se retomó la estrategia de negociación. La clave del conflicto fue la intervención de Estados Unidos, cuyos intereses económicos en la isla desempeñaron un papel de primer orden. En 1898, el acorazado Maine, enviado a la bahía de La Habana con el fin de proteger a los residentes estadounidenses en Cuba, explotó en extrañas circunstancias. Con este pretexto, Estados Unidos declaró la guerra a España. La flota española fue aniquilada en Santiago de Cuba, mientras las tropas estadounidenses invadían Cuba y Puerto Rico. El otro escenario colonial importante fueron las Islas Filipinas. Tras la pérdida de las colonias americanas a comienzos del siglo XIX, se dirigió de nuevo la atención hacia la riqueza en tabaco y azúcar de Filipinas. Habían aparecido también en Filipinas movimientos de carácter nacionalista, y en 1896 estalló una revolución que aspiraba a la independencia. Cuando los norteamericanos declararon la guerra a España en 1898 por Cuba, se presentaron también ante los filipinos como sus libertadores. Igual que en Cuba, la flota estadounidense infligió una aplastante derrota a la española cerca de Manila y después las tropas americanas entraron en la capital filipina.

El Tratado de París y la Liquidación de las Últimas Colonias

La guerra hispano-norteamericana, conocida también como Guerra de los Cien Días, finalizó con la capitulación de España en agosto de 1898 y la firma del Tratado de París. Las estipulaciones principales fueron de carácter territorial:

  1. España perdía Cuba, que fue ocupada por Estados Unidos.
  2. España además cedía a Estados Unidos: Puerto Rico, Guam y las Islas Filipinas.

El Tratado de París representó el primer capítulo del colonialismo estadounidense y el último del colonialismo español en América y el Pacífico. A España solo le quedaban los archipiélagos de Marianas, las Carolinas y las Palao, que fueron vendidas poco después a Alemania. Los verdaderos perdedores fueron los 200.000 soldados que fueron reclutados entre las clases trabajadoras de España por el injusto y clasista sistema de cuotas. Se pretendió acabar con este sistema, pero la burguesía se opuso a ello, porque no estaba dispuesta a sacrificar a sus hijos en guerras coloniales, compartiendo miserias y destino con campesinos y obreros. Más tarde se instauró un servicio militar obligatorio sin rendiciones ni sustituciones, aunque todavía había diferencias de trato en función de la riqueza.

La Crisis del 98

  • Se criticó severamente la torpeza de los gobernantes, pero el sistema político sobrevivió.
  • En el ámbito económico, fue negativa la pérdida de los mercados coloniales, de la que se recuperó pronto la industria nacional; pero resultó positiva la repatriación a España de los capitales situados en América, que permitió un gran desarrollo de la banca española.
  • En el ámbito ideológico, se produjo una auténtica crisis que se manifestó en el Regeneracionismo y en la actitud pesimista de los intelectuales de la llamada Generación del 98.