Introducción: El Reinado de Alfonso XIII y la Crisis de la Restauración

El reinado de Alfonso XIII, iniciado en 1902 con su jura de la Constitución de 1876, se enmarca en un período de profundos desafíos para el sistema de la Restauración. El ambiente social y político, marcado por el pesimismo tras la derrota de 1898, recibió al nuevo rey con una esperanza de cambio. Este período se caracterizó por los intentos de reforma del sistema para adaptarlo a las nuevas demandas de democratización del país, en un contexto condicionado por la coyuntura internacional y los problemas coloniales en Marruecos.

Los conflictos sucesivos evidenciaron las debilidades del sistema frente al creciente protagonismo del movimiento obrero, los nacionalismos y el republicanismo. La injerencia militar en la política nacional, con el apoyo del monarca, fue en aumento, ligando el futuro de la monarquía a la continuidad del sistema político impulsado por Cánovas del Castillo en 1874.

El Regeneracionismo y los Intentos de Reforma (1902-1913)

Durante los primeros años del reinado de Alfonso XIII (1902-1913), la política española estuvo marcada por el intervencionismo de la Corona y la creciente influencia del ejército. Los partidos dinásticos, Conservador y Liberal, enfrentaron una crisis tras la muerte de sus líderes históricos, Cánovas y Sagasta.

Reformas de Antonio Maura

Antonio Maura, líder del Partido Conservador, intentó reformar el sistema desde dentro con medidas como la Ley Electoral y la Ley de Administración Local. Sin embargo, su proyecto fracasó tras los sucesos de la Semana Trágica de Barcelona en 1909, una revuelta popular antimilitarista y anticlerical duramente reprimida.

El Gobierno de José Canalejas

José Canalejas, presidente del gobierno por el Partido Liberal entre 1910 y 1912, implementó una serie de reformas progresistas. Promovió la separación entre Iglesia y Estado, impulsó una mayor descentralización administrativa y negoció un nuevo tratado con Francia sobre Marruecos. Su asesinato en 1912 truncó estos proyectos y condujo al sistema a una creciente fragmentación, que culminaría con el golpe de Estado de Primo de Rivera en 1923.

La Oposición al Sistema de la Restauración

Durante la crisis de la Restauración, diversos movimientos políticos y sociales rechazaron el sistema establecido:

  • Carlismo: Se mantuvo dividido entre una facción que participaba en la vida política y otra que optaba por el retraimiento. Experimentó una fragmentación interna con el surgimiento de los “jaimistas” y el Partido Integrista, defensor de un tradicionalismo extremo.
  • Republicanismo: Promovía la democratización del país y la implementación de reformas sociales. Se dividió principalmente en dos corrientes: el Partido Radical de Alejandro Lerroux, con una estrategia insurreccional, y el Partido Reformista de Melquíades Álvarez, de carácter más moderado y parlamentario.
  • Movimiento obrero:
    • Socialistas: El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) creció en influencia, especialmente tras la alianza con los republicanos. La Unión General de Trabajadores (UGT), sindicato socialista, también aumentó su afiliación. En 1921, una escisión del PSOE dio origen al Partido Comunista de España (PCE).
    • Anarquistas: Se organizaron principalmente en torno a la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), que promovía la acción directa y las huelgas generales como herramientas de lucha.
  • Catalanismo: Liderado por la Lliga Regionalista, buscaba la autonomía política y la modernización de Cataluña. Sectores más radicales fundaron Acció Catalana y Estat Català, este último con un programa independentista.
  • Nacionalismo vasco: Tras la muerte de Sabino Arana, fundador del Partido Nacionalista Vasco (PNV), este se dividió entre una corriente independentista y otra autonomista. El PNV se consolidó principalmente en Vizcaya.

Estos movimientos fortalecieron la oposición al sistema monárquico y centralista, contribuyendo a su progresiva erosión.

La Crisis Política del Sistema (1913-1917)

A partir de 1913, los partidos dinásticos de la Restauración entraron en un proceso de fragmentación interna. La constante intervención del rey en los asuntos políticos debilitó aún más su liderazgo y dificultó la alternancia en el poder.

En 1917, una triple crisis (militar, política y social) aceleró la descomposición del sistema:

  • Crisis militar: Las Juntas de Defensa, organizaciones corporativas de militares, exigieron mayor control y autonomía al gobierno.
  • Crisis política: La Asamblea de Parlamentarios, formada por diputados y senadores de la oposición, intentó reformar la Constitución sin éxito.
  • Crisis social: Una huelga general convocada por los sindicatos UGT y CNT paralizó el país, evidenciando el descontento social y la debilidad del gobierno.

Tras la crisis de 1917, la monarquía quedó muy debilitada, el ejército perdió prestigio y la política española entró en una etapa de descomposición, que desembocaría en la proclamación de la Segunda República en 1931.

La Descomposición del Sistema (1917-1923)

Entre 1917 y 1923, el sistema de la Restauración se descompuso aceleradamente debido a la confluencia de crisis políticas, sociales y económicas. La división interna de los partidos dinásticos, la creciente conflictividad social y las tensiones generadas por la guerra de Marruecos debilitaron al régimen.

Las huelgas, el auge del sindicalismo y, especialmente, el Desastre de Annual (1921) –una grave derrota militar española en Marruecos– aceleraron la crisis. La investigación sobre las responsabilidades de este desastre, conocida como el Expediente Picasso, comprometió al ejército y al propio rey. Esto llevó a sectores militares y de la derecha a apoyar un golpe de Estado.

En septiembre de 1923, el general Miguel Primo de Rivera dio un golpe de Estado, instaurando una dictadura militar que contó con el respaldo del rey Alfonso XIII.

Conclusión: El Fracaso de la Restauración y el Advenimiento de la Dictadura

El reinado de Alfonso XIII evidenció las carencias del sistema de la Restauración. Las sucesivas crisis no solo no se resolvieron, sino que agravaron la situación e impidieron la regeneración política del país. El sistema se mostró incapaz de adaptarse a las nuevas condiciones de la sociedad española, que demandaba medidas democratizadoras.

La coyuntura internacional, especialmente la Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa, influyó notablemente en la España del período. Las dificultades en la guerra colonial de Marruecos intensificaron los problemas internos, impulsados por la actuación del movimiento obrero, los movimientos nacionalistas y el creciente republicanismo. La injerencia militar en la política nacional, que fue en aumento, culminó con el golpe de Estado de Primo de Rivera en septiembre de 1923. La Restauración finalizaba, paradójicamente, como había comenzado: con la intervención del ejército en la vida pública.