Desamortización de Mendizábal (1836-1837)

La desamortización de Mendizábal, llevada a cabo entre 1836 y 1837, consistió en una serie de reformas que buscaban solucionar los problemas económicos del Estado y reorganizar la propiedad de la tierra, principalmente la perteneciente a la Iglesia. Sus objetivos principales eran aliviar la deuda pública, impulsar una reforma agraria y reorganizar la Iglesia, la cual terminó despojada de sus bienes. La desamortización se materializó mediante dos decretos que declararon los bienes eclesiásticos como propiedad nacional, para luego ser subastados públicamente. Aunque Mendizábal esperaba que los campesinos adquirieran tierras, la mayoría fueron compradas por la burguesía liberal.

Consecuencias de la Desamortización de Mendizábal

Las consecuencias fueron, en general, negativas, ya que no se logró el objetivo de mejorar la Hacienda ni de beneficiar al campesinado. Además, la Iglesia y otros sectores se opusieron al proceso. La deuda pública no se resolvió y, en algunos casos, incluso aumentó. Según algunos autores, como Tomás y Valiente, el proceso desamortizador de Mendizábal fracasó en su cuádruple objetivo. Su radicalismo anticlerical generó la oposición de:

  • La Iglesia, con su enorme poder como grupo de presión.
  • El campesinado, defraudado en sus esperanzas de acceder a la propiedad. Su situación empeoró debido al aumento de los arrendamientos por parte de los nuevos propietarios.
  • Los sectores liberales moderados, partidarios del entendimiento con la Iglesia.
  • El grupo ilustrado, que abogaba por una auténtica reforma agraria.

Desamortización de Madoz (1855)

La Desamortización Civil de 1855, impulsada por Pascual Madoz, complementó la reforma de Mendizábal. Continuó la venta de bienes eclesiásticos y añadió los bienes municipales (bienes de propios y comunes de los ayuntamientos) y de las cofradías. El objetivo era reducir la deuda pública y financiar obras públicas, como el ferrocarril. La ley encontró resistencia entre los moderados, que temían un desequilibrio social, y fue inicialmente vetada por la reina Isabel II, aunque finalmente se aprobó.

Consecuencias de la Desamortización de Madoz

La ley tuvo efectos negativos para los municipios, que perdieron recursos vitales, y para los sectores rurales más pobres, que se vieron privados de tierras comunales utilizadas para pastoreo, caza o leña. La propiedad de estos bienes fue adquirida principalmente por la élite económica, lo que incrementó la desigualdad social y dificultó el acceso a la tierra para los campesinos modestos. Aunque se recaudaron fondos para el Estado, la deuda pública no se resolvió y la situación financiera no mejoró como se esperaba. Esta ley tuvo un gran volumen de ventas y repercusiones en la sociedad, pero su impacto principal fue la concentración de la riqueza y el aumento de la desigualdad.

La Revolución de 1868: “La Gloriosa”

La Revolución de 1868, conocida como “La Gloriosa”, llevó al destronamiento de Isabel II debido a una combinación de crisis económica, social y política. La desconfianza en su gobierno, marcado por la represión, la censura y una serie de gobiernos ineficaces, condujo a la creación del Pacto de Ostende (1866) entre progresistas, demócratas y otros sectores para derrocar a la monarquía y convocar Cortes Constituyentes. El pronunciamiento militar, liderado por los generales Prim y Serrano, comenzó en Cádiz y se extendió rápidamente, derrotando al ejército gubernamental en la batalla de Alcolea. Isabel II huyó a Francia y se estableció un gobierno provisional.

Consecuencias de la Revolución

La caída de la monarquía generó una división en los sectores políticos, con los carlistas y el Partido Moderado opuestos al nuevo régimen. A pesar de esto, se convocaron elecciones y surgieron nuevos partidos políticos, como el Partido Alfonsino y el PSOE, mientras que emergían tensiones que desembocarían en la Tercera Guerra Carlista.

La Primera República Española (1873-1874)

La Primera República Española (1873-1874) se proclamó tras la renuncia de Amadeo I y fue de tipo federal, basándose en la Constitución de 1869. Sin embargo, la proclamación no supuso un cambio radical, ya que la clase política que la apoyaba era, en gran medida, la misma del Sexenio Democrático. La República fue reconocida únicamente por países federales como Suiza y Estados Unidos. Desde su inicio, mostró una gran inestabilidad, ya que fue proclamada por un Congreso en el que el republicanismo era minoritario, y los líderes republicanos carecían de un programa claro de gobierno. Además, surgieron divisiones internas sobre el tipo de régimen, que evolucionó de federal a autoritario debido a la agitación social, la guerra carlista y la rebelión cantonal.

Problemas y Fin de la República

La República enfrentó la hostilidad de fuerzas conservadoras, como los carlistas, la nobleza, los militares y sectores de la burguesía. A pesar de un intento de crear un proyecto constitucional federal, el régimen no logró estabilizarse. Los presidentes Figueras, Pi i Margall, Salmerón y Castelar no pudieron controlar la situación. Fue Castelar quien, con el apoyo del Ejército, intentó hacerlo, pero fue depuesto por una moción de censura. Finalmente, el general Pavía disolvió las Cortes y el general Serrano asumió el gobierno, dando paso a la Restauración Borbónica.

La Constitución de 1876

La Constitución de 1876, basada en la de 1845, fue redactada tras un pacto entre la Corona y las Cortes, y se caracterizó por su flexibilidad. Estableció una monarquía que compartía la soberanía con las Cortes, sin basarse en la voluntad popular, sino en la “Constitución interna”, que reconocía a la Monarquía y las Cortes como instituciones superiores. La Constitución eliminó la Soberanía Nacional y otorgó al monarca el poder de nombrar al jefe de Gobierno, así como de convocar y disolver las Cortes. Aunque se reconocían derechos básicos, estos no quedaban garantizados de forma sólida, y su regulación dependía de leyes ordinarias. Inicialmente, el sufragio era censitario, pero se amplió a sufragio universal masculino en 1890. La Constitución permitió interpretaciones flexibles y modificables, lo que favoreció a los partidos dinásticos. El gobierno no surgía de elecciones populares, sino de la confianza de la Corona hacia un partido. Esta Constitución estuvo en vigor hasta 1931, excepto durante la Dictadura de Primo de Rivera.

El Gobierno Provisional de Serrano

El gobierno provisional presidido por el general Serrano, con Prim en un segundo plano, logró la autodisolución de las juntas revolucionarias y comenzó a implementar reformas, como la supresión del impuesto de consumos, la creación de la peseta y la expulsión de los jesuitas, entre otras. Se implantó el sufragio universal masculino y se celebraron elecciones para unas Cortes Constituyentes, que redactaron la Constitución de 1869, estableciendo una monarquía democrática. Tras su aprobación, Serrano asumió la regencia temporal, mientras Prim ocupaba la presidencia del gobierno y la cartera de Guerra. La principal tarea política era encontrar un monarca que se identificara con la Constitución. Tras varios intentos, se eligió a Amadeo de Saboya en 1870. Sin embargo, su apoyo fue insuficiente, y el asesinato de Prim agravó aún más la situación.

La Práctica Política de la Restauración: Turnismo, Bipartidismo y Caciquismo

Durante la Restauración, se implementó un sistema político basado en el turnismo y el bipartidismo, inspirado en el modelo inglés. El poder alternaba entre dos partidos dinásticos que aceptaban la Constitución y que se turnaban en el gobierno mediante acuerdos previos. Esto evitaba pronunciamientos militares y reforzaba el centralismo. El sistema funcionaba a través del fraude electoral y la manipulación de resultados, con el apoyo de los caciques, quienes controlaban los votos a nivel local. Estos caciques, influyentes en las provincias, aseguraban victorias mediante la falsificación de elecciones y la creación de una clientela política a cambio de favores económicos o sociales. Además, el sistema impedía que partidos no dinásticos, como republicanos, socialistas o nacionalistas, pudieran acceder al poder. La política estaba marcada por el desinterés popular y factores como el analfabetismo y el atraso económico. El caciquismo garantizaba la estabilidad del bipartidismo, funcionando como un intermediario entre la administración central y las comunidades locales. A partir de 1890, con el sufragio universal, el caciquismo alcanzó su punto máximo, consolidando el fraude electoral mediante prácticas como el encasillamiento (colocar diputados en distritos seguros) y el pucherazo (imposición de candidatos mediante coacción).

Los Partidos Políticos de la Restauración

Los partidos políticos durante la Restauración eran muy diferentes a los actuales, con pocos miembros y un enfoque de grupos de presión. El sistema político se basaba en el bipartidismo, donde los principales partidos alternaban el poder, sin dar cabida a otros partidos opositores.

Partido Liberal-Conservador

Heredero de los moderados y unionistas, se consolidó tras 1884 bajo la dirección de Cánovas del Castillo. Atraía a la alta burguesía, la aristocracia y altos funcionarios. Logró la Constitución de 1876 y centró sus esfuerzos en consolidar el sistema de la Restauración, finalizar los conflictos carlistas y cubanos, y apartar a los militares de la política.

Partido Liberal-Fusionista

Se originó durante el reinado de Amadeo I al unirse los unionistas de izquierda y los progresistas de Sagasta. Tras su fusión en 1880, defendió el progreso y la libertad, y logró acceder al poder en 1881. Promovió reformas clave como el Código Civil, el Código de Comercio, la Ley de Asociaciones, la Ley del Jurado y la Ley de Sufragio Universal en 1890.

En resumen, ambos partidos fueron fundamentales para la política de la Restauración y jugaron un papel clave en la construcción de las bases legales y sociales de la época.

Ideologías de los Partidos

  • Partido Conservador: Surgió de los moderados y la derecha de la Unión Liberal, con apoyo en la alta burguesía, aristocracia, ejército, terratenientes y altos funcionarios, especialmente en el sur de España. Su ideología se centraba en el sufragio censitario, el orden, el centralismo y el tradicionalismo. Promovió reformas restrictivas, como la limitación de libertades, censura, y el arancel proteccionista de 1891.
  • Partido Liberal: Heredero del progresismo y la izquierda de la Unión Liberal, representaba a la burguesía media y capas urbanas. Defendía el sufragio universal, las libertades individuales y un menor centralismo. Entre sus logros destacan la implantación del sufragio universal en 1890, la creación del Código Civil y leyes que favorecían la libertad de asociación y reunión.