El Ascenso del Fascismo y las Guerras Mundiales: Causas, Desarrollo y Consecuencias
Consecuencias de la Primera Guerra Mundial y la Prosperidad Americana
Estados Unidos: Potencia Económica Mundial
Estados Unidos salió muy beneficiado de la Primera Guerra Mundial. Durante el conflicto, la venta de alimentos, armas y productos industriales a los aliados facilitó que el país acumulara la mitad de las reservas mundiales de oro y que el dólar se convirtiera en una sólida moneda de cambio. Además, las pérdidas humanas resultaron pequeñas en comparación con el resto de países beligerantes. Al terminar la guerra, Estados Unidos se había convertido en la primera potencia económica mundial. Su producción agrícola era muy elevada y la industrial representaba el 44,8% de la producción mundial. Su mayor competitividad abrió los mercados internacionales a sus productos y éstos invadieron los mercados mundiales, dominados antes por las industrias europeas. Además, muchos países de Europa estaban endeudados con Estados Unidos como consecuencia de los préstamos de guerra.
Contrastando con la expansión americana, la Guerra Mundial empobreció a los países europeos, que con una producción agrícola e industrial en retroceso tuvieron que hacer frente a los empréstitos de guerra y a la devaluación de sus monedas.
La Prosperidad Americana y el “Modo de Vida Americano”
El crecimiento americano se prolongó durante los diez años que siguieron al fin de la guerra: fue la década de la “prosperidad” y de la consolidación de un “modo de vida americano”, basado en un gran consumismo. Estados Unidos se convirtió en el “paraíso” para millones de emigrantes de todo el mundo.
Aumento del Consumo y Crecimiento Bursátil
La expansión de Estados Unidos se basó en una profunda transformación en el proceso de producción de bienes, dominado por la innovación técnica. Por un lado, el taylorismo y el fordismo contribuyeron a incrementar la productividad y a reducir costos. Por otro, el aumento de los salarios obreros, las campañas publicitarias, la compra a plazos y los préstamos bancarios abrieron el camino a la era del consumo de masas.
La prosperidad se reflejó en un gran auge de la Bolsa. Los buenos resultados empresariales hicieron aumentar la demanda de acciones, cuyo valor subía constantemente. La euforia bursátil generó una gran burbuja especulativa, es decir, un aumento del valor de las acciones como resultado de la creciente demanda y no del aumento de los beneficios de las industrias. Los inversores adquirían acciones no para obtener dividendos a medio y largo plazo, sino para venderlas en unos pocos días. Fue tal la locura inversora que muchos compradores solicitaron créditos para comprar acciones.
La Crisis de la Superproducción y el Crack del 29
La Crisis Agrícola
La prosperidad no benefició a todos por igual y una serie de elementos preludiaron la crisis que se avecinaba. Los campesinos fueron los primeros perjudicados ya que durante la Primera Guerra Mundial se habían endeudado para adquirir nuevas tierras y máquinas y de ese modo aumentar la producción, que vendían a los países beligerantes. Acabado el conflicto, las exportaciones disminuyeron y el mercado americano no podía absorber toda la producción. Ante el aumento de la oferta, los stocks se acumularon, los precios bajaron aceleradamente y los campesinos no pudieron devolver los préstamos. Fue la ruina para miles de personas que perdieron sus tierras, sus máquinas y sus casas. Muchos emigraron hacia las ciudades, donde la falta de trabajo los hundió en la marginalidad.
La Crisis Industrial
En la industria ocurrió un fenómeno similar. La producción creció más rápidamente que el mercado y las fábricas producían más de lo que podían vender. La acumulación de stocks hizo bajar los precios y muchas empresas quebraron y cerraron sus puertas. El paro obrero se extendió y como la población tenía menor capacidad de compra, el consumo disminuyó. Los felices años veinte estaban llegando a su fin.
Del Crack Bursátil a la Gran Depresión y el New Deal
El Crack Bursátil de 1929 y la Gran Depresión
Muchos accionistas eran conscientes de que la cotización de las acciones era muy superior a su valor real y de que no seguirían subiendo indefinidamente. La desconfianza cundió entre los inversores, y el 24 de octubre de 1929 (jueves negro) una gran oleada vendedora afectó a la Bolsa de Nueva York. De repente, todo el mundo quería vender sus acciones y nadie deseaba comprarlas. La gran oferta de acciones hizo que su valor cayera en picado, desencadenando el crack bursátil de 1929.
Muchos inversores se arruinaron y el pánico se extendió entre los ciudadanos, que acudieron a los bancos para retirar su dinero. Éstos se vieron obligados a cerrar por falta de fondos ya que, a su vez, no pudieron cobrar los préstamos hechos a particulares y a empresas arruinadas. El crack de la Bolsa precipitó la quiebra de muchos bancos. En pocos años, la crisis bursátil se propagó a gran parte de la industria, el comercio y la agricultura, provocando una recesión económica generalizada (Gran Depresión).
Ante el convencimiento de que se avecinaban tiempos difíciles, el consumo disminuyó y muchas fábricas cerraron al no poder vender su producción. El número de parados aumentó a 13 millones en 1932, y muchas familias cayeron en la miseria, y tuvieron que recurrir para vivir, a la caridad pública. Desde Estados Unidos, la crisis se extendió al resto del mundo, pues los bancos estadounidenses retiraron los capitales depositados en los bancos europeos y las empresas americanas disminuyeron sus inversiones en esos países. Asimismo, las importaciones americanas cayeron en picado con lo cual el comercio mundial sufrió una gran recesión, lo que ayudó a la difusión mundial de la crisis.
El New Deal de Franklin D. Roosevelt
En 1932, uno de los peores años de la Gran Depresión, ganó las elecciones un demócrata, Franklin D. Roosevelt, que proponía un nuevo programa para favorecer la recuperación económica y sacar al país de la crisis. Fue el llamado New Deal (Nuevo Reparto), que defendía la intervención del Estado para reactivar la economía.
Reformas Económicas y Sociales del New Deal
Para frenar la caída de los precios y relanzar la actividad de las empresas, el New Deal propuso una serie de medidas económicas: ayudas a las empresas en dificultades, creación de empresas públicas en los sectores donde no había inversión privada y destrucción de los stocks agrícolas acumulados. Además, el Estado estableció un control sobre los bancos, obligándolos a facilitar préstamos con intereses bajos, para que los empresarios se decidieran a ampliar sus negocios o a crear otros nuevos.
Estas reformas económicas fueron acompañadas de un conjunto de reformas sociales. Para luchar contra el paro, el Estado impulsó la realización de un gran plan de obras públicas (carreteras, embalses, puentes…). También, para aumentar la capacidad adquisitiva de los trabajadores, se propició una política de apoyo a los precios agrícolas y el aumento de los salarios, al mismo tiempo que se reducía la jornada laboral a 40 horas semanales.
Todas estas medidas provocaron un relanzamiento de la economía estadounidense y un descenso importante de los parados. En 1934, la productividad alcanzó el nivel de 1929 y la renta nacional empezó a remontar después de cuatro años de un descenso continuado. A pesar de estas mejoras, la crisis no se superó hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial, cuando las nuevas necesidades de rearme y avituallamiento de los países contendientes convirtieron de nuevo a Estados Unidos en el principal suministrador de los aliados en guerra.
El Fascismo en Italia
Italia en la Posguerra
El fin de la Gran Guerra dejó en Italia graves secuelas humanas y económicas: murieron 700.000 hombres, muchas industrias quedaron inutilizadas y la elevada deuda exterior había aumentado la inflación. Para muchos italianos, el coste de la vida se incrementó, mientras los salarios reales disminuyeron y el número de parados no cesaba de crecer. Asimismo, los acuerdos de paz supusieron una gran decepción ya que los aliados acordaron la entrega a Italia del Trentino, Trieste e Istria, pero no de Dalmacia y Fiume, como se había acordado en el Tratado de Londres (1915). De este modo, empezó a extenderse la idea de que la participación italiana en la guerra había sido un engaño y el irredentismo (reivindicación de territorios habitados por italianos) fue ganando adeptos.
A esta situación se sumó la inestabilidad política: los gobiernos de la monarquía no conseguían una mayoría suficiente y entre 1919 y 1922 se sucedieron cinco gobiernos diferentes. Por otro lado, la crisis económica generó una fuerte tensión social. En el norte de Italia se desarrolló un movimiento huelguístico que, a menudo, presentó objetivos revolucionarios. Algunos campesinos ocuparon las tierras de los grandes propietarios y los obreros se incautaron de numerosas fábricas. Todos estos movimientos fueron reprimidos, pero el miedo al estallido de una revolución social empezó a asustar a las clases más conservadoras.
El Ascenso del Fascismo y Benito Mussolini
En esta situación de crisis apareció la figura de Benito Mussolini, quien, en 1919, creó los Fasci de combate, los llamados camisas negras. Se trataba de grupos paramilitares con los que pretendía frenar el auge del movimiento obrero, a base de atacar violentamente a los sindicatos obreros y a sus líderes. En 1921, los Fasci se transformaron en el Partido Nacional Fascista, que se presentaba como el recurso más eficaz para detener los movimientos revolucionarios en Italia. Su programa estaba basado en la construcción de un Estado fuerte, que garantizase la propiedad privada, y una política exterior expansionista. El nuevo partido contó con el apoyo de la pequeña burguesía, con la financiación de los grandes propietarios agrícolas e industriales y con la tolerancia de la Iglesia católica y del mismo monarca, Víctor Manuel III.
En las elecciones de 1922, el Partido Fascista sólo consiguió 22 diputados de un Parlamento de 500. Pero ese mismo año, con 300.000 camisas negras, aplastó la huelga general de los sindicatos socialistas y anarquistas. Mussolini exigió al rey que le entregara el gobierno y para mostrar su fuerza organizó una Marcha sobre Roma con sus camisas negras. En octubre, el monarca, presionado por las fuerzas conservadoras, le nombró jefe del gobierno.
La Dictadura Fascista de Mussolini
Entre 1922 y 1925, Mussolini desarrolló un proceso de restricción de las libertades y de persecución de sus adversarios (socialistas, comunistas y democratacristianos), pero mantuvo la ficción de un régimen parlamentario. Después de las elecciones de 1924, ganadas por la coalición de Mussolini gracias a la violencia ejercida hacia sus oponentes, éste anunció la instauración de un régimen autoritario.
El Estado y el partido fascista quedaron totalmente identificados en un régimen en el que Mussolini se atribuyó plenos poderes y se hizo llamar Duce. Los partidos políticos fueron prohibidos, sus líderes, perseguidos y encarcelados, y el Parlamento, sustituido por una Cámara de los Fasci. Las huelgas fueron prohibidas, y los sindicatos, sustituidos por un sistema de corporaciones por oficios, que englobaban a representantes de los obreros, de los patronos y del Estado.
El Estado ejercía un fuerte control a través del partido, que dirigía todos los aspectos de la vida social y dominaba los medios de comunicación (radio, prensa, cine). También controlaba la economía y apoyaba a las empresas privadas, con pedidos militares y fuertes subvenciones.
El Nazismo en Alemania
La República de Weimar
En 1918, a punto de finalizar la Primera Guerra Mundial, el káiser Guillermo II abdicó de su cargo y se proclamó la República, que estableció su capital en la ciudad de Weimar y se asentó sobre una constitución democrática. Alemania tuvo que asumir la derrota militar y aceptar las duras condiciones de paz impuestas por los vencedores. En efecto, muchos alemanes consideraron humillante el Tratado de Versalles ya que, acusada Alemania de ser la causante de la guerra, le arrebataba territorios, reducía su ejército y le imponía fuertes reparaciones económicas.
Los años de posguerra fueron para Alemania de crisis económica, miseria y paro. Las deudas de guerra y las reparaciones provocaron una elevada inflación, que vino acompañada de una gran depreciación del marco. La República de Weimar, dirigida por democratacristianos y socialistas, tuvo que hacer frente a esta dura situación económica y al descontento de amplios sectores de la población. Así, en sus primeros años se vio amenazada por movimientos revolucionarios de izquierda (levantamiento de la Liga Espartaquista o comunista) y por varios intentos de golpes de Estado de la extrema derecha (Putsch de Múnich de las milicias nazis).
Adolf Hitler y el Partido Nazi
Adolf Hitler era un soldado desmovilizado de la Primera Guerra Mundial, que no había aceptado la derrota alemana y que en 1920 fundó el Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores de Alemania (NSDAP), del que se erigió en líder indiscutible. El partido escogió como emblema la bandera roja con la cruz gamada y se dotó de una organización paramilitar, las Secciones de Asalto (SA).
Su ideología fue recogida en el libro Mi Lucha (Mein Kampf), donde expresó su desprecio por la democracia parlamentaria y su odio al bolchevismo. Asimismo, defendía el antisemitismo, la superioridad de la raza aria y la necesidad de forjar un gran imperio (Reich) que uniese a todos los pueblos de habla alemana.
Para cautivar a las clases trabajadoras, Hitler no dudó en usar la demagogia: prometió trabajo para todos, reducir los beneficios industriales, mejorar los salarios y avanzar hacia una sociedad más solidaria. En sus discursos, arremetió fuertemente contra los que acusó de ser los responsables de la crisis alemana: judíos, comunistas y demócratas. Las milicias nazis se opusieron violentamente a la república y protagonizaron varios intentos insurreccionales. También se enfrentaron a las organizaciones y los militantes comunistas, y se presentaron como una garantía de orden social frente a la agitación revolucionaria.
El Nazismo al Poder
El período entre 1924 y 1929 fue de relativa mejora de las condiciones económicas y de una cierta estabilidad social. Pero las consecuencias de la crisis de 1929 resultaron muy duras en Alemania. La retirada del capital americano arrastró a muchos bancos a la quiebra, lo que provocó cierre de fábricas, paro y descontento social. En 1932 había más de seis millones de parados en Alemania.
El malestar social inclinó a una buena parte de la población hacia las propuestas de los partidos extremistas. Burgueses arruinados, campesinos y obreros desesperados fueron atraídos por las promesas nazis; los intelectuales y la mayoría de obreros se inclinaron por el partido comunista. Por otro lado, el partido nazi empezó a contar con el apoyo de importantes personalidades de la industria y de las finanzas y a disponer de fuertes ayudas económicas.
En las elecciones de 1932, el partido nazi consiguió 13 millones de votos y, en enero de 1933, logró que el presidente Hindenburg nombrase a Hitler canciller. Poco después, los escuadrones nazis provocaron un incendio en el Reichstag (Parlamento) y acusaron del mismo a los comunistas. Este incidente sirvió de pretexto a Hitler para eliminar a sus adversarios y exigir plenos poderes. En 1934, tras la muerte de Hindenburg, se proclamó Führer y Canciller del III Reich (Imperio).
La Dictadura Nazi y la Segunda Guerra Mundial
La Dictadura Nazi
En 1934, y en unos pocos meses, los nazis transformaron Alemania en una dictadura. En primer lugar, se disolvieron todos los partidos y sindicatos, se clausuró el Parlamento, se suprimieron las elecciones y las libertades individuales y se inició la persecución sistemática de sus opositores. Sólo quedó autorizado el partido nazi, que monopolizaba todo el poder. Los trabajadores fueron llamados a afiliarse al Frente del Trabajo Nacionalsindicalista, el único sindicato permitido. La administración pública fue depurada con una ley que autorizaba el despido por razones políticas y raciales. La judicatura desapareció como poder independiente y quedó sometida a la voluntad del partido. Los poderes locales de los diferentes estados (Länder) fueron suprimidos y transferidos al Reich.
Desde el punto de vista social, el Estado nazi aspiraba a una total cohesión de la sociedad alemana, basada en la superioridad de la raza aria y la ideología nacionalsocialista. La universidad, el sistema educativo, la cultura y el arte debían seguir las consignas nazis por lo que muchos artistas e intelectuales fueron perseguidos y huyeron del país. Se censuró toda la producción literaria y artística, se crearon listas de autores prohibidos y se realizaron actos públicos para quemar los libros considerados perniciosos.
El nazismo otorgaba a la mujer un papel social muy marginal, pues limitaba su actividad a las llamadas tres “K”: Kinder, Kirche, Küche (hijos, iglesia, cocina). Para asegurar el adoctrinamiento de las nuevas generaciones de jóvenes arios, se crearon las Juventudes Hitlerianas, que se encargaban de orientar el ocio y la educación de los jóvenes.
Un Régimen de Terror
El Estado alemán se convirtió en un Estado policiaco que impuso su régimen por medio del terror. Unos poderosos cuerpos policiales (las Secciones de Seguridad y la GESTAPO), bajo el control de Himmler, se encargaban de perseguir cualquier conato de oposición y de imponer el orden.
El mantenimiento de la pureza racial de la sociedad alemana comportó la persecución de los judíos. En 1933 se promulgó el boicot a los negocios judíos, en 1935 se dictaron las Leyes de Núremberg, que impedían los matrimonios mixtos y excluían a los judíos de la ciudadanía alemana, y en 1938 se les obligó a llevar un distintivo. A partir de 1933, se crearon los campos de concentración para recluir a los opositores y enemigos del Reich. Muchos judíos fueron internados en ellos, obligados a realizar trabajos forzados y, en parte, exterminados.
Autarquía Económica y Rearme
Desde un punto de vista económico, el III Reich se propuso promover un relanzamiento que hiciese de Alemania una potencia económica mundial, preparada para enfrentarse, en una guerra que se creía inevitable, a Francia y Gran Bretaña. En consecuencia, la política económica nazi respondía fundamentalmente a los proyectos militaristas y expansionistas de Hitler.
El Estado nazi ejerció un fuerte dirigismo económico, que tenía como objetivo conseguir la autarquía económica y convertir a Alemania en un Estado autosuficiente. Se dio prioridad a la industria pesada, sobre todo la de armamento, que alcanzó un gran desarrollo. Para hacer frente al paro, se llevó a cabo un ambicioso programa de obras públicas con la construcción de numerosas autopistas y otras infraestructuras.
Las ambiciones expansionistas necesitaban un ejército poderoso y Hitler inició una política militarista: reforzó el ejército con la institución del servicio militar y la creación de un nuevo ejército, la Wehrmacht, y de una aviación moderna, la Luftwaffe. Con un ejército poderoso y una economía orientada hacia la guerra, Hitler se sintió preparado para lanzarse a la construcción de un gran imperio y a la conquista de un “espacio vital” al este de Europa. El camino hacia la Segunda Guerra Mundial estaba ya preparado.
Desarrollo y Consecuencias de la Segunda Guerra Mundial
El Esfuerzo de Guerra Aliado
A partir de 1942, el Reino Unido, Estados Unidos y la URSS, bajo la dirección de Churchill, Roosevelt y Stalin respectivamente, realizaron un gran esfuerzo de guerra y toda su economía se reorganizó en función de las necesidades militares. Estados Unidos trasladó numerosas tropas y armamento al Reino Unido, a través del Atlántico, mientras que la URSS evacuó toda su industria pesada hacia el Este para proteger su potencial bélico de la ocupación nazi.
Tras la entrada de la URSS y Estados Unidos en el conflicto, la situación de la guerra empezó a dar un vuelco en junio de 1942. A partir de ese momento, los estadounidenses frenaron el avance japonés en el Pacífico (batallas de Midway y Guadalcanal) e iniciaron la reconquista de los territorios ocupados. En el Norte de África, los británicos derrotaron en El-Alamein a los alemanes, que iniciaron su retirada. Poco después, un ejército aliado, bajo el mando del general Eisenhower, desembarcó en el África francesa y venció a los alemanes en Túnez (mayo de 1943). El Norte de África se convirtió en la plataforma para el inicio de la invasión aliada de Italia. El asalto alemán sobre Stalingrado (agosto 1942-febrero 1943) fue el primer gran fracaso de Hitler. La ciudad resistió varios meses de asedio, tras los cuales el mariscal alemán Von Paulus se rindió. Los soviéticos pasaron entonces a la ofensiva, recuperando Ucrania y liberando Leningrado de su asedio (enero de 1944).
La Liberación de Europa
Los aliados empezaron su ofensiva, y en julio de 1943, desembarcaron en Sicilia y posteriormente en el continente europeo, conquistando el Sur de Italia. Mussolini fue depuesto y, en septiembre, el ejército italiano capituló ante los aliados. Entonces, los alemanes invadieron Italia, liberaron a Mussolini que se encontraba prisionero y lo pusieron al frente de la llamada República Social Italiana que se hallaba bajo control nazi y resistía el avance aliado.
La liberación de Europa se inició tras el desembarco angloestadounidense en Normandía (junio de 1944), que supuso la entrada de numerosos soldados y armamento. Vencida la resistencia alemana, los angloamericanos iniciaron el avance desde el Oeste, liberaron parte de Francia y entraron en Alemania. Por su lado, los rusos avanzaron por el Este y expulsaron a los alemanes de Polonia, Rumanía y Bulgaria. Para apoyar este avance, los aliados sometieron a las ciudades alemanas a fuertes bombardeos. Ambos ejércitos aliados iniciaron la ocupación de Alemania y se encontraron en el río Elba el 26 de abril de 1945. El día 30, Hitler se suicidó, y el 8 de mayo, Alemania capitulaba.
El Final de la Guerra en el Pacífico
En el Pacífico, la reconquista norteamericana de los territorios ocupados por japoneses estaba prácticamente finalizada, pero Japón mantenía una fanática resistencia, simbolizada por la acción de los kamikazes, que actuaron por primera vez en octubre de 1944. A pesar de los bombardeos masivos sobre Tokio y otras ciudades japonesas, la capitulación nipona se retrasaba mucho. Para precipitar la rendición, el nuevo presidente estadounidense, Truman, decidió utilizar un arma nueva, la bomba atómica, que fue lanzada sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945. La destrucción alcanzó proporciones desconocidas hasta ese momento y el número de víctimas ascendió a 150.000. Ante el horror nuclear, el 2 de septiembre, Japón capituló. La Segunda Guerra Mundial había terminado.
Causas y Desarrollo de la Segunda Guerra Mundial
Las Causas del Conflicto
- El Tratado de Versalles, en lugar de crear reconciliación entre las naciones, fomentó el resentimiento. Alemanes e italianos no aceptaron las imposiciones de Versalles.
- La crisis de 1929 creó un contexto de depresión que favoreció el surgimiento de los fascismos.
- Mussolini en Italia y Hitler en Alemania desarrollaron una política exterior agresiva que se justificaba por prestigio histórico. Intensa carrera de armamentos.
- Ante la política agresiva de los regímenes autoritarios, las democracias estuvieron al margen de los problemas del mundo.
La Marcha hacia la Guerra
Desde la década de 1930 los estados autoritarios impulsaron una serie de agresiones bélicas hacia otros países.
- En Asia, Japón buscaba ampliar sus territorios a costa de China. En el año 1931 ocupó Manchuria y, en 1937, inició la invasión de China.
- En África, en 1935 Italia ocupó Etiopía. En Europa, Albania.
- Italia y Alemania intervinieron en la Guerra Civil Española facilitando soldados y armamento a los militares.
- Alemania desarrolló una política de expansión territorial con la idea de crear un gran imperio: A. Remilitarizó la región de Renania. B. Ocupó militarmente Austria. C. Entrega del territorio de los Sudetes. D. Francia y Gran Bretaña convocaron la conferencia de Múnich pero acabaron claudicando ante las promesas de Hitler. E. Checoslovaquia desapareció como estado.
Las Alianzas y el Estallido del Conflicto
Esta política expansionista se apoyó en una serie de tratados internacionales de apoyo mutuo. En 1936, Alemania firmó una alianza con Italia conocida como el eje Roma-Berlín, que se renovó en 1939. En 1936, Alemania firmó con Japón el pacto Antikomintern.
Europa Bajo el Nazismo y el Impacto de la Guerra
Europa Bajo el Nazismo
La ocupación nazi tenía como finalidad el sometimiento de los territorios europeos en beneficio de Alemania. En función de ello, los nazis organizaron los territorios conquistados en regiones incorporadas al Reich, colonizadas (Polonia, países bálticos) y estados satélites (Francia, Ucrania, Países Bajos). En todas ellas la ocupación significó la extensión del terror y la represión sobre la población sometida. La Gestapo y las SS implantaron un régimen de violencia y terror sobre la población, especialmente sobre los residentes. Se desencadenó la persecución y fue especialmente dura con los judíos.
El Impacto de la Guerra
Cuando acabó la Segunda Guerra Mundial, Europa estaba material y moralmente destrozada. El balance fue de 50 millones de muertos y la mitad era de la URSS, seguida de Alemania y Polonia. La mayoría eran civiles. Las destrucciones materiales fueron importantes. Los países al margen se convirtieron en suministradores y experimentaron un gran crecimiento económico. La guerra dejó un profundo impacto moral.
La Conferencia de Potsdam y la Creación de la ONU
En la tercera conferencia, en agosto del 45, se estableció la línea Oder-Neisse como la frontera entre Alemania y Polonia, pero en Potsdam también se evidenciaron las discrepancias entre Estados Unidos y los soviéticos. La URSS extendió sus dominios hacia Europa oriental.
Finalmente, en la conferencia de París del 46 se elaboraron los tratados de paz con el resto de aliados de Alemania. Aliados hasta aquel año.
Creación de la ONU
Conferencia de San Francisco, abril del 45, para sustituir la Sociedad de Naciones. Todos están presentados en la Asamblea General y para adoptar una decisión es necesaria una mayoría de 2/3. También existe un Consejo de Seguridad.