La Iglesia y el Nuevo Estado

Durante la Guerra Civil (1936-1939), Franco buscó el apoyo de lo que después se llamaría “Las familias del régimen”, quienes formarían los pilares de la dictadura. Uno de esos pilares fue la Iglesia. En 1936, la Iglesia apoyó al general Franco frente a la República (a la que criticaba por las libertades que otorgaba, a pesar de ser el régimen legítimo). Sin embargo, su papel con respecto al régimen y la sociedad fue cambiando a lo largo del periodo.

En 1939, con el fin de la Guerra Civil y la “cruzada”, la victoria militar supuso el nacimiento de una “nueva España”. La instauración del “Nuevo Estado” fue la antítesis de la España republicana; frente a ella se implantó un estado nacional-sindicalista, totalitario, autoritario y unitario.

Este nuevo régimen, opuesto a la República en su cultura política (ya no democrática), se construyó sobre una España destruida, desolada y dividida ideológicamente. Se estima que durante la Guerra Civil murieron 800.000 españoles. Además, la posguerra trajo consigo más víctimas, hambre y miseria.

En el plano cultural, la “Nueva España” se convirtió en un desierto. Se promovió la fe, pero no la cultura, hacia la que hubo un rechazo. A esto se sumó el éxodo masivo de intelectuales.

El Ascenso de Franco

Sobre estas bases se levantó el “Nuevo Régimen” y la “Nueva España”, donde destacó la figura del dictador, Franco, conocido como “el Caudillo de España”.

Franco fue investido con plenos poderes políticos y militares en septiembre de 1936. Fue nombrado jefe de gobierno del Estado español y generalísimo de los ejércitos, nombramientos que no contaron con el apoyo unánime.

El 19 de abril de 1937, Franco aprobó un decreto que creaba un partido único: la Falange Española Tradicionalista y de las JONS (FET de las JONS), resultado de la fusión de la Falange Española, la Junta de Ofensiva Nacional Sindicalista (JONS) y los tradicionalistas (requetés). En este mismo decreto, Franco se autoproclamó supremo caudillo, dotado de toda autoridad y responsable de sus actos solo ante Dios y la historia.

Franco se convirtió en la fuente de todo poder y símbolo del “Nuevo Estado”. Su figura fue exaltada y mitificada por la propaganda oficial. Numerosos edificios, calles y pueblos pasaron a llevar su nombre. Al mismo tiempo, desaparecieron los signos, fechas, calles y nombres que recordaban a la República y se oponían al régimen. Se acabaron las instituciones republicanas, buscando eliminar físicamente todo lo que representaba la libertad y a los “rojos” (el enemigo).

La Represión y el Terror

Para acabar con los vencidos y todos aquellos considerados traidores y un peligro, se emplearon diversos medios como el destierro, el encarcelamiento o el fusilamiento.

A partir de abril de 1939, se instauró en España la “institucionalización del terror” (ambiente de terror colectivo en la población). Esta represión fue especialmente dura durante los primeros años de la posguerra (hasta 1944 o 1945), periodo en el que murieron más de 200.000 españoles. A partir de entonces, la represión disminuyó debido al contexto europeo, donde los fascismos fueron derrotados en la Segunda Guerra Mundial.

A mediados de 1940, el conde Ciano, ministro de asuntos exteriores italiano, visitó España y anotó en su diario que diariamente morían alrededor de 500 personas en las cárceles.

Pedro Sainz Rodríguez, primer ministro de educación y secretario personal de Franco, escribió en sus memorias que Franco no tenía poder para firmar las penas de muerte. Murieron personas de todas las condiciones sociales. Según cifras oficiales, a finales de los años 40 había más de 300.000 presos políticos en las cárceles.

En marzo de 1937, el propio Franco pidió a los mandos militares que limpiaran el país de la “podredumbre” que lo había manchado. El instrumento de este temor fue el ejército y la Falange (terror blanco: el terror ejercido por el propio Estado).

Militarización del Régimen

A partir de abril de 1939, el ejército se renovó sustancialmente, depurando a todos los dirigentes que habían defendido la legalidad republicana o se habían opuesto a Franco. El ejército renovado estaba compuesto por hombres de confianza de Franco, convirtiéndose en la columna vertebral de la “Nueva España”. El régimen se militarizó.

Este carácter militar se evidenció en muchos ámbitos, como el papel del Frente de Juventudes, que formaba a las nuevas generaciones con una disciplina militar e inculcando la obediencia al superior.

Esta militarización afectó también a las familias (padre=patrón), a las instituciones y se recordaba que la España de 1939 había surgido de las armas. El primer año del régimen se llamó “primer año de la victoria”. Se construyeron edificios que recordaban la guerra y la victoria (arcos triunfales, como el Arco de la Victoria).

El Papel de la Falange

La Falange Española (FE) reprimió, dotó al régimen de símbolos junto con el ejército, y aportó el contenido político. Su papel relevante se mantuvo durante toda la dictadura, particularmente en los años 40 y 50. La FE creó organizaciones para encuadrar a todos los sectores sociales y dar cohesión a España.

Franco siempre buscó convencer de su régimen totalitario mediante propaganda, medios de comunicación e incluso reuniones con Hitler y Mussolini. Hitler intentó convencer a Franco para que entrara en la Segunda Guerra Mundial.

Debido a la influencia de Franco, dirigentes de la FE ocuparon cargos importantes, como Ramón Serrano Suñer (cuñado de Franco), ministro de asuntos exteriores hasta 1942, germanófilo y defensor de la entrada de España en la Segunda Guerra Mundial.

La FE promovió algunas de las leyes fundamentales del franquismo, que constituyeron el corpus legislativo que dio contenido político al régimen.