El Imperio Británico y el reparto de África y Asia en el siglo XIX
El Imperio Británico en la Era Victoriana (1837-1901)
Gran Bretaña: Auge y Prosperidad
La era victoriana, coincidiendo con el reinado de Victoria I, marcó el apogeo del poderío británico. Su prosperidad se sustentaba en una industria avanzada, una política económica de libre mercado, una poderosa armada y su posición como centro financiero mundial. En el ámbito político y social, se modernizó el país con la ampliación del derecho al voto (sufragio universal masculino) y la implementación de la educación gratuita y obligatoria hasta los 13 años, a través de diversas Reform Acts.
El Problema Irlandés
Un desafío crucial fue la persistente demanda de independencia de Irlanda, que finalmente se concretaría en 1921.
Expansión del Imperio Británico
A mediados del siglo XIX, el Imperio Británico abarcaba una red de escalas navales (Malta, Gibraltar), establecimientos comerciales en África (Sierra Leona), colonias de población (Antillas, Honduras) y colonias de explotación económica, como la India. En las últimas décadas del siglo, Gran Bretaña amplió su dominio en África, Asia y el Pacífico, un proceso emulado por otras potencias europeas (Francia, Alemania, Bélgica) y emergentes como Estados Unidos (con la Doctrina Monroe) y Japón.
El Imperialismo del Siglo XIX
Este proceso expansionista, conocido como imperialismo, tuvo diversas causas:
Causas Económicas
- Crisis agraria por la competencia de trigo y harina norteamericana y rusa, con la consecuente caída de precios.
- Crisis industrial por la competencia de nuevos países industrializados, generando sobreproducción y políticas proteccionistas que impulsaron la búsqueda de nuevos mercados.
Causas Demográficas
- Flujos migratorios.
Causas Ideológicas
- Ensalzamiento político y racial.
- Misión “civilizadora” y evangelizadora.
- Rememoración de un pasado histórico glorioso.
- Interés científico.
El Reparto de África
A principios del siglo XIX, la presencia europea en África se limitaba a enclaves costeros. La primera oleada colonizadora, iniciada en 1876 por Francia y Gran Bretaña, generó fricciones territoriales que llevaron a la Conferencia de Berlín (1884-1885). En ella se acordó:
- Libre navegación por los ríos Níger y Congo.
- El derecho a ocupar tierras interiores a partir de la posesión de costas.
- La necesidad de notificar a las demás potencias la toma de posesión de un territorio.
La Conferencia aceleró el imperialismo, atrayendo a Alemania, Italia y Portugal. Bélgica, Holanda y España también se involucraron posteriormente.
Conflictos Coloniales
El proyecto francés de expansión de este a oeste chocó con el británico de norte a sur, casi desencadenando una guerra en Sudán en 1898. Francia se retiró, pero Gran Bretaña no logró su objetivo por la presencia belga en el Congo.
Consecuencias para los Pueblos Colonizados
- Económicas: Expropiación de tierras indígenas.
- Demográficas: Aumento de la población por mejoras en higiene y medicina.
- Sociales: Ruptura de la organización tribal y separación de etnias.
- Culturales: Imposición de la cultura, idioma y religión de la metrópoli.
Estos conflictos contribuyeron al estallido de la Primera Guerra Mundial.
Colonización de Asia
Paralelamente al reparto de África, se produjo la conquista del Extremo Oriente, intensificada desde 1850 y tras la apertura del Canal de Suez en 1869. Francia controló Indochina y Gran Bretaña, Malasia. Ambos se enfrentaron por Siam (Tailandia), que logró mantener su independencia. La penetración en China se realizó desde la costa, controlando ciudades como Shanghai, Hong Kong y Cantón. Gran Bretaña intervino en la Guerra del Opio y la Rebelión de los Bóxers, chocando con los intereses japoneses. Alemania controló parte de Indonesia (Java y Sumatra), aunque la mayor parte quedó bajo dominio holandés. A diferencia de África, Asia contaba con una densa población y una fuerte tradición cultural que contrastaba con las costumbres occidentales.