El Imperio de Carlos V

Debido a la extensión de sus territorios, Carlos I tenía un gran poder y la hegemonía en Europa. Heredó de su padre, Felipe el Hermoso, los Países Bajos, Luxemburgo, Artois, Franco Condado, Borgoña y Charolais; de Fernando, las coronas de Castilla y Aragón; y de su abuelo Maximiliano I, los territorios de la casa de Habsburgo, el norte de Italia y los derechos sobre el Sacro Imperio Romano Germánico, que obtendría en 1519. Esto traía dos inconvenientes: vulnerabilidad, porque los territorios estaban muy dispersos y podían ser atacados por numerosos frentes, y dificultad de gobierno, no solo por la dispersión, sino también porque cada uno de ellos conservaba sus propias leyes.

En la corona de Castilla, las Comunidades fueron una sublevación contra el monarca extranjerizado. Estuvo protagonizada por la nobleza media, algunos clérigos y la burguesía de las ciudades. Destacaron Toledo (Padilla), Segovia (Juan Bravo) y Salamanca (Maldonado). Pedían a Carlos I la convocatoria de Cortes, la prohibición de la salida de materias primas y metales preciosos, y la salida de las cortes y los consejeros flamencos. Los comuneros lograron que los campesinos se sumaran a la protesta, convirtiéndose en un movimiento antiseñorial, lo que provocó que la aristocracia se uniera a Adriano de Utrecht, quien recompensaba a quienes ayudaban. El conflicto se acabó con la derrota de los comuneros en Villalar en 1521 y con la ejecución de sus cabecillas. En Valencia y Mallorca surgió el conflicto de las Germanías, dirigido contra los señores feudales, recibiendo apoyo del ejército real. Los siervos y moriscos no se rebelaron, lo que dificultó la convivencia. La vencedora fue la monarquía; Carlos V siguió con su ambiciosa política.

Monarquía Hispánica: Felipe II

Carlos abdicó a causa de sus enfermedades, dejando a su hijo Felipe II la mayor y mejor parte de sus dominios. Felipe fue rey, pero no emperador; Fernando de Austria, hermano de Carlos, heredó los dominios austriacos y el título imperial. Felipe II fijó su residencia en Madrid y llevó a una hispanización de su política. Su política se inspiró en la Contrarreforma interior:

  • Represión de los moriscos con la guerra de las Alpujarras de 1568-70, vaciando la zona de moriscos y repoblando con cristianos.
  • Alteraciones en Aragón tras la huida de Antonio Pérez, acusado de asesinato de Juan de Escobedo y conspiración.

Política exterior:

  • Derrotó a Francia en Gravelinas y San Quintín en 1557 y firmó la paz de Cateau-Cambrésis.
  • Derrotó a los turcos en Lepanto en 1571.
  • La rebelión de Flandes en 1566, liderada por el Duque de Alba, terminó dividiendo la región en dos: al norte, la Unión de Utrecht, protestante, y al sur, la Unión de Arrás, católica.
  • Inglaterra ayudó a los Países Bajos y fomentó la piratería en el Atlántico.
  • Incorporó las Filipinas en 1571.
  • En Portugal tuvo su gran éxito: al morir Don Sebastián de Portugal, sobrino de Felipe II, sin dejar heredero, y gracias a la política iniciada por los Reyes Católicos, las Cortes de Tomar en 1581 lo reconocieron como soberano. Sin embargo, Portugal seguía siendo un reino independiente de Castilla, y el pueblo no disimulaba su antipatía ante esa situación, sobre todo hacia los castellanos. Para Felipe, la anexión de Portugal representó un gran aumento de poder, siendo estos los años de máxima grandeza de la Corona.

La España del siglo XVI

Los Austrias, Carlos I y Felipe II, pretendieron y desarrollaron las instituciones que habían creado los Reyes Católicos: el sistema polisinodial, mediando consejos. Heredero de los Reyes Católicos, se consolidó como sistema de gobierno a través de consejos territoriales (el de Castilla, convertido en Consejo de Estado por Felipe II, Aragón, Flandes, Portugal e Indias) y consejos temáticos (Órdenes Militares, Inquisición y Hacienda). Aumentó el poder de los secretarios del rey y se mantuvo la delegación del poder en virreyes y corregidores. Se mantuvieron las Chancillerías en justicia y las Audiencias. Se mantuvieron las cortes medievales; Navarra y Aragón eran pactistas. En Aragón se extendió el modelo de insaculación. Frente a las monarquías de Francia e Inglaterra, modelos de Estados unitarios, los Austrias reinaron sobre un mosaico de reinos, ducados, condados y señoríos, donde no siempre pudieron ejercer el poder de forma absoluta. Solucionaron el no estar presentes en la mayoría de sus dominios mediante el mantenimiento de la estructura propia: las leyes, lenguas y moneda, como ocurrió en los reinos peninsulares, que mantuvieron sus cortes y fueros. Los elementos comunes eran la figura del rey y la religión católica.