El Reinado de Alfonso XIII: Crisis y Descomposición del Sistema de la Restauración
Las bases del sistema de la Restauración se mantuvieron a comienzos del siglo XX, pero el regeneracionismo, una corriente ideológica, denunció el sistema de turno pacífico entre los partidos dinásticos y realizó propuestas para la modernización de España. Cuando Alfonso XIII ascendió al trono en 1902, estos partidos vivieron sendas crisis por las disputas internas y la ausencia de un liderazgo fuerte, lo que provocó la inestabilidad política. Además, se sumó la acumulada deuda pública que habían generado los últimos conflictos internos y el auge de los nuevos partidos obreros contra el sistema. En 1905, con los liberales en el gobierno, se produjo una crisis que enfrentó a los militares con el catalanismo. Bajo la presión de éstos se aprobó la Ley de Jurisdicciones, que supuso la vuelta de la intervención del ejército en la vida política. En esta situación, ambos partidos decidieron reforzarse eligiendo nuevos líderes: Antonio Maura (conservador) y José Canalejas (liberal). Así, en el primer período del reinado de Alfonso XIII se da la crisis del régimen de la Restauración, que culminó en 1923 (dictadura de Primo de Rivera) y, finalmente, en 1931 con la proclamación de la II República.
Reformismo y Conflictos Sociales
El llamado “gobierno largo” de Maura (1907–1909) trataba de hacer reformas políticas que diesen autenticidad al sistema liberal-parlamentario, pero sin alterar las bases del régimen. En 1907, se aprobó la Ley Electoral con el fin de propiciar la limpieza electoral, erradicar el caciquismo y lograr el apoyo de las clases medias. Su proyecto más importante fue la reforma de la Ley de Administración Local, apoyada por la Lliga Regionalista, pero con oposición de liberales, republicanos y conservadores, que impidieron su aprobación. Otro de sus proyectos fue la Ley de Represión del Terrorismo, que aunque fracasó, propició la formación de una alianza entre liberales y republicanos moderados, formando el Bloque de Izquierdas. El nuevo jefe de gobierno del partido liberal era José Canalejas, quien pretendía lograr una progresiva democratización del sistema y ampliar sus bases sociales. Trató de mejorar la secularización del Estado y el reformismo social, negociando con el Vaticano, sin éxito, una nueva Ley de Asociaciones Religiosas. En 1910 se aprobó la Ley del Candado que limitaba el establecimiento de nuevas órdenes religiosas en España. Esta política de reformas sociales dio más resultados. Con la Ley de reclutamiento se estableció el servicio militar obligatorio. Con respecto a las demandas del catalanismo de la Lliga, Canalejas logró que las Cortes aprobasen la Ley de Mancomunidades. Tras la crisis de 1898, la acción colonial de España se centró en el norte de África y Marruecos pasó a constituir el eje de la política exterior. Tras sucesivas negociaciones internacionales, como la Conferencia de Algeciras (1906), Francia y España fijaron sus respectivas zonas de influencia en Marruecos, correspondiéndole a España el Rif, que debido a las dificultades para dominarlo militarmente, se organizó varias campañas militares para tratar de someter al territorio. Más tarde envió tropas de refuerzo y movilizó a los reservistas en Cataluña. El embarque de las tropas en el puerto de Barcelona en julio de 1909, desencadenó un movimiento de protesta contra la guerra de Marruecos, y algunos sectores promovieron una huelga general, que degeneró en una insurrección espontánea, sin dirección ni planificación, conocida como la Semana Trágica de Barcelona. En España, los liberales, con el respaldo del Bloque de Izquierdas, exigieron la destitución de Maura, apoyada por Alfonso XIII.
Impacto de la Primera Guerra Mundial y la Crisis de 1917
Los efectos políticos y sociales de la Primera Guerra Mundial (1914–1918) y la crisis de 1917 constituyeron un punto de inflexión en el régimen de la Restauración. Con el estallido de la Gran Guerra, el gobierno de Eduardo Dato declaró la neutralidad, adoptada a causa del aislamiento diplomático, de la debilidad económica y de la incapacidad militar de España. A pesar de ello, las fuerzas políticas y los sectores sociales se dividieron en aliadófilos y germanófilos. La neutralidad favoreció una espectacular expansión de la economía. Así, España suministraba materias primas y productos industriales a los países combativos. En consecuencia, se produjo la creación o la ampliación de empresas y una rápida expansión industrial, una fuerte acumulación de capitales, y un imparable aumento de los precios. Mientras la burguesía industrial y financiera se enriqueció con los beneficios de la guerra, el nivel de vida de las clases trabajadoras descendió, debido a la subida de los precios de productos de primera necesidad. Así, en el ámbito político, el sistema político de la Restauración atravesó por una crisis en 1917 en que confluyeron tres conflictos: militar, político y social. Los factores que explican la crisis militar fueron el descontento de los oficiales peninsulares por la inflación y el tema de los ascensos por méritos y no por antigüedad, que tuvo su expresión en la formación de Juntas de Defensa. Cambó, líder de la Lliga, convocó a todos los senadores y diputados españoles a una Asamblea de Parlamentarios donde se acordó la formación de un gobierno provisional y la celebración de Cortes constituyentes que reformasen la constitución en sentido descentralizador y aprobasen la autonomía para Cataluña, pero al tener poco apoyo político se disolvió.
En el ámbito social, el movimiento obrero estaba dispuesto a hacer una huelga general. Ésta fue convocada por las dos organizaciones sindicales rivales, UGT y CNT. Finalmente, en agosto de 1917 estalló, siendo su impacto mayor en los centros industriales de Madrid, Barcelona, País Vasco y Asturias. Habrá una dura represión de los participantes en esta huelga.
Fragmentación Política y Auge del Movimiento Obrero
Por otro lado, cabe destacar que los partidos marginados del sistema se fortalecieron y contaron con más apoyos. A finales del XIX, el republicanismo estaba muy fragmentado. Por un lado estaban los republicanos moderados y reformistas, representados por Salmerón y Melquíades Álvarez, y por otro los radicales, representados por Lerroux, pero pronto este sector se escindió, formando el Partido Radical, y el republicanismo moderado se constituyó en el Partido Reformista. Por su parte, las fuerzas catalanistas formaron un frente común: Solidaridad Catalana, pero más tarde, el catalanismo fue capitalizado por la Lliga y se constituyó la Mancomunidad de Cataluña. El Partido Nacionalista Vasco, se vio envuelto en un enfrentamiento entre el sector radical y otro más moderado y liberal. Con esta nueva estrategia, se extendió al resto de las provincias vascas. El movimiento obrero estaba dividido en dos corrientes: la anarquista y la socialista. Los anarquistas eran partidarios de la estrategia terrorista y los sectores más proclives al sindicalismo. En 1910 se fundó la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), que reafirmó la acción directa frente a la lucha política, y la huelga general como estrategia sindical. En cuanto al socialismo, cabe destacar la formación de la Conjunción Republicano-Socialista. Gracias a esta alianza con los republicanos el socialismo se convirtió en una fuerza política parlamentaria. Tras la crisis de 1917, culmina la descomposición del Estado liberal y parlamentario español. Se formaron gobiernos débiles que, con frecuencia, recurrieron a medidas excepcionales, lo que acentuó el desprestigio del sistema. Por su parte, los partidos no dinásticos no atravesaban por su mejor momento: el Partido Socialista experimentó una relativa expansión, pero el triunfo de los bolcheviques en Rusia y la fundación de la III Internacional dividió al partido. Una minoría radical fundó en 1921 el Partido Comunista de España (PCE). El Partido Radical de Lerroux empezó a perder apoyos y el Partido Reformista de Melquíades Álvarez se aproximó a los liberales y evolucionó hacia posiciones monárquicas. Los nacionalismos catalán y vasco emprendieron una campaña reclamando la autonomía. Los nacionalistas más radicales fundaron Acció Catalana. Por otro lado, Francesc Maciá formó Estat Catalá, un partido claramente independentista.
Radicalización Social y el Fin de la Restauración
La crisis social favoreció un gran crecimiento de los sindicatos. En el Congreso celebrado en Sants en 1918 se configuró una nueva estructura unitaria. La CNT reafirmó su postura apolítica y estrictamente de lucha sindicalista, y su estrategia de acción directa (Durruti) y la huelga general. El panorama sindical se completó con los llamados sindicatos libres y la proliferación de organizaciones de empresarios. La crisis económica que se vivió después de la 1ª Guerra Mundial reavivó la conflictividad social y la radicalización en las clases trabajadoras por el deterioro de sus condiciones de vida, por lo que estallaron numerosos conflictos como el “trienio bolchevique” andaluz (1918–1920) protagonizado por el campesinado de las zonas de Andalucía y Extremadura de predominio latifundista; el “pistolerismo” en Barcelona (1919–1923), que comenzó como un conflicto laboral entre los sindicatos y la empresa conocida popularmente como La Canadiense y derivó en una auténtica “guerra social” con enfrentamientos entre los pistoleros de la patronal y de los sindicatos, y la aplicación por parte de las autoridades del terrorismo policial (ley de fugas). Las operaciones militares para la ocupación efectiva del Protectorado de Marruecos originaron una nueva tragedia colonial: el desastre de Annual en el verano de 1921, donde murieron o desaparecieron más de 10.000 soldados. Las tensiones sociales se agravaron forzando a los gobiernos del turno a abrir una investigación. El expediente Picasso abrió el debate y se formó una comisión de responsabilidades políticas. Poco antes, se produjo el golpe de Estado del general Primo de Rivera (1923), lo que puso fin al sistema liberal.
Conclusión
En conclusión, el reinado de Alfonso XIII se vio marcado por una serie de intentos de reforma del sistema, pero los proyectos de regeneración y democratización acabaron fracasando puesto que no había auténtica voluntad de democratizar el sistema. El crecimiento de las ciudades, el aumento de las clases medias, de las populares urbanas y de las organizaciones obreras acentuó la fractura entre una sociedad de masas y un sistema político de naturaleza oligárquica. Entre 1918 y 1923 la crisis de la Restauración alcanzó su punto álgido y se dieron una serie de factores que propiciaron la venida del golpe de Estado del general Primo de Rivera. Su fracaso del sistema regeneracionista arrastró a la monarquía de Alfonso XIII hacia la implantación de la República en 1931.